Por Silvina Mercadal*
Crédito de la foto (izq.) Taller Perronautas
Califato Impresor de Córdoba /
(der.) www.diegopersonae.wordpress.com
Diego Alfaro Palma: Poética y política de la bicicleta
“Hay en las vanguardias una agresividad, un elemento provocador, una afición por la intervención pública y el escándalo” escribe Alain Badiou. Sin embargo, hay experiencias de vanguardia sigilosas que se oponen a las estridencias de la provocación y se despliegan en el tiempo de manera discontinua, como el libro de Juan Luis Martínez que invoca Diego Alfaro Palma** en Bicicentrismo. Tratado especular.
En 1977 Martínez publicó el libro-objeto La nueva novela, el que circuló en forma clandestina en grupos literarios de Santiago, Valparaíso y Viña del Mar. El libro presentaba en la portada el nombre del autor duplicado con la variación -Juan de Dios Martínez- legible pero tachado, exhibiendo una autoría velada, o la tentativa de destronar la función autor. Los fragmentos de textos e imágenes de diverso origen componen un collage con referencias filosóficas, literarias, místicas e incluso delirios históricos que construyen un objeto tan enigmático como su creador.
En las antípodas de la novela —donde el sujeto aparece replegado sobre su Yo— la nueva novela explora los lindes de todo tipo de lenguajes, comenzando por la lengua de los pájaros, un afuera de la lengua humana, constituida por signos transparentes, malla de un lenguaje vacío, eslabonado por el silencio entre cada canto, guiado por los magníficos gurús de “la confabulación fonética”: Jean Pierre Brisset, Raymond Roussel y Marcel Duchamp.
El libro de Martínez muestra al autor como productor de micro-experimentos que desarman las categorías del pensamiento fijadas en ciertas dicotomías: pasado/presente, afuera/ adentro, frente/ revés, y aún más, genera alteraciones varias que buscan desplazar los signos y sus designios, como la creación de un silogismo a partir de un verso surrealista, o mediante la relativización de las certezas de la poesía china, o infiere el carácter espectral y metafórico de la historia —Napoleón observado en las manchas de un guijarro de sílex o el vértigo de una figura geométrica con el rostro de Adolf Hitler—.
El montaje de Alfaro Palma tiene por base una idea patafísica, sencilla y genial: la transformación social -en un sentido progresista- puede tener por aliada a esta suerte de prolongación mineral de nuestro esqueleto que es la bicicleta. “Durante largo tiempo la bicicleta ha sido cómplice indiscutida de nuestras revoluciones modernas; ha llegado el tiempo en que alcance su propia revolución y su propio lenguaje”, afirma el comité de redacción en la primera página. Así, el tratado se convierte en la notación de su participación en una historia acotada, aquella que abarca algunas fantasías revolucionarias, como la propia biografía del autor, tachado a su vez, o relativizado en tanto astuto compilador de materiales.
En este tratado la bicicleta indica la posibilidad de reelaborar una poética y una política de la emancipación, mediante una organización que tiene por cometido generar las condiciones —sensibles e inteligibles— para alcanzar la ruptura política revolucionaria, con su comité central, su manifiesto, su calendario de actividades, sus derivas místicas, sus inscripciones históricas, e incluso la anticipación de los usos contrarrevolucionarios.
El poema inicial imagina el origen de las bicicletas —anterior a los dinosaurios y las enormes libélulas—, las convierte en signo del momento histórico donde la historia natural se confunde con la humana y el cuerpo se mezcla con las máquinas. Y ofrece una definición posible: “Una bicicleta es: / a) Un pájaro de papel maché. / b) Un criptosistema simétrico. /c) El deseo de una orquídea. / d) Una máquina para el desplazamiento de un individuo libre e independiente de los preconceptos de la moral burguesa. / e) Una forma de autoconocimiento. / f) Ninguna y cada una de las anteriores”. En tal presentación se ensaya el sistema de opciones simultáneas que van configurando este singular tratado.
El libro —editado por Taller Perronautas Califato Impresor de Córdoba en 2019— es también un collage de textos e imágenes y una colección de afinidades secretas articuladas por la bicicleta. Comienza con una cita de Alfred Jarry y cierra con un poema de Cecilia Vicuña, puntuados por Julio Cortázar, David Harvey, Iván Illich, Pablo Neruda, George Perec, entre otros notorios poetas y pensadores ciclonarios.
En la página 53 se refiere el “ejercicio delirante” de Doran Andreiev, un mediocre aristócrata que en plena Revolución rusa se encierra en su finca en las afueras de San Petersburgo. Andreiev escribe su diario del “Fin del mundo”, mientras subido a su bicicleta francesa gira en círculos en sentido contrario al reloj, en un ritual que pretende “devolver el tiempo a su antiguo origen edénico”. El relato forma parte de Viaje alrededor de mi habitación (1917) de Pietr Zhadanovsky, obra prohibida por el régimen estalinista, aunque de culto para algunos intelectuales de la época.
Si el personaje de Andreiev expone los usos reaccionarios de las dos ruedas ¿Qué cabe pensar respecto del ejército de trabajadores precarizados de servicios de delivery que atraviesan las ciudades montados en sus bicicletas? Cada época sintetiza en determinadas tendencias el estado de sus relaciones sociales. Los trabajadores de estos servicios muestran la opresión interiorizada que predomina hoy como una segunda naturaleza, desdichado reverso del ethos que sostiene el comité central del Bicicentrismo: “nuestro único fin es la conquista de las grandes alamedas por donde pase el hombre libre”.