El presente texto fue leído por su autora durante la presentación de Kauneus (la belleza) (2021), poemario de Roxana Crisólogo Correa en Guadalajara (México) el pasado 2021.
Por Guadalupe Ángeles*
Crédito de la foto (izq.) www.sivuvalo.com /
(der.) Ed. Intermezzo tropical
El acto poético como una suerte de filosofía.
Algunas notas sobre Kauneus (la belleza) (2021),
de Roxana Crisólogo Correa
Si Rimbaud sentó a la belleza en sus piernas y la encontró amarga, Roxana Crisólogo Correa en este su poemario Kauneus (palabra que en finlandés quiere decir belleza) la sienta frente a ella para negociar y la cuestiona, pero ese diálogo es la puerta para invitarnos a entrar en las dudas que siempre acompañan a las mujeres en su paso por este mundo, sus miedos de no ser suficientemente blancas, suficientemente frescas, ese preguntarse: ¿cómo ser para ser aceptada, qué hacer para ser para otros?, o peor, no querer aceptar esos consejos y vivir en consecuencia (aquí, permítaseme citar un verso del libro “no escucha la casa invadida por otras raíces forzadas a ser simpáticas”); aparte, decir que “su cuerpo tuvo miedo de morir en explosiones” nos lleva a un cuestionar no únicamente relacionado con la estética, lo centra más bien en la supervivencia y el miedo, que nunca son frivolidades.
Esta selección de poemas ciertamente tiene mucho que decir a las mujeres, en un mundo que necesita del feminismo. Y en el corazón de éste, la reflexión en torno al propio ser de quienes nacimos con cuerpo de mujer, creo, es lo primero; enseguida estaría la relación con la madre, ¿quién no ha sentido alguna vez que madre e hija son un cuerpo compartido, dividido involuntariamente?
Yo también quería su piel Ella quería mi boca con las manos rodeando mi cuello me decía dame tu boca… …No vayas tan rápido no te rompas un hueso parte de mi corazón se perderá Y volvía a su cocina un cosmos de pequeños planetas girando en olorosos ejes su parte de corazón que yo empezaba a necesitar completo
Pensar cosas así, escribirlas, en muchos sentidos es revolucionario; o si pudiera parecer que la palabra está demasiado cargada, también es posible reír en medio del desastre, he aquí una cita:
Le llaman bella a la mujer que escribe
Yo me llamo algo más humano
Pero me guardo mis palabras
La aguafiestas sí…
Seguro que más de alguno se incomodará con todo lo que tiene que contarnos esta mujer que es capaz de leer como lo hace Roxana:
…leo en sus labios sus exigencias y sus privilegios
Creo adivinar en esta frase su consciencia de saberse exótica a los ojos de los demás, de ahí la condición doble de “ser susceptible de ser “modelada” y/o “sometida”, entonces, no es sólo la mujer que viaja sola con peligro de su vida y de su “honra”, como dijeran los trasnochados y siempre atentos cuidadores de la vida ajena, sino también ese ser que puede ser habitado por la idea del mundo que tiene el otro, es decir, “colonizado”; y esta condición también es ridiculizada en cierta forma por la poeta:
…vende su tragedia como caramelitos en el bus
Les ofreceré una tragedia y los más jóvenes me pedirán más sangre
De más está decir que este poemario satura todas las zonas de la percepción, ya que vemos tsunamis y calles cubiertas por la nieve, una necesidad de sol tal que obliga a escribir poemas: mis uñas han empezado a caerse por la falta de sol (—aquí debo hacer la precisión de que Roxana Crisólogo vive en Helsinki—), pero no se queda sólo con lo que los sentidos perciben, sino que piensa en relación a las imágenes que aparecen frente al viajero, conceptualizando al viaje como camino por la vida y no solamente como el transcurrir de un sitio a otro, por ejemplo, decir:
la relación de los peces con el agua es inobjetable,
dicen sí a todo
y el agua golpea y golpea.
Considero que este hallazgo poético no consiste sólo es darle la vuelta a esa frase hecha: «como pez en el agua», como si de un juego de palabras se tratara, si no de hacer una bella metáfora helada: «Los hombres como el mar, las mujeres como el pez: una buena esposa no se ahoga».
