«Diez toros» o la traducción del sujeto

 

Vallejo & Co. presenta un texto escrito a partir de la presentación del poemario Diez toros (2021), de Omar Pinedo, ocurrida en Lima (Perú) el 15 de marzo de 2022. El mismo ha sido debidamente revisado por su autora.

 

 

Por María Belén Milla Altabás*

Crédito de la foto (izq.) archivo del autor /

(der.) Ed. Vallejo & Co.

 

 

Diez toros o la traducción del sujeto

 

 

Un poema es un movimiento que se despliega en el mundo. En tanto traslado, supone un intercambio. El poema es vínculo, compromiso, enlace. De cierto modo, un poema es lo más parecido a iniciar una conversación con la realidad. En Diez toros de Omar Pinedo** (2021), el discípulo se reúne con el maestro. El movimiento desplegado entre ellos es uno que conduce a la verdad.

Conversar con la tradición implica ser interpelado por ella. Ante la inmensidad, poco se puede: el sujeto se diluye. Omar Pinedo, el homo scribens, vuelve transparentes las verdades del mundo desde el poema. Hace falta ser diáfano para hablar de lo diáfano. Ser piedra para dirigirse a la piedra. No es un yo individual, mucho menos privado: en Diez toros accedemos al plural, el yo en-común. Una voz ancha, amplificada. Es un yo que son muchos, hablando desde nuestro lado de las cosas. Es verdad que el poeta reescribe la parábola de los diez toros, pero su propuesta desborda ―y redimensiona― la cuestión de la escritura. Reescribir es sumergirse en agua más compleja.

 

 

Si el poeta visita el universo de los diez toros es para recrearse y recrearnos en él. Gaston Bachelard decía que “todo lector que relee una obra que ama, sabe que las páginas le conciernen”. De manera que Omar trae la parábola antigua hacia nosotros porque nos concierne. Al hacerlo, la libera del estatismo que suele imponérsele a la tradición y da muestras de su carácter humano, variable, y de su inmensa ―y todavía oportuna― sabiduría. En este movimiento hay verdad. Se descubre, en el aprendizaje, la belleza. Diez toros enseña a ver el mundo esencial, limpio de maleza. Solo entonces se llega al lugar relevante.

No sigo el camino de los antiguos, aclara Bashō en el epígrafe, busco lo que ellos buscaban. Se trata de salvar la pregunta y el fervor. Se conserva el pacto original, pero son otros diez toros. El poeta nos asegura que esta no es la traducción de un mensaje. Entendida como un traslado, la traducción, la traslatio, no es únicamente la mudanza de una estancia a otra, de un idioma a otro. No se pretende el traslado plano de la versión del maestro chino Kakuan aparecida en el siglo XII. Tampoco se trata de cambiar la palabra grillo por cigarra. Ni agregar el frío, donde originalmente se hablaba de una vitalidad exhausta.

 

El poeta Omar Pinedo

 

En cambio, el traslado de Omar opera en la sensibilidad, la estética, la forma de mirar. Esta es una traducción del espíritu. Es el sujeto quien se traduce en este ejercicio. Es el sujeto quien acaba siendo otro, y, a la vez, el mismo. El logro más complejo y elevado de traducción es aquel que consigue mudar la esencia del yo. Tal vez nuestra propia traducción sea el traslado más importante que puedan ofrecernos las palabras.

Sobre esto, desprendo una última idea que aventuro aquí: el encuentro con el toro puede ser leído como el encuentro con la palabra, mejor aún, con la poesía:

Demasiado látigo abrirá en su piel resentimientos/ demasiada soga inflamará su ira; mas de nö usarlas,/ desbocado escapará hacia las montañas.// El toro debe acostumbrarse a uno,/ seguirle, respetarlo. Solo entonces,/ sin amarraduras,/ obedecerá a su dueño.

 

La palabra también debe acostumbrarse a uno. Solo entonces nos seguirán los ciervos, nos cantarán las aves, y a un lado, expectantes, aplaudirán los grillos. El mundo marchará, al fin, con nosotros. Y dirigiremos las palabras como “ritmos eternos del viento”.

 

 

Un acto como el de Omar es emocionante, raro. Requiere de esfuerzo, delicadeza y responsabilidad. Supone un trabajo de reconocimiento y rescate, un empeño por trasladarse y traducirse. Si la poesía es una forma de enlazarse al mundo y a las personas ―o como reconoce el autor, “un artista verdaderamente humano no vive solo para sí”― entonces urgen más encuentros como este. Hacen falta diez toros para ir al centro de la vida, para “poner en manifiesto la belleza del poema, a veces oculta bajo capas de doctrina”. Aquí el traslado sincero del sujeto: el andar tenaz y conmovido como un peregrino. Aquí el poema con coraje reunido y las nuevas rutas al jardín. Aquí la poesía del pecho descubierto: vivir lo suficiente para apaciguar al toro.

 

 

 

 

*(Lima-Perú, 1991). Poeta. Licenciada en Literatura Hispánica por la Pontificia Universidad Católica del Perú, magíster por la Universidad Complutense de Madrid (España), donde actualmente cursa el doctorado en Estudios Literarios, e investiga la poesía peruana escrita por mujeres. En poesía ha publicado Amplitud del mito (2018 y 2019) y Todas las Nancys (2022).

 

 

**(Lima-Perú, 1988). No estudió filosofía ni literatura. No ha sido traducido a 227 idiomas. No ha ganado ningún premio. No ha sido incluido en ninguna antología, ni ha fundado un movimiento literario. No es docente universitario. Escribe sobre lo que quiere, como quiere, cuando quiere. Ama a sus amigos. No tiene deudas. Los cielos le sonríen. Vive feliz.