Por Dante Lecca*
Crédito de la foto archivo del autor
Como un sol enloquecido.
5 poemas inéditos de Dante Lecca
Dos espejos se miran y fluye una transfusión de sangre/imágenes
Dos espejos se miran y fluye una transfusión de sangre/imágenes una mujer desde adolescente hasta anciana el surgimiento expansión apogeo y decadencia del imperio de su carne y el soldado que viene del desierto selva playa ciudad incendiada para pedir por piedad seamos piadosos un tiro en la cabeza morir rápido que la agonía de no saber nada de mi familia es peor que todas las guerras juntas todo espejo es femenino y cruel apenas los centros están nítidos los bordes brumosos como ventanas de hospital de burdel de manicomio de cementerio donde te veo llevando flores secas en mi entierro toma maldito clavo el pico en tu espalda sonido de tierra árbol que se quiebra y salta un canto ella se marchó y se mató embarrándose de salsa de tomate como pintura de labios no soportaba la desesperación meticulosa de Chopin al piano los versos han muerto los monstruos de Goya se comieron las palabras Bien hecho mata a tu hijo mata a tu padre Dios te engañó no sabes lo que se avecina te cambio el siglo veinte y el siglo veintiuno por un par de monedas para mi pasaje del colectivo tengo miedo tengo miedo de llegar a mi casa no sé si habrán quemado mi cama donde dormía feliz y esa vela roja qué hace ahí dos espejos mirándose contándose lo que han tenido que soportar el poeta que lloraba y reía al mismo tiempo mi libro es bueno para quemar en el invierno mi libro es malo para limpiarse el culo ah y las escenas secretas de alcoba ropa interior tirada por el piso flores rojas blancas y amarillas no todo es negro hambre ruego y el cuchillo húndelo bien en la barriga y súbelo con fuerza al corazón como Vito Corleone vengándose del capo de Sicilia pan y aceite de oliva quiero ver un limón una zanahoria una papa una cebolla no la estatua de un ángel decapitado ven cuervo a mi hombro y acércate caballo blanco para saltar el abismo nada puedo hacer por ustedes espejos llenos de aflicción por la historia acumulada en sus fondos donde bailan desnudos jóvenes libres ey tú si tú claro que estamos solos dos espejos frente a frente tú quién eres y como en la física cuántica el observador modifica la realidad ven para mostrarte tus obscenas oscuridades nunca debieron decir eso y dudo si destruirlos con una comba o darles un beso y retornarlas mujeres para tomar un par de cervezas portuarias en uno de esos bares clandestinos donde Grecia se eterniza.
Esta vez hablaré de la luz
Esta vez hablaré de la luz desde mi ataúd de adobe arriba sobre la arena caminan me buscan para cobrarme una deuda aquí es oscuro como un corazón sin amor soy quien moldea la arcilla para que el Señor tome chicha suave el borde de la copa como acariciar un seno cráneo luna la vuelta de un océano al girar la tierra frotación de mis manos que luego llamarán música palpando el cuello de mi cuervo pez corcel viento bien mi amado necesito respirar salir de mi libro de aves a punto de volar pero el recibo de deuda de tres meses de Hidrandina me lo impide sin luz dentro de mi duna un gigantesco gusano de hierro excava en mi mente un día de vida un día de muerte estoy dentro de mí como en una roca necesito estallar la vía láctea mi eyaculación entre las piernas de mi mujer su sexo es la puerta al universo por eso la exploro con deleite debajo de su oreja está el sistema solar espera voy a orinar entre las rosas un árbol de lluvia somos todos miel sólida oro es el aire de los nobles muertos despierta perro desquiciado córtale la yugular al inútil que no supo evitar el declive ahora no eres nada loco calato por el desierto mientras tus siervos quemamos una biblioteca de quipus de lana y nos calentamos con hogueras de alacranes y balsas varadas cuando el mar fue jalado más al oeste por el sol y le puso cadenas y una roca nave encalló en la playa con algas verdes protegí mi corazón por sobre todas las cosas pulpo dame tu tinta para tatuar en mi brazo un delfín cuando salta sobre la ola hoy voy a hablar de la luz que nace en la boca de mi estómago.
Roma / Amor
Cielo vertical un escaparate de cristal que debo romper para entrar o salir a la realidad o es el aire hologramado como un flotante manuscrito en sánscrito con caracteres negro cuervo que Vuelan o paredes de ladrillos con fotos de rostros horribles que se prenden y apagan como semáforo de gritos y la ciudad es entonces un bosque de muertos un castillo un laberinto de celdas que rodean el centro como un abismo de relámpagos que hunde el Palacio municipal inmundo estoy al borde de una cornisa de una palabra de dos cabezas Roma / Amor que una mujer dejó antes de caer al vacío inesperado de la desolación aun con su vestido rojo a ver si les gusta tu moda abajo preciosa en el invierno de las fábricas abandonadas doy mis venas si quieres para que el viento de las espadas frote para ti un violonchelo de Bach ey que vendes una calavera Ambulante dame una mascarilla esto hiede o es mi alma y a cada paso subo bajo doblo entro salgo salto rodeo soy un ciego de ojos potentes como linternas de sol perdido en el sótano de un manicomio y mi mujer es ciega también y canta en una esquina boleros desconocidos con versos de Góngora y yo voy volando hacia su voz como en un cuadro de Marc Chagall para irnos a nuestra alcoba de inútiles lámparas azucenas junto al tarrito de monedas que ella consiguió y mi libro tallado en piedra susurrando a su oído linda Roma / Amor en el imperio lascivo de la noche.