De certezas así, tajantes, se teje este poemario, mismas que al parecer sorprenden también a quien las ha escrito, eso pienso al leer el siguiente verso:
se me atora en la garganta una imagen: muchachos viajando dentro de sí mismos antes de tomar la decisión de coger un fusil y dispararles a sus compañeros de clase.
El libro está dividido en cuatro apartados: Ella, Señales de humo, Postales y La Belleza. En el primero hace una remembranza de la madre, defendiendo su derecho a hablar de ese ser tan amado, desmitificándolo necesariamente, pero sin abstenerse de hacerlo con mucho amor; ya lo comentaba en alguna conversación Roxana, hablar de la madre es defender nuestro derecho a escribir como mujeres, de los temas que nos da la gana escribir, sin que se nos considere por ello “menos serias”.
En señales de humo nos ofrece un paseo por un cierto amor a la patria y a esa necesidad de experimentar otros mundos, aunque alguien, oportunamente:
…te explicará que el viaje no es en realidad lo que parece te dirá que más bien se trata de un retorno.
En Postales nos habla la viajera y observadora de otros seres en busca de sí mismos, vemos aquí otro rostro de esta poeta que ofrece cuadros delirantemente bellos de lo que puede ser buscarse el futuro en otras tierras ajena a la que le ha visto nacer, de lo que también puede reírse, noción que extraigo de la lectura de los siguientes versos:
me darán la portada de una revista de cooperación para el desarrollo y la seguridad de un próximo viaje para seguir investigando las causas de tanto desamparo en el paraíso/ Lo que en sus casas es normal aquí no lo es por eso debemos tomarlo como una aventura No se asuste si todo parece devastado si todo desciende del cielo como una tormenta tropical la selva es así cacofónica.
Concluyo que nos encontramos ante una poeta que es capaz de hacernos vivir, al leerla, en su cuerpo que va por el mundo y entre los cables enredados de sus sentires sin perder el rumbo, todo ello con una frescura, inteligencia y belleza palpables.
A manera de epílogo me permití hacer un experimento con versos tomados del libro, los que en sí mismos contestaron esa pregunta que uno siempre se siente tentado a hacerle a los poetas:
…escribo porque necesito un lugar donde dejar a esas niñas…
…escribo lo que el silencio tatúa en mi mente…
…así desaparecerá el horror de ver las cosas de frente…
…cumplí con mi cupo de palabras de llanto…
…hablamos de las palabras que no tienen nada más qué decir…
…amo con intensidad lo que se va formando en mi pecho…
Y aquí me permito una brevísima digresión: en un libro que leí recientemente, el autor, hombre, pone en labios de una viuda rica una frase que dejo aquí únicamente para ser analizada: “el feminismo es pensar demasiado en los hombres”.
*(Pachuca-México, 1962). Narradora. Obtuvo el Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos (1999). Ha colaborado en medios culturales como La Jornada Semanal, El Financiero, El Occidental, Al margen, Babab, Espéculo, entre otros. Ha publicado en narrativa Devastación (1999), Souvenirs, Mala Estrella (1993), Sobre objetos de madera (1994), Suite de la duda (1995), Raptos (2009), Devastación (2000), La elección de los fantasmas (2002); y en prosa poética Las virtudes esenciales (2005).
**(Lima-Perú, 1966). Poeta y gestora cultural. Reside en Helsinki (Finlandia). Fundó y coordina el proyecto literario multilingüe Sivuvalo, para promover la literatura escrita en otras lenguas que las oficiales en Finlandia. Además, es cofundafora y coordinadora de la plataforma Nordic Literatures in Change and Exchange, para la creación de redes para escritores que trabajan en sus lenguas maternas en la región nórdica. Es presidenta de Kiila (Asociación de artistas de izquierda de Finlandia) y miembro del colectivo multidisciplinario La Colectiva. Ha publicado en poesía Abajo sobre el cielo (1999), Animal del camino, Ludy D, Trenes (reeditado en 2019) y Eisbrecher, obtuvo una beca de la Finnish Cultural Foundation para publicar el poemario Kauneus (la belleza) (2021). Su Web Personal: www.roxanacrisologo.org