Por Gladys Mendía*
Selección de poemas por Gladys Mendía
Crédito de la foto archivo de la autora
Brevedad y experiencia vital
en la poética de Belén Ojeda**
Belén Ojeda es el secreto mejor guardado de Venezuela. Es por eso que mi intención es visibilizar una poética que considero esencial en la literatura hispánica.
La poesía de Belén Ojeda condensa en su brevedad la experiencia vital, producto de su lenta observación y depurada escritura. Sus libros son: Días de solsticio (1995); En el ojo de la cabra (escrito en 1994); Territorios (2000); Graffiti y otros textos (2002). En 2020, LP5 Editora publica Obra Completa (1995-2020) que incluye también dos libros inéditos: Memoria de la luz (2000) y El cuaderno de Colombina (2020).
La magnífica obra de Belén Ojeda plantea un viaje a través del lenguaje poético, epistolar y diarístico manifestando la compleja condición humana sin argumentos ni dramas. Hallamos aquí versos sobre la impermanencia, la migración, los ritmos de la naturaleza, la despersonalización, y el silencio vinculante.
Belén Ojeda comienza a escribir Días de solsticio cuando regresa a Venezuela. Al terminar el bachillerato ganó una beca para proseguir estudios musicales en la Unión Soviética. Estudió Dirección Coral en Moscú durante ocho años. Los estudios musicales y la lengua rusa la alejaron de la poesía en castellano, al mismo tiempo que la acercaron a la lengua y literatura rusas. En el coro cantaban obras con textos de Pushkin, Lérmontov, Fet, Blok, Esenin y otros poetas rusos.
Regresó a Venezuela en el año 1987 y en 1988 ingresó al Taller de Poesía del CELARG, coordinado por Ida Gramcko. A partir del regreso se reencuentra con la lengua materna y retoma la escritura. Por eso la publicación de su primer libro ocurre en los años noventa.
Los textos breves de Días de solsticio concentran esa experiencia del redescubrimiento con el paisaje y con el idioma. Esa búsqueda continuó en los libros En el ojo de la cabra y en Territorios. En este último, paisaje y lenguaje son indivisibles.
En Graffiti y otros textos establece diálogo con algunos autores y obras usando géneros que se han perdido y por los cuales ella siente nostalgia, como las cartas y los diarios. En ese período Belén estaba trabajando, paralelamente, en la traducción de Anna Ajmátova, Marina Tsvietáieva, Ósip Mandelshtam y Borís Pasternak. Puede apreciarse el diálogo con procesos políticos, económicos, relacionales y ambientales. Dice el escritor venezolano Luis Enrique Belmonte en el prólogo a Obra completa:
Así, querido lector, en este libro (Graffiti y otros textos (2002) podremos leer las confesiones del funcionario que condenó al ostracismo a Bulgakov, Ajmátova, Pasternak y Tsvietáieva; a Pávlova bailando en el Amazonas, durante la dinastía del caucho; el diario de Smilka Milova, escrito en 1944, durante la segunda guerra mundial, entre Zagreb y Belgrado; una carta escrita por Hamlet para su autor; meditaciones de Bach; extractos del apócrifo ‘diario de Müller’ y otros textos atribuidos a Velázquez o Goya, por ejemplo. Vidas ajenas, ausentes, pasadas, que regresan desde territorios extraños para habitar la poesía visionaria de Belén Ojeda. (Obra completa: 12)
Belén Ojeda siente preocupación por el lenguaje y por la memoria. De ahí su amor por las cartas, los diarios; esa escritura lenta y profundamente existencial. En una entrevista que le hice a Belén, ella dice:
Lo que antes plasmábamos en cartas, hoy se registra en correos electrónicos y mensajes de texto o de voz, los cuales tienen una breve permanencia en el tiempo. La correspondencia es un género en extinción, mientras que los mensajes forman parte del discurso ‘líquido’ destinado a un uso desechable.
En su libro Memoria de la luz la poesía es inspirada por las reuniones con las escritoras venezolanas Ida Gramcko y Elizabeth Schön. En casa de esta última, conoció la obra plástica de Elsa Gramcko y de su esposo, Carlos Puche. Aquí, Belén nos señala también su búsqueda mística y trascendental. A través de la inmersión y el diálogo con obras pictóricas de grandes maestros de la luz en el arte plástico contemporáneo venezolano como Carlos Puche, Elsa Gramcko, y Armando Reverón. Eran también días en los que ella visitaba Macuto (playa del litoral venezolano) con frecuencia. Le gustaba esperar el atardecer a la orilla del mar, mientras veía los barcos y los aviones que llegaban o partían. Algunas veces entraba al Castillete (antigua casa construida por el artista Armando Reverón). Ella cuenta que tal vez por eso se hizo presente en sus versos este pintor venezolano.
