Celebrando los 50 años de «Navíos» (2024), de Rosina Valcárcel

 

Por Paul Guillén*

Crédito de la foto (izq.) www.limaenescena.pe /

(der.) Ed. Sol Negro

 

 

Celebrando los 50 años de Navíos (2024),

de Rosina Valcárcel

 

En 1974, el jurado del Premio de Poesía José María Arguedas otorgó el galardón a Rosina Valcárcel por su libro Navíos, compartiendo el reconocimiento con la primera parte de Solo el rapto voraz de una esperanza, de Julio Carmona.

Hoy, cincuenta años después de tan importante distinción, nos complace presentar esta edición conmemorativa como un homenaje a la trayectoria literaria y vital de Rosina Valcárcel.

No se conoce con exactitud la historia del Premio José María Arguedas, convocado por la Asociación Universitaria Nisei del Perú[1] entre las décadas de los 60 y 70[2]. Sin embargo, se sabe que se otorgaron premios en las categorías de poesía, cuento y novela, cuyos ganadores incluyeron a autores célebres como Gregorio Martínez, Luis Urteaga Cabrera, Antonio Gálvez Ronceros, entre otros. Cabe aclarar que este premio no es el mismo que el convocado por la Asociación Peruano Japonesa, actualmente llamado José Watanabe Varas.

Entre los datos recopilados, se sabe que en 1970 el Premio José María Arguedas en la categoría de poesía fue otorgado a Canciones desentonadas y alegres aterrizajes para evitar el suicidio, de Óscar Málaga. En 1972, el galardón fue concedido a José Rosas Ribeyro por el aún inédito Del extramundo, el mundo y el submundo, y otras situaciones. Al año siguiente, el premio fue compartido por Sitio, de Juan Bullita[3] y Estambre, de Rafael Yamasato[4]. En 1975, Rosa Natalia Carbonel fue galardonada por Para no hacer cosas desagradables o los días son trocitos de papel. En 1976, Jorge Luis Roncal obtuvo el premio con Discurso de las intenciones puras, mientras que en 1977 lo recibió Mario Montalbetti[5] por El MI, posteriormente rebautizado como Perro negro, 31 poemas. En 1979, Oswaldo Chanove recibió el galardón por Los animales jóvenes, obra que más tarde fue transformada y publicada como El héroe y su relación con la heroína.

 

La poeta Rosina Valcárcel

 

Navíos fue editado por Ediciones de la Biblioteca Universitaria[6], editorial dirigida por Francisco Carrillo, quien para esa fecha ya era director de la mítica revista Haraui. El libro de Rosina Valcárcel salió en una edición de mil ejemplares, con una portada ilustrada por Cristina Gálvez, y con diseño gráfico y caricatura de Lorenzo Osores. Estos artes se incluyen en la presente edición de Navíos. El pie de imprenta reza: “Se terminó de imprimir el 31 de marzo de 1975 en los talleres gráficos del jirón Ica 820. Lima, Perú”. Se trata del taller de imprenta Juan Barea, como figura en el lomo del libro.

Navíos se compone de tres secciones: “Navíos”, “Molinos” y “Crónicas”, que exploran, desde un estro lírico, el canto a los guerrilleros revolucionarios y un erotismo descarnado, presentes en poemas como “Román”, “Amor marihuana” y “Corté mis cabellos”. Estos tres poemas son inusuales dentro del panorama de la poesía peruana. La liberación del cuerpo de la mujer ha sido marcada por dos hitos importantes: Noches de adrenalina (1981), de Carmen Ollé, y En la mitad del camino recorrido (1989), de María Emilia Cornejo[7]. Sin embargo, es preciso señalar que un erotismo liberado ya se encuentra en Imágenes porque sí (1958) y La olvidada lección de cosas olvidadas (1966), de Julia Ferrer, y en este Navíos (1975), de Rosina Valcárcel.

