Caral: Cuando el desierto habla con voz de mujer. Entrevista a Ruth Shady, por Claudia Cisneros

 

Reproducimos en Vallejo & Co., una entrevista realizada por la periodista Claudia Cisneros a la arqueóloga Ruth Shady Solís*, reconocida por haber descubierto la ciudadela de Caral. Como se sabe, Caral es una de las expresiones más importante de nuestra civilización y la ciudad más antigua del continente Americano.

En el año 2013, la Red Interamericana de Academias de Ciencias (IANAS) editó un libro que reconoce y rinde homenaje al trabajo de mujeres destacadas del ámbito científico en América. La presente entrevista apareció en ese contexto.

En ese entonces era de conocimiento público que la arqueóloga estaba sufriendo la amenaza de traficantes de tierras que afectaban los predios de la ciudad sagrada de Caral. Tres años después las cosas solo han empeorado.  En los últimos días la tensión se ha expresado en violencia: alguien ahorcó y colgó a “Paloma”, una de las perras guardianas de la arqueóloga Ruth Shady en la ciudadela. Semanas atrás también dispararon contra su auto. Sirva la difusión de esta entrevista para sensibilizar al público sobre el extraordinario aporte de la profesora Shady, así como para hacer un llamado de atención a nuestras autoridades a la obligación legal y cívica que tienen de proteger este patrimonio nuestro y de la humanidad. Una obligación que por la desatención sostenida del gobierno se ha puesto sobre el hombro Ruth Shady, una de las más importantes investigadoras de nuestra memoria histórica y a quien no debemos dejar sola.

 

 

Por: Claudia Cisneros Méndez

Crédito de la foto: ©Daniel Riglos

 

 

Caral: Cuando el desierto habla con voz de mujer.

Entrevista a Ruth Shady

 

 

Rompiendo paradigmas

No le creyeron. Cuando Ruth Shady le contó a sus colegas arqueólogos los resultados de la investigación que estaba haciendo en el Valle de Supe, Perú, creían que estaba exagerando. Y es que además de joven era una mujer en una actividad que monopolizaban casi en exclusiva los hombres. Pero decidieron no creerle sobre todo porque sus hallazgos obligaban a nuevas interpretaciones y rompían paradigmas.

Hasta entonces, la cultura Chavín de Huántar era conocida como la civilización más antigua del Perú, y el hallazgo de Ruth cambiaba esa historia de un plumazo. Una joven arqueóloga no sólo había encontrado a la civilización peruana más antigua, sino que pasaba a ser la primera civilización de toda América. Con 5 mil años de antigüedad, Caral pasaba a ser anterior a la cultura olmeca, de 1800 años, o a la cultura maya, de 3 mil años. ¨Fuimos a conversar al Instituto Nacional de Cultura (INC) pero no consideraban los resultados; asumían que yo estaba exagerando.¨ Pero ella estaba segura, así que continuó su búsqueda de fondos para desarrollar lo que ya intuía que sería la investigación de su vida. ¨Me encontraba motivadísima porque sabía que estaba ante un hecho histórico que cambiaría todo el conocimiento sobre los comienzos de la civilización en América.¨

 

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En uno de los once sitios en investigación, Caral (Valle de Supe, Perú), que tiene una extensión de 67 hectáreas.

 

Un toro en su carpa

Los primeros meses de la investigación fueron muy difíciles. La carretera casi no existía, era un terral. Acampaban en las terrazas eriazas cercanas a la cordillera, sin agua, desagüe o luz. Ruth y cuatro ex-estudiantes suyos, entonces convertidos en colegas, se turnaban para preparar los alimentos en una cocina artesanal que improvisaban conectando un balón de gas. “Trabajamos con mucha dificultad entre 1994 y el año 2001. Una noche fui a conversar con un campesino de la zona, cuando escuché un gran ruido. Salí a ver, un enorme toro se había sentado en mi carpa, yo acababa de estar descansando allí. Por pocos segundos me hubiera aplastado.¨

Pero Ruth no tenía tiempo para toros ni lamentos. La historia esperaba ser desenterrada y vuelta a narrar con los nuevos datos:¨ Nos dimos cuenta que Caral era un sitio muy especial, muy antiguo, Pre-cerámico pero que, sin embargo, tenía un espacio construido extenso y complejo con arquitectura monumental, que no se esperaba en este tipo de asentamientos tan antiguos.¨ 

Ruth capeó al toro y a otras bestiales dificultades. Su motivación y profesionalismo fue contagiando a otros. El alcalde del distrito comenzó a dar algunos apoyos logísticos, el INC le prestaba esporádicamente un vehículo de transporte y consiguió un fondo de National Geographic para asegurar el primer tramo de sus investigaciones.

