Por Lily Sánchez*
Crédito de la foto Miguel Guevara
Donde se difumina el silencio.
5 poemas de Lily Sánchez
Matriz
Voy a contar las monedas que quedan en mis bolsillos,
arroparé a las niñas y no apagaré la luz.
Voy a pararme con los brazos doloridos
y cargaré el peso de mis sueños interrumpidos.
Soy yo, quien se acurruca en tu sonido.
Soy yo, quien desanuda,
toda la tristeza estancada en mi matriz,
porque duele
duele como cuando te arrancan de raíz.
duele
el tamaño del lamento
que se difumina en el silencio,
arde
y brilla
como esta luz que daña mis ojos
y abriga nuestras memorias
en lo más profundo
de nuestros largos abrazos,
en tu retrato
que no sale de mi bolsillo
Pero tú, no cargas con esta cruz,
mientras soy yo la que sangra,
soy yo, sí, la que sostiene está herida abierta,
la que calla y esconde,
solitaria,
el dolor,
de tu indiferencia
cuando entras en la cama
y te desnudas
todas las noches.
Lo que no quiere el tiempo
12:01 a. m.
Ayer mi garganta
sostenía el dolor
de mis sábanas en la tarde
y mis ojos rojos
gastados
de tanto decir
tu Nombre
se deshacían
como a
………….r
……………..e
………………..n
……………………a
en lo más profundo
de mi almohada.
Sin la necesidad
de merecernos
ahora, aprendimos
a saciar los días
alejados
de la presencia.
1:00 p. m.
Boté la derrota
con todo el llanto
aprehendido,
que me descubrió tonta.
Yo ya no puedo
aguantar más rupturas.
Mientras tanto,
se evita
la impresión de los cuerpos
y por ende
el frenesí.
Comensal
Una cuchara caliente
atraviesa los labios de una niña
una lengua se incendia
un comensal mira.
Todos somos
esperma moviendo la cabeza
en un océano mundano.
Poema misógino
también me das asco…
y siento el vértigo
de tu misoginia
en indeseables besos
con mi vómito.
Y la derrota
es meterme el dedo en la llaga
cuando ya me volviste papel en tu vida,
me acarreaste
a las poses de tu infelicidad.
Es cierto,
recaigo en la náusea
mientras tu minúscula miseria
se repite
y compite en mi cabeza
deambulando
los viernes por la noche
en los paraderos
que aguardan el ultimo bus
enrollándose en mis sabanas
de costadito
perforando
mi cuello uterino
y mi cerebro
mientras se hacen agujeros
en los recuerdos
de mis días más tristes.
Yo sabía
pero no veía
yo creía
pero no hacía.
Y la esperanza es una niña que,
vomita en una bolsa
y no sabe en qué estación bajarse.
Matrina
Aprender a ser una costurera
con dedos de aguja,
y lomo de terciopelo
o,
aprender a ser una poeta
que canta el dolor
que anida en su almohada
es,
agachar la cabeza
para ver las puntadas
que la vida ha dejado
en los ánimos
de prendas bien cocidas
en piel de cuero
que cosieron
tus dedos de aguja
aquellos que hilvanaron
la prenda
que vestí por dentro
en mi centro
con tu voz/pluma
y
con tu máquina-vida.