No obstante, esa no es la única virtud de Navíos. Muchas veces, la poesía política en Latinoamérica estuvo marcada por los postulados del realismo socialista, pero la poesía de Valcárcel se aleja de esos derroteros. Un ejemplo claro es el epígrafe del libro, donde Valcárcel lo dedica tanto a un guerrillero (Juan Pablo Chang) como a una poeta joven y su compañero (César y Águeda [Castañeda]), quienes se ahogaron en el mar de Punta Negra. Este destino trágico marca profundamente a la generación de Valcárcel, que asistió al asesinato de varios poetas guerrilleros, como Javier Heraud y Edgardo Tello, así como a las muertes trágicas de poetas como Juan Ojeda o Luis Hernández. Sin duda, fue una generación signada por la muerte: el aplastamiento del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), junto con la tragedia de muertes autoinfligidas por jóvenes poetas.

 

 

La primera sección del libro, y en general todo Navíos, utiliza el verso de arte menor, lo cual es particular, ya que, por esos mismos años, la forma salmódica o el británico modo predominaban en la dicción de Cisneros, Hinostroza o Verástegui. En cambio, Valcárcel toma otro camino, adoptando una forma cercana al epigrama. Manuel Baquerizo enfatiza sobre Navíos que “se conjugan la cuita personal y la inquietud colectiva, el drama íntimo y las peripecias del mundo social” (p. 49). El tema central de este libro es el amor y la fugacidad de la existencia. En este sentido, se encuentran versos que sugieren una liberación del cuerpo, como en “Huir a los bosques”, donde leemos: “Besar los pies/ de cualquier hombre”. En otros poemas, Valcárcel escribe: “Arrancar/ la deseada piel/ del hombre”, enfatizando esta liberación corporal.

La segunda sección, “Molinos”, comienza con un epígrafe de Paul Éluard: “El tiempo usa palabras/ como el amor”. Aunque puede parecer un amor ideal, en varios momentos se revela como un amor carnal, como en el poema “Román”, donde se expresa: “Con ardor de mujer/ a los veinticinco años […] Eres el hombre/ y los hombres que he amado”. En “Marihuana amor”, quizás el poema más conocido del conjunto, encontramos: “Mis piernas se abrían/ como un valle quieto”. En otro poema de corte erótico, “Corté mis cabellos”, se lee: “Te regalo mi cuello y mis orejas/ y los senos también”. Aquí, la poeta se despoja de partes de su cuerpo y se las ofrece a su amado. Modesta Suárez señala que este poema representa la búsqueda de un amante perdido, afirmando que “la poeta se pierde a su vez en búsquedas que desembocan en un espacio vacío, donde los trazos del otro han desaparecido” (p. 81).

En otro tenor, el poema titulado “4 de setiembre”, en alusión a la fecha en que Salvador Allende fue elegido presidente de Chile, presenta una lectura donde, si bien la referencia política está presente, esta se media a través de la experiencia pasional: “Ciegos/ de tanta cercanía/ una noche enloquecimos/ fuiste león/ y yo ballena”. No se trata de un poema estrictamente político, sino de un poema sobre el erotismo con referencia política.

Más adelante, en la misma sección, la poeta afirma: “Es difícil escribir/ pero hablar es peor/ mejor es abrazarse/ y confundirse entre las flores/ y los animales./ Después, cantar se hace más/ sencillo”. Aquí, la escritura se presenta como un acto difícil, al igual que la política o el discurso, mientras que amar y tener sexo se perciben como actos más naturales y prístinos. La función de la poeta es entregarse al amor y al sexo, y cantar, ya que la poesía es el canto inaugural de la existencia humana.

 

La poeta Rosina Valcárcel

 

La última sección del libro, titulada “Crónicas”, como ha señalado Baquerizo, se relaciona “con la asunción del pensamiento marxista” (p. 50). En estas páginas se abordan los viajes a Europa y el asombro ante las tumbas de Marx y Vallejo. El poema “Ciertas campanas” hace referencia a la muerte de Javier Heraud: “En mayo/ los muertos/ ensordecen”. El siguiente texto, titulado “Edgardo Tello”, recuerda a este poeta que partió a La Habana junto a Heraud y otros compañeros, y que se enlistó en el Ejército de Liberación Nacional. Tello, conocido bajo el seudónimo de Cuyac, fue aniquilado en 1965 en las montañas de Tincoj, sobre el río Apurímac.