 

Por la ciencia y por la gente

Pero no solo se enfocó en la investigación y la conservación de la arquitectura monumental. A ella le preocupaba la gente. ¨Yo decidí que no era suficiente trabajar sólo en el patrimonio cultural, sino también en mejorar las condiciones de vida de las poblaciones del entorno.¨ Ruth quería que ellas sintieran orgullo, que se beneficiaran de aquello que era de todos y que gracias a ello tuvieran mejores condiciones de vida. ¨Queríamos que las poblaciones se identificaran con ese patrimonio y lo asumieran como suyo; que éste sustentara su identidad y cohesión¨. Si sus vidas mejoraban gracias a Caral, tendrían además de orgullo, responsabilidad y compromiso que podrían transmitir a las nuevas generaciones.

Con esa perspectiva organizó “talleres participativos” con un grupo de académicos e involucraron a las autoridades políticas de la zona y a las poblaciones para la elaboración de un Plan Maestro con la finalidad de promover un desarrollo integral y sostenible. Este programa planificado fue aprobado por el Congreso peruano en el 2006. Pero los constantes cambios en las políticas de Estado y la burocracia, han ocasionado que seis años después las autoridades aún no hayan puesto interés en su ejecución. ¨Yo soy perseverante, sigo haciendo gestiones. No es posible que no se logre aplicar el plan de desarrollo integral para las poblaciones.¨ 

No es pura casualidad que Ruth se interesara por la gente al tiempo que por la ciencia. Cuando joven decidió estudiar dos carreras en paralelo: Arqueología-Antropología y la carrera de Pedagogía. ¨(Ríe al recordar) Era un desafío, en la mañana estudiaba Arqueología-Antropología, en la tarde Inglés, y por las noches Pedagogía. Pero yo lo hacía feliz, me encantaba aprender, era lo que quería porque adoro la ciencia pero, también, quería ayudar a la sociedad.¨ 

 

La niña que soñaba que descubría ciudades antiguas

Apenas tenía ocho o nueve años cuando su vocación quedó sellada. Su padre, nos cuenta, fue su primera gran inspiración. Un inmigrante de Praga que admiraba la cultura antigua peruana.¨Nos llevaba a conocer sitios arqueológicos, pero a la vez nos mostraba los contrastes socio-económicos entre las áreas rurales y las urbanas. Cada cumpleaños, mi padre me regalaba una colección de libros de Historia. Las tenía todas. Y yo soñaba que descubría ciudades antiguas, y escribía sobre ellas…, me veía en mi fantasía como una gran exploradora….¨ Tuvo también excelentes maestros en la Universidad. Allí estaban el gran conocedor de la geografía andina, Javier Pulgar Vidal, el entrañable filósofo Augusto Salazar Bondy, la notable estudiosa Ella Dumbar Temple (¨nos transmitía información de las crónicas de los siglos XVI al XVIII y yo me imaginaba aquellas sociedades¨), el arqueólogo e historiador del arte, Jorge Muelle y el prestigioso arqueólogo social Luis Lumbreras.

Sin embargo no fueron pocas las personas y familiares que la instaron a cambiar de profesión, pero ella jamás dudó y cada obstáculo o resistencia solo sirvió para afianzar más su convicción y elección. ¨Para mí, lo importante es que nos realicemos en lo que es nuestra vocación y nos gusta hacer, no en lo que nos dicen otros. Hay que ser disciplinada y perseverante, no amilanarse ante los problemas, darles solución y tener siempre la actitud y voluntad de lograr nuestros objetivos pero, también, con respeto a los demás; esa debe ser nuestra consigna.¨

 

Contra el prejuicio de género y del conocimiento

Ruth sabe lo que es luchar contra los obstáculos, lo ha sabido toda su vida, como profesional y como mujer. ¨Hubo profesionales varones que han procurado no darle importancia a mi trabajo científico tratando de destacar condiciones físicas de mi  persona. Pero yo no me he sentido disminuida, les he hecho reconocer su error y han aprendido a respetar mi trabajo¨. Sabe también de otro tipo de obstáculos, como los burocráticos, y los que generan el poco interés por la cultura. ¨Falta en mi país afianzar políticas de Estado, de corto, mediano y largo plazo, que incluyan al patrimonio arqueológico como recurso; de ese modo los cambios de autoridades y funcionarios no afectarían la continuidad de los programas. Pasamos años haciendo gestiones para que se asignen presupuestos a determinados proyectos y cuando los logramos, vienen los cambios, y se debe volver a empezar.” No obstante, sigue adelante con su trabajo y equipo multidisciplinar. “En lo referente a la investigación excavamos los materiales contextualizados en once asentamientos de la civilización Caral y los procesamos con profesionales de diversas disciplinas (biólogos, ictiólogos, físicos, químicos, geólogos, etc.) de nuestra entidad o por medio de convenios con otras instituciones del país o de otros países, para inferir la información necesaria y hacer interpretaciones sustentadas sobre el sistema social de la civilización Caral, los cambios que se dieron a través de los mil años de su prestigio o las causas del abandono de sus destacados centros urbanos”.