Belén en su proceso de escritura intenta escuchar más allá de lo audible, los silencios que nos vinculan con el mundo, las pausas entre los diálogos, la música de las conversaciones entrañables que establecemos con nuestro entorno, la sonoridad del sentido. Es una aguda observadora e interpretadora de los signos y símbolos a nuestro alrededor. Ama intensamente el mundo de los fenómenos y halla sentido en cada uno de ellos, realizando, tal vez sin darse cuenta, una hermenéutica simbólica de la realidad.
Indudablemente, la poética de Ojeda está influenciada por la cultura rusa, donde la modernidad no logró eliminar la familiaridad que mantienen con la tierra y sus faenas. Y allí, donde el invierno es largo y las demás estaciones cortas, pasó varias temporadas en la “dacha” de su maestra de Dirección Coral, Ludmila Ermakova. La aldea está ubicada a una hora de Moscú, más allá de Peredélkino, el lugar donde vivió Parternak. En aquella experiencia de vida, fue tomando conciencia del valor de lo efímero. En la época de la primavera, el agua de los riachuelos congelada durante varios meses comenzaba a fluir. Iban apareciendo las flores, los lirios del valle y las nomeolvides, luego los tulipanes y las lilas. En el verano llegaban las fresas, las moras, las grosellas y la uva espina. En los días lluviosos el aire estaba perfumado por el aroma de los tilos. El fin del verano llegaba pronto y de nuevo el cambio. La naturaleza marcaba el ritmo externo e interno en Belén, quien experimentó: “los rituales de la estación, el abandonarse a la identificación con la naturaleza, sentir las resonancias del cielo y de la tierra, entrar en la llanura de su propio corazón.”
En el trópico, su lugar natal, nada de esto sucede. Es un eterno verano con épocas de lluvia o sequía. Aunque también lo fugaz se hace presente. En una entrevista que hice a Belén Ojeda para incluirla en Obra completa, dice: “Es tan breve la fragancia de los caobos caraqueños en abril, o la luz que traen los araguaneyes a las mañanas de enero…” Y después sigue:
La música también es efímera e inasible. Fluye inacabada. Cada interpretación que hacemos, aún de la misma obra, es distinta. Siento afinidad con la cultura del lejano oriente, pero no es algo metódico ni intelectual. Practico Chi-Kung desde hace varios años. Dicen los maestros que, con el tiempo, esta actividad va generando cambios en la percepción del mundo. Creo que me identifico con lo que la cultura oriental llama Wabi-Sabi, aunque he llegado por otros caminos. (Obra completa: 417)
Belén es músico profesional. Da clases de Lenguaje y Análisis Musical. Se ha desempeñado como directora coral y como coralista. Mantiene un diálogo permanente con la música y con la poesía. La música y la literatura siempre han estado presentes en su vida. De niña le gustaba cantar. Luego comenzó a estudiar Solfeo y Piano. Más tarde eligió la Dirección Coral, “porque es una especialidad en la cual música y poesía son inseparables”.
Cuando regresó a Venezuela, después de terminar sus estudios de Dirección Coral en el Conservatorio “Chaikovsky” de Moscú, sintió nostalgia por la lengua y la poesía rusas. Desde entonces su escritura personal y la traducción se han alternado. En 1989 se celebró el centenario del nacimiento de Anna Ajmátova y comenzó a traducirla. Después continuó con otros autores rusos de esa época.
En la ya mencionada entrevista del 2020 me dijo:
Creo que traducir es una manera distinta de leer y escribir poesía. Tal vez el canto coral me ha ayudado en el trabajo con las palabras, con su ritmo, su sonoridad, especialmente en la traducción. (Eliot recomendaba a los poetas estudiar música). Pero mi relación con la poesía también ha influido en la interpretación musical. Cuando ensayo con el coro, trabajo la lectura que el compositor ha hecho del poema al escoger para este tonalidad o modo, registro de las voces, tiempos, matices y otros aspectos. (Obra completa: 417)
En cuanto a los libros que ha escrito, algunos, como Territorios, han surgido de procesos aparentemente rápidos, de unas semanas apenas. Otros, como Graffiti o El Cuaderno de Colombina, se han gestado de manera lenta, durante varios años.