Atravesando la noche
Los rieles bajo la lluvia atraviesan la densa pared con gaviotas atrapadas.
No puedo seguir entre los charcos todo acaba en un muro de aves cosidas.
Pero las gaviotas aletean y la pared está hecha de libros en vez de ladrillos.
Una inmensa biblioteca como una isla oscura con palpitaciones luminosas.
En uno de los millares de libros hay un poema que busco ansiosamente.
El tren sigue pasando bajo la lluvia, atravesando mi cuerpo y la noche.
A los costados conversan voces como antorchas de personas que no veo.
Nada veo dentro de mí ni afuera solo estoy parado como un árbol.
Alguien jala mis venas como una cuerda azul para sujetar el instante.
Como estar echado en una ambulancia que viaja toda la noche llevándome.
Sucesión de días donde a veces soy esta persona o un mar fulgurante.
Una mujer me citó en un cementerio con crisantemos y cruces negras.
Estoy en el cuarto de un hotel en una ciudad desconocida esperándola.
Viajé por diversas ciudades alquilando habitaciones para encontrarla.
Solo tengo el recuerdo de su voz en segundo plano sin rostro ni historia.
Llamaba a alguien que estaba en un bar donde cantaba Amy Winehouse.
Detrás de la voz en el teléfono y de la música que sonaba la escuché a ella.
Como detrás de una tormenta una brisa suave un pañuelo perfumado.
Una flor blanca en la garganta del diablo de la orquesta del Armagedón.
Gotas de lluvia o de sangre suero para el hombre que muere de infinito.
Si me detienen y preguntan quién soy diría solamente estoy enamorado.
No encontré el poema entre los millares de libros en la isla de la noche.
Ella era solo una voz secundaria detrás de una llamada a otra persona.
El canto de un pájaro de luz que mi corazón necesita de vida o muerte.
Como si mi madre al nacer me hubiera dejado este secreto cual amuleto.
Cada noche una guerra sangrienta por encontrarla en otras mujeres.
Ratas y lobos mastican las paredes acercándose a mi cuerpo desnudo.
El ventilador del techo gira a toda velocidad como un sol enloquecido.
Atado al asiento voy en un bus que atraviesa toda la costa peruana.
En el espejo del baño veo un cuadro de Francis Bacon al mirar mi rostro.
Bajé al mercado a tomar algo entre los cadáveres que venden ilusiones.
Toda la vida atravesar púas de fuego persiguiendo esa voz amada.
Mi reino de sombras por un poema no por un cuerpo acribillado.
Este infierno dura para rato debo tomar mi desayuno y seguir nomás.
Entonces improvisé estos versos como un jazzista borracho en un bar vacío.
Auto negro alazán frente al crepúsculo
ella abre la portezuela del auto
y se sienta de costado para ingresar
con las piernas pegadas como si fuera una sirena
y se saca los zapatos de taco
pues va a pedalear con los pies desnudos
como cuando camina sobre la arena
una vez que se acomoda en el asiento
coge el timón y se abre de piernas
para maniobrar los pedales
y con este movimiento sube subrepticiamente su vestido
encima de las rodillas
entonces prende el auto
pisa el embriague y el acelerador y arranca
a veces frena muy lentamente
en las curvas de la melodía del saxofón
en las nubes de la tarde
que la saluda al verla
soberanía del silencio destinado
a entronizar mis dedos príncipes
en el imperio del vino en que se ha convertido el aire
que gira desde el piso
por el espejo retrovisor la observo de reojo
me gusta la forma como maneja
semejante a una breve pieza de ballet
donde soy el único espectador
no importa a donde vaya
que deje atrás árboles o calles o gente
que camina triste o pensativa haciendo planes
para eludir el instante
cuando el instante ya decidió su destino
o que el mar, al costado del malecón,
le haga un guiño pícaro mientras ella sonríe
con sus labios de granada
sin dejar de manejar y danzar
entre fierros y tapicería de seda
apenas refrescada por el viento
que entra por la ventana
pone una canción de The Beatles
y se estaciona
auto negro alazán frente al crepúsculo
que relincha domado
por la vista
del mar
*(Chimbote-Perú, 1957). Poeta y narrador. Licenciado en periodismo por la Universidad Jaime Bausate y Mesa (Perú). Obtuvo la Medalla de la Ciudad de Chimbote (2016), la Medalla de la Ciudad de Nuevo Chimbote (2017) y el Diploma de la Comisión de Cultura y Patrimonio Cultural del Congreso de la República del Perú (2019) por su contribución a la literatura y la cultura. Fue coordinador de la Feria del Libro de Nuevo Chimbote en entre los años 2015, 2016 y 2017. Ha publicado 15 libros de poesía entre 1973 y 2023, así como libros de cuentos, de literatura infantil y la novela corta Infierno mínimo de Germán Solís (2018).