El aire que se expulsa. 9 poemas de Carlos Cociña

 

Por Carlos Cociña*

Crédito de la foto el autor

 

El aire que se expulsa.

9 poemas de Carlos Cociña

 

 

3C

 

Nadie tiene derecho a morir antes de tiempo; todo el cuerpo se revela ante el acto que cercena reacciones, desde el origen establecidas a nivel genético por la savia del fornicio y la revelación de milenios de órdenes transcritas en la más inverosímil coordinación de los detalles posibles de la existencia. El violentamiento de las expectativas, que a nivel de estructuras moleculares está descrito, atenta contra la más elemental humanidad genética, y la descripción de estos movimientos sólo es con las palabras que revelan el posible transcurso que llevarán los líquidos particulares de un cuerpo en el momento en que el reflejo de luz es absorbido en las alteraciones de conos y bastoncitos. Nadie tiene derecho a quebrantar la reelaboración de las células y las nuevas epidermis que van emergiendo desde el mismo tiempo en que se produjo la combinación genética, ni negar la posibilidad de la eyaculación en la mujer que conocerá mañana. Nadie tiene derecho a morir antes de tiempo, porque el espacio del cuerpo se proyecta hacia el próximo momento, y tiene el espacio su espacio en cada rostro y cuerpo conocidos y es un espacio ya dado y posible en el cuerpo de los hijos, del hermano, de la mujer y cada uno de los que van haciendo espacio a ese cuerpo que no puede violentarse hasta el momento en que sea preciso quebrantarse porque el aire es expulsado por el mismo cuerpo que se disuelve en sí mismo.

 

 

Se acerca el tren;

sus luces van sobre las lomas.

No son los carros del tren,

es un gran gallinero extendido sobre los árboles

del cerro.

Ese tren va a las tierras cardinales.

En sus ventanas iluminadas se refleja

el gran transatlántico,

entre los valles de maíz, encendido

entre los insectos que vibran en vuelo.

 

 

 

12c

Con la fuerza de la luz en los vidrios, la imaginación se ubica

en territorios cercanos a valles inexistentes. Las aguas, en sus

múltiples estados cercan las montañas, los ríos y el mar

y hacen de las extensiones un espacio apenas vislumbrado.

Como islas donde ha desaparecido todo vestigio de uno de los

colores primarios, la inexactitud de las referencias afecta

cada paso. Frente al mar se elevan a baja altura algunos pájaros

que no alteran en nada el paisaje percibido sólo con algunos

de los sentidos más evidentes. De las escalas musicales

conocidas, sólo una es la existente y aunque se escuchen otras,

su identificación es negada por el solo nombre de los valles

interiores.

 

 

Si la realidad es el mundo que nos rodea, sin realidad no hay conciencia. El cerebro existe pues es parte de ella. La conciencia puede existir sin que el mundo externo module su actividad. Cuando lucubramos, recordamos o soñamos no se requiere necesariamente una entrada sensorial. El mundo sólo se puede captar con el cerebro; captar es, en sí mismo, una función cerebral. El cerebro simula la realidad. Tiene que hacerlo porque el tamaño de la cabeza y del cuerpo es pequeño comparado con el tamaño de la realidad. Allí sólo caben descripciones. Si por conciencia se entiende construir una imagen, entonces la realidad es ésa. Tan cercana está la realidad de lo que vemos. Por eso cuando cae un árbol en la selva, y no hay quien lo oiga, no produce sonido. El sonido es una interpretación que hace el cerebro de las vibraciones del aire producidas por el árbol que se derrumba. Las vibraciones en el aire son el amor.

 

afecto 05

Ref. Rodolfo Llinás. Entrevista de Javier López R.

 

El poeta Carlos Cociña recibiendo el Premio a la Trayectoria de la Fundación Pablo Neruda (2017)

 

Es lejos donde el río se hace río. En su constitución, el movimiento es secreto. A pesar de ello, el agua llega a este paraje. Las cosas y los momentos surgen de acuerdo a una lógica que pronto se diluye. Basta aplicar el mismo curso a cosas o momentos distintos para reproducir otras corrientes de afecto. Ahí los esquemas se expanden en direcciones imposibles, o sus vectores se ubican al unísono en distintos lugares. Momentos inimaginables cuyo único trazo es la descarga. Cosas de luminosidad incontenible, que sólo se dirige a sí misma. Pero casi siempre las aguas forman un curso, cuyo origen está en cualquier momento de las cosas.

 

 

 

Versión 31

Un ramillete de neuronas genera la percepción de lo que vemos. Las cosas y los objetos no son una imagen que se proyecta en la cabeza, son una detonación de neuronas en el cerebro. Las cosas y los objetos están por ahí, sin destellos.

 

 

 

De otra manera 31.1

El hacer y la práctica reanima el tracto de materia blanca y de la oscura, se llenan de humedales en los que anidan nuevos revuelos. Tareas de fluidez que se extienden al expandirse las arquitecturas fluviales que destilan información neta.

 

 

Proposición 31.1.1

Las cosas que no existen, están en el origen de las palabras.

 

 

 

De otra manera 31.2

Las maquinarias biológicas funcionan por proteínas, moléculas diversas que se ensamblan a partir de veinte piezas diferentes, los aminoácidos. Su gran variabilidad genera un repertorio, cada una con una función particular. Las hay estructurales, y las enzimas son responsables de las reacciones químicas. El cuerpo las fabrica y las desecha para hacer otras nuevas, de acuerdo a instrucciones genéticas precisas del citoplasma. Las instrucciones no salen del núcleo sino que se copia un trozo del ADN en otra molécula, el mensajero.

 

 

 

 

 

*(Concepción-Chile, 1950). Poeta. Vive en Santiago de Chile. Obtuvo el Premio Municipal de Santiago de Literatura (poesía, 2014), el Premio Círculo de Críticos de Arte de Chile al mejor libro de Poesía (2017) y el Premio a la Trayectoria de la Fundación Pablo Neruda (2017). Ha publicado en poesía Aguas Servidas (1981, 2008, 2016 y 2018), Tres Canciones (1992), Espacios de Líquido en Tierra (1999), Dos (2004), Plagio del Afecto (2010), El Margen de la Propia Vida (2013), La casa devastada (2015 y 2017) y Poesía Cero (2017). En soporte virtual ha publicado A veces cubierto por las aguas (2003), 71 (setenta y uno) (2004) y Plagio del afecto (2003 a 2009).

 

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