 

El presidente llega de visita

Era una mañana como tantas otras del 2001. Ni los vientos del desierto auguraban lo que estaba por suceder. Tras años de insistir en que las más altas autoridades se interesaran en este hito mundial, un presidente, por fin, había escuchado sus gritos desde la arena. Ruth apenas podía creerlo cuando recibió el mensaje de que el Dr. Valentín Paniagua, Presidente de la República y sus ministros llegarían de visita. ¨Para mí fue un hecho relevante. Ha sido el presidente que en 18 años expresó su interés por el patrimonio arqueológico. Llegaron en helicóptero a las 9 de la mañana, les hice recorrer la ciudad hasta las 4 de la tarde, tratando de mostrarles la impresionante arquitectura (que entonces era difícil de percibir por quien no era arqueólogo) y transmitirles los conocimientos que estábamos infiriendo. Nos felicitó y preguntó a cada uno de sus ministros cómo desde su sector o ministerio podía apoyar a la investigación que estábamos haciendo en este importante hito histórico peruano.¨

Días después la convocaron a Palacio de Gobierno. El presidente quería saber cómo se sustentaba económicamente tan importante investigación. Debe haber conmovido en extremo al mandatario con los detalles de la austera economía del proyecto porque esta fue su reacción: ¨Al retirarme, el presidente me miró y me dijo: doctora, acá en Palacio hay una combi (camioneta rural). Llévesela, ustedes la necesitan más que yo.¨ El entonces presidente también le pidió montar una exposición museográfica de Caral en Palacio de Gobierno para iniciar la difusión de sus valores culturales. Otra de sus importantes contribuciones fue el Decreto Supremo que declaró Caral de interés nacional, así como la asignación de un presupuesto de una partida del Ministerio de Economía.

¨Ese fue el primer reconocimiento que hemos recibido. Aunque después hubo que luchar por un segundo Decreto que independizara el monto que nos fue asignado del presupuesto de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, y así poder ejecutarlo sin problemas.¨

 

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Ruth Shady con el presidente Valentín Paniagua (a su derecha) y el ex-Sec. Gral de Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuéllar (en frente) en Caral. Año 2001. Fuente: Zona Arqueológica Caral.

 

Una mujer, un mensaje, un objetivo

Ruth está convencida que el patrimonio arqueológico en el Perú es un recurso para promover desarrollo y, a diferencia del petróleo o la minería, no daña el medio ambiente y es una de las industrias más rentables. ¨No solamente tiene un valor turístico o económico, también es importante para recuperar la información histórica, y conocer cómo se manejó el territorio de este país a través de miles de años, cómo fue la organización social y por qué tuvo tanto éxito.¨ Ruth vive para que el mundo y los peruanos conozcan que Caral no sólo fue la primera civilización del Continente (antes del tiempo que en Egipto se construía la pirámide de Sakara y, posteriormente, las pirámides de Ghiza), sino que, a diferencia de otras civilizaciones, al parecer fue una sociedad no guerrera (no hay rastros de armas ni de murallas defensivas), en la que el Estado  funcionaba en coordinación con los representantes de la sociedad civil, interesados en la producción de conocimientos, en la ciencia y tecnología para mejorar sus condiciones de vida. Una muestra son sus construcciones antisísmicas, reconocidas por actuales científicos japoneses.

