Por Andrés Ajens*
Crédito de la foto Paola Scagliotti
Cómo no leer — a Celan.
1 poema de Andrés Ajens
[…] my Criterion for Tune —
E. Dickinson
Celan y recelan pájaros de varia laya, pánzeres
anfibios, hienas, avispas, también simios. Más
desbocado hasta ahorita, el autor de Verdad
y método, quien, dizque hermeneuta eximio,
leyendo Todtnauberg, no sólo moteja a Celan
de romero (“hagiografía de San Martín”, clama
Lacoue-Labarthe; “faltaba nomás que la escena
entrase en la tradición del peregrinaje”, ayunta
Bollack), siendo que Celan es más que meridiano
en aborrecer romerías, aun ontoteológicas —cf.,
por caso, Wutpilger-Streifzüge (‘De furiosos
peregrinos, invasiones’, in Fadensonnen, donde
viene por demás en la cuarta línea el término
castellano Conquista)—, sino que Gadamer
llega a plantear que dicho poema atestigua
cómo Celan aprendió a comprender de a poco
la dureza de las supuestas palabras del santo
varón de la Selva Negra: “Solamente más tarde,
al volver a casa, eso que le había parecido
demasiado brutal en las palabras que Heidegger
había murmurado al andar, se le hizo claro: él
comenzó a comprender”. Mamma mia! (Celan
le escribe por esos días a Gisèle Lestrange: Puis
ce fut, dans la voiture, un dialogue grave [con
Heidegger], avec des paroles claires de ma part).
El más desbocado hasta ahora, pues alguien más
debocado (¿proeza de imperial aguilucho?) viene
a alzar la apuesta al leer un poema de Celan como
poema de la “claudicación” ante el fascismo,
el neofascismo de la hora —como el de ahora.
El poeta (Celan) se identificaría con la figura
que asiente, que considera bien, bueno (heißt
es gut) lo que el neofascismo, aun camuflado
con el velo azul de la judeidad (blauen Gebet-
mäntel), viene a reiterar. — ¿Cuál figura? La
gaviota (die Möwe), la gaviota sierva, esclava
de la arena (die sand-/ hörige Möwe). Habría
que citar completo Ausgeschlüpfte, ‘Recién
salidos’ (del cascarón), sito en Fadensonnen,
antes de volver a tal “claudicación” (estamos
citando) que supuestamente el poema declara.
Nos limitamos a consignar aquí la traducción
estándar de Reina Palazón (Trotta, 1999), con
algunas mínimas comarcas: SOLES / de quitina
de su cascarón escabullidos. // Los estegocéfalos
[Panzerlurche] / se revisten con los azules efodes
[Gebetmäntel, lit. manto, capa de la oración], la
gaviota / sierva de la arena [sand-/ hörige Möwe]
lo considera bien [heißt es gut], la avizora
aguavientos [Brandkraut; a oír Brand-kraut,
‘hierba de la quema’]/ vuelve sobre sí (geht in
sich; Fernández-Palacios y Siles: “vuelve en sí”).
¿Qué es quitina? ¿Qué son esos soles de quitina
[Chitin-/sonnen] que acaban de salir a escena?
¿Y cómo Arnau Pons, discípulo de Bollack y tra-
ductor de Von Schwelle zu Schwelle al catalán,
llega a leer ahí (¿pero dónde?) una declaración
de claudicación de Celan? La quitina, desde ya,
mienta la RAE: sustancia química blanca insoluble
en agua que se halla en el dermatoesqueleto de
artrópodos, es decir, de arañas e insectos varios,
en cualquier caso: nada prometedor. Pons mismo
asocia esa quitina con las estratagemas inmundas
de Claire Goll & cia. (de quienes le prestaron ropa)
para acusar de “plagiara” la poesía de Celan. Que
la gaviota sierva o esclava acepte, encuentre bien
o bueno que tales Panzerlurche —tales “anfibios
acorazados” (Fernández-Palacios y Siles) o “este-
gocéfalos” (Reina Palazón), en cualquier caso,
artrópodos de la quitina con más que notoria
consonancia con los Panzerwagen— se vistan
aun con el talit, el chal de la plegaria hebrea,
es lo que dice (críticamente) el poema: es
eso lo que está ocurriendo, es eso a lo que
asiente gustosa la gaviota sierva que Pons
identifica (¡¿pero cómo?!) con el “sujeto
lírico” celaniano; sujeto supuestamente
sujeto a la arena, las palabras, dice Pons,
para diferenciarlo del “sujeto histórico”,
que ya no estaría simplemente sujeto,
pues este se identifica, según Pons, con la
hierba de fuego que al cabo vuelve sobre
sí. Para rematar: “El poema muestra, pues,
una claudicación; la reflexión de un fracaso
que se acepta” (A. Pons, Descifrar el idioma,
traducir el poema, 2017). — Mamma mia!