El penúltimo poema del libro, “Gratuidad de la enseñanza”, hace referencia a una huelga en Huanta, Ayacucho, que dejó varios muertos a causa de la represión estatal. Dicho sea de paso, este acontecimiento fue el detonante para la composición de la emblemática canción “Flor de retama”, de Ricardo Dolorier. Finalmente, en el poema “11 de septiembre”, que alude al día en que Pinochet dio el golpe de Estado contra Allende, se plasma la indiferencia ante la muerte de los más desprotegidos.

Navíos, de Rosina Valcárcel, entrelaza erotismo, lirismo y compromiso político, mostrando cómo los cuerpos se abisman en la experiencia pasional, y cómo sobreviven en medio de la opresión y las inequidades. Por eso, celebramos la permanencia de la obra de Rosina Valcárcel como un canto que se alza contra la guerra, el hambre y el odio, y en defensa de la belleza, el amor y la paz.

 

octubre de 2024

 

 

Referencias

Baquerizo, M. (2018). Lirismo y rebeldía. En G. Minardi (Ed.), Alquimia y fuego. Antología crítica de la obra poética de Rosina Valcárcel (pp. 49-59). Editorial Horizonte.

Suárez, M. (2018). “Donde mi corazón desnudo”: El tema amoroso en la poesía de Rosina Valcárcel. En G. Minardi (Ed.), Alquimia y fuego. Antología crítica de la obra poética de Rosina Valcárcel (pp. 77-85). Editorial Horizonte.

 

 

 

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[1] “Fundada en 1961 por estudiantes de San Marcos y Católica, entre otras universidades, la Asociación Universitaria Nisei del Perú (AUNP) fue una de las más importantes agrupaciones de la comunidad nikkei que realizó actividades académicas, culturales, obras sociales, entre otras” (Asociación Peruano Japonesa, 2021. https://acortar.link/diZ4o6).

[2] El premio de poesía según los datos recopilados se convocó entre los años 1966 y 1979. Por ejemplo, en 1968, Rosa Cerna Guardia se alzó con el segundo puesto por Mis palabras al viento. En 1977, Giovanna Pollarolo también fue galardonada en dicho certamen.

[3] Este dato figura en González Vigil, R. (1999). Poesía peruana Siglo XX. Tomo II. Ediciones COPÉ. p. 264. Gracias a Juan de la Fuente Umetsu por su ayuda en la ubicación de este dato.

[4] Un muy bien documentado texto sobre este autor fue escrito por Sánchez D. A. (2016). El misterio de Rafael Yamasato. Vallejo & COhttps://acortar.link/C7XvKs.

[5] Los datos sobre Málaga y Montalbetti se pueden consultar en el libro de Yrigoyen, J. C. y Torres Rotondo, C. (2024). Poesía en rock. Voces y documentos de una rebelión 1966-1991. Altazor. Además, el dato sobre el libro de Rosas Ribeyro fue compartido por Yrigoyen en una comunicación personal.

[6] Ediciones de la Biblioteca Universitaria publicó varios libros de las generaciones del 50 y 60, entre ellos: Comentarios reales (1964), de Antonio Cisneros; Casa nuestra (1965), de Marco Martos; Origen del sueño (1965), de Luis Enrique Tord; Sobre el dorso de la noche (1965), de Luis Hernán Ramírez; En busca del tema poético (1965), de Francisco Carrillo; Vida continua 1944-1964 (1966), de Javier Sologuren; Palabras al hermano que me habita (1968), de Carlos Henderson; Cita en la puerta del zoo (1974), de Rafael Drinot Silva; Salamandra de hojalata (1977), de Manuel Pantigoso, entre otros.

[7] Hay que puntualizar, en este caso, que los “célebres” poemas de Cornejo salieron en el primer número de la revista Eros (1973), que fue dirigida por Isaac Rupay.

 

 

 

 

 

*(Ica-perú). Poeta y ensayista. Ddoctor en Literatura por la Universidad de Pittsburgh (EE.UU.) y director del sello Sol Negro. Se desempeña como catedrático en la Universidad Científica del Sur (Perú).

 

 

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