Pero no solo la ciencia y el conocimiento fueron importantes para los habitantes de Caral, también asuntos tan adelantados como el rol de la mujer en la sociedad. ¨Desde que se formó la primera civilización en América hubo equidad de género.¨ La mujer tuvo acceso al poder. También para Ruth, hoy como ayer, ¨las mujeres debemos tener las mismas opciones para involucrarnos en cuanta actividad sea de interés nuestro y de la sociedad.¨

Es consciente de que si bien se han tenido avances significativos en diversos campos del conocimiento todavía hay un camino largo para que los beneficios que se obtengan sean compartidos por los seres humanos sin distinción, preservando las condiciones de vida en el planeta. Las trabas u obstáculos, ¨quizás provengan del fomento de la cultura del individualismo y del aprovechamiento excluyente de la producción económica. Para quienes recuperamos el mensaje de sociedades ancestrales como Caral, sabemos que debe ser el bienestar común el que  guíe nuestro trabajo. Debemos preocuparnos por generar beneficios que se extiendan al resto de la sociedad.¨

 

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Ruth Shady Solís
Foto: Daniel Riglos

 

La mujer, la madre, la científica empedernida

Arqueóloga, antropóloga, pedagoga, mujer de armas tomar y en medio de todo, madre. No ha sido fácil, el trabajo del arqueólogo es obligatoriamente de campo. ¨Tengo dos hijos y toda mi vida profesional he tratado de alternarla con su crianza y educación. Felizmente, tenía a mi madre que me ayudaba. Pero  ciertamente el trabajo me alejaba a veces bastante de ellos.¨ Asegura que intentó interesarlos en la arqueología, ¨Pero no lo logré. Creo que se saturaron. (Ríe) Los dos son economistas con una preocupación por el desarrollo y el servicio social. He formado muchachos con valores y estoy satisfecha de haberles podido dar las condiciones para que logren su desarrollo en la vida.¨ Esa es la mayor satisfacción personal de Ruth.

Y como profesional siente también un orgullo especial por el equipo multidisciplinario que ha logrado cuajar. Ha sido ese grupo de gente dedicada y comprometida el que ha contribuido a que se conozca el sistema social que caracterizó a la civilización de Caral. ¨Nos reconforta el reconocimiento mundial, que se ha obtenido, a los valores de la Civilización Caral; así como la posibilidad de poder transmitir a la sociedad actual y del futuro la importancia de la interacción social en condiciones de paz entre sociedades de diversas culturas e idiomas, que intercambiaron recursos, bienes, experiencias y conocimientos producidos en el territorio andino, que es contrastado y muy variado”.

Ruth está convencida que la relación intercultural propiciada por el sistema social de Caral fue lo que hizo posible el precoz desarrollo en esa área norcentral del Perú; y ese un mensaje potente que el mundo de ayer quiere alcanzar al de hoy. Pese a los seis milenios desde la formación de las civilizaciones y de la vida en sociedades de organizaciones complejas, no hemos logrado fortalecer nuestra identidad comunitaria como para ponernos a salvo de nosotros mismos. Ruth se identifica con esta necesidad. “Se requieren reflexiones para no exterminarnos nosotros mismos. Y, por supuesto, me siento igualmente motivada por tener la oportunidad de contribuir en la mejora de la calidad de vida de las poblaciones del entorno de Caral y de estar formando arqueólogos con una visión diferente, de identificación con la realidad social diversa del país.¨

La entrevista debe terminar pero nos cuesta decir adiós a Ruth, la arqueóloga indoblegable, la madre irrenunciable, la incansable investigadora de la civilización que cambió el relato de nuestro continente. Se nos hace difícil dejar a la intensa difusora de esa ciudad milenaria llamada Caral, de sus valores sociales y culturales, de su complejidad social y política, de su énfasis en el colectivo organizado, su arquitectura monumental y su interés por el conocimiento y la calidad de vida de sus habitantes. Debemos partir pero acá queda escrita esta historia.

Dos de sus once perros han salido a despedirnos. ¨Adoro los animales. Todos nuestros perros han sido rescatados de la desgracia.¨  Es lo que hace en sus ratos libres, además de leer, disfrutar del afecto de su familia, el yoga y las caminatas.

Sabe que debe seguir abriendo trocha, que no será fácil, nunca lo es. Pero una frase de su padre le sirve de impulso y llegada en cada tramo. Así le dijo: ¨Construye una casa, que es mi familia (se responde a sí misma); planta un árbol, que es el desarrollo de mis hijos (continúa); y escribe un libro, que es mi quehacer (se reafirma), para sentir que valió la pena haber vivido¨.

Estamos seguros que no será la última vez que veamos a Ruth. Su historia ahora es parte nuestra y suya, lector. Somos parte de la misma historia.

 

 

 

 

 

 

* Doctora en Arqueología y Antropología; licenciada en Pedagogía; profesora principal de Arqueología en la UNMSM; conductora de la investigación multidisciplinaria sobre Caral, la civilización más antigua de América; directora de la Unidad Ejecutora 003 – ¨Zona Arqueológica Caral¨ del Ministerio de Cultura; doctora Honoris causa en cuatro universidades; medalla de Honor del Congreso de la República del Perú.

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