(As a Butterfly / To the Meridian). Desde ya
no hay identificación alguna de quien habla
en Ausgeschlüpfte (Paul Celan o el hablante
poético, para el caso ahí lo mismo da): ni con
esa gaviota esclava ni con la hierba de fuego.
Forzar una eventual identificación sería ya
inscribirse en la filiación de soles de quitina,
acorazados anfibios y de quienes el poeta
estima que les prestan ropa, incluso celestes
chales. Si se quiere “identificar” a toda costa
una referencia histórico-literaria en la gaviota
sujeta, huélase la gaviota del primer poema
de Die Suchende (1966; mismo año, misma
data de Ausgeschlüpfte) de Nelly Sachs, con
quien Celan, meridiano, sostuvo un entrevero
creciente en la década de los sesenta y de paso
fuera una de las pocas personas en posición de
prestarle ropa (ropa judía) a esos Panzerlurche,
acorazados fósiles de la hora. Tal identificación
entre gaviota y poeta, Pons la hereda de Jean
Bollack, quien (en el contexto de una lectura
de Tübingen, Jänner) sugiere que con la gaviota
no estamos ante un símbolo sino ante un juego
asonántico entre Möwe (‘gaviota’) y Löwe (‘león’),
pero Bollack marra la trasposición con Celan; más
bien, otra vez, fuera con Leonie (alias Nelly) Sachs.
Tampoco el poeta de Ausgeschlüpfte se identifica o
se apropia del lugar de la hierba-del-fuego (Brand-
kraut),por mucha solidaridad que mantenga con los
restos de calcinadxs de Treblinka o Auschwitz, pues
¿cómo no oler en esos restos la hierba de la quema?,
¿que “vuelve sobre sí”, “en sí” o “a sí” ante la salida
de esos soles de quitina, de esos acorazados con los
que una gaviota sujeta consiente y les presta ropa?
Descifrar el idioma, traducir el poema, a no olvidar, es
antes que nada un intento por enmendarle la plana a
Evelyne Dueck, autora de L’étranger intime. Les tra-
ductions françaises de Celan, por alejarse demasiado
de una filología (y hermenéutica) crítica, por no haber
leído la lengua de Celan “como un idioma construido”
y, en suma, resta (tono eximio), a saber, por no haber
entendido nada sino nonada de la poesía de Paul Celan.
Celan y recelan pájaros de varia laya, pánzeres anfibios,
víboras ponzoñosas —No pasaran, pero—, aun eximios.
Y, sin embargo, súbita muda. De tono. ¿Cómo no agradecer
a Hans-Georg, a Pons? ¿Cómo no leer a Celan, detonas vos?
[Pirque/Maldonado,
5/13.9.19]
*(Concepción-Chile). Poeta, ensayista y traductor. Desde 2006 coordina la revista de poesía “Mar con soroche” (Santiago/La Paz). Ha publicado en poesía y ensayo “Cúmulo lúcumo” (2016), “Bolivian Sea” (2015), “Æ” (2015); “La flor del extérmino” (2011), “El entrevero” (2008), “Más íntimas mistura” (1998 y 2014) y “La última carta de Rimbaud” (1995), entre otros. A su vez, ha traducido del portugués “Poemas inconjuntos y otros poemas”, de Alberto Caeiro/ Fernando Pessoa (1996) y, de Raul Bopp, “Cobra Norato” (2016). En colaboración con el lingüista quechua boliviano Diether F. Chumacero ha traducido el “Ataw Wallpap p’uchukakuyninpa wankan” (‘Cantar del fin de Atahualpa’).