Dice en el prólogo a Obra completa, el escritor venezolano Luis Enrique Belmonte sobre la poética de Belén Ojeda:
Otros aspectos fascinantes de la poesía de Belén Ojeda son su honesto vitalismo, su vocación de ausencia, su pulsión por partir. Y la extensión de lo vasto no la paraliza, sino más bien le invita a dejar atrás su rostro para adentrarse en lo ausente y ajeno. (Obra completa: 11)
María Antonieta Flores, escritora y editora venezolana, le hace una nutrida entrevista a Belén[1]. Allí, entre varios temas, le pregunta sobre sus lecturas e influencias de escritores venezolanos, Belén responde:
La poesía de autores de los ´60 y ´70 forma parte de mis lecturas recurrentes, las cuales, seguramente han pasado a formar parte del diálogo que mantengo con diversos creadores en mi escritura. Leo y dialogo con Palomares, Montejo, Cadenas y Ossott, pero también con obras escritas durante esas décadas, como Poemas de una psicótica, Plegaria y Casi silencios de Ida Gramcko, o En el allá disparado desde ningún comienzo de Elizabeth Schön. Por eso, cuando me da por nostalgia/ espero el atardecer en cualquier puerto/ y busco caracoles en la playa/ para escuchar las voces de Ida, Hanni/ Elizabeth y Eugenio/ junto al mar.
El proceso de escritura en Belén sucede así, cito:
Algunas veces el poema llega como un dictado. Otras como un balbuceo que madura hasta nacer después de un proceso de elaboración interior. A veces es preciso traducirlo, hasta encontrar el ritmo y la música que le den unidad al sentido inicial. Llega en la mañana, en abril o mayo. Llega durante largas caminatas. Un ritmo golpea desde adentro hasta romper la voz y hacerse palabra.[2]
La poética de Belén Ojeda se escribe, cito a la autora:
desde la nostalgia, inclusive de un futuro que se presiente perdido; desde la ironía ante lo absurdo; desde la migración permanente, aunque permanezcamos en el mismo lugar. Se escribe desde la alquimia de la infancia o desde la extranjería; desde el presente eterno en la obra de arte hecha existencia; desde el cuerpo, desde las voces de la calle en su coro diverso, desde los tatuajes de la ciudad se escribe con la tinta en la piel.[3]
Belén piensa que es indispensable el trabajo de corrección en la escritura del poema.
Cree que ha trabajado en base a la coherencia en su obra, aun en aquellos casos en los cuales la apariencia de la obra pudiera parecer fragmentaria.
Gran parte de su formación profesional ha sido guiada por mujeres: durante ocho años recibió clases de la pianista Guiomar Narváez; en Moscú, durante cinco años fue discípula de Ludmila Ermakova, en Dirección Coral; en Poesía la guiaron Ida Gramcko y Elizabeth Schön. Ha traducido con dedicación a Anna Ajmátova y a Marina Tsvietáieva; interpreta y estudia la obra de la compositora Modesta Bor; ha cantado por varios años en la Camerata Barroca de Caracas, dirigida por Isabel Palacios.
No sabe si su escritura está marcada por el cromosoma femenino. Deja esa apreciación a los lectores. Pero cree que sus intereses sí tienen la marca de ese cromosoma.
Dice el escritor y crítico literario venezolano Daniel Arella: “por la extensión mínima de la mayoría de sus poemas, aforismos en versos de ígnea intensidad, no puedo dejar de pensar en su obra completa como un gran archipiélago de 420 páginas”.[4]
Y continúa:
“(…) En el caso de Belén Ojeda y de su acmetismo esencial que rechaza los giros retóricos que filtran la realidad, la videncia es un devenir perceptivo que capta la unidad del instante, hacia un supremetismo de la poesía en consonancia con poetas esenciales del ser en la poesía venezolana como: Alfredo Silva Estrada, Elizabeth Schön, Hanni Ossott y Rowena Hill para nombrar algunos”.
La poesía de Belén Ojeda transmite lo fugaz y lo cíclico al mismo tiempo. Nos señala un instante y su continua transformación. Sus poemas breves como testigos de ciertos momentos y su profundo entendimiento. Ella dice en un poema:
Se me impone la materia
Nos transformamos mutuamente
(Obra completa: 285)
Belén Ojeda es una caminante y funda su hogar en la mirada poética. Nos dice en otro poema:
La ruta de viaje ha hecho su mapa en nuestros trajes
con los trozos de tela que el camino recorrido
le ha otorgado a la memoria.
(Obra completa: 327)
En la desnudez de la luz.
Poemas de Belén Ojeda
Llegarás a un país sin atardeceres ni lunas.
Allí palparás la realidad de tu inexistencia.
*
Te levantarás un día de solsticio.
A la hora del álamo será más pequeña la sombra compartida.
Las nubes ya no dictan presagios sobre este paisaje.
*
Reconoces en cada primavera el lugar de la
permanencia. Dentro, un manantial baña tu corteza
reciente de abedul.
El verano ignora las ventanas. La intemperie siempre fue
mejor.
Retornar al pozo nos devuelve el resplandor del silencio.
*
Permaneces en el campanario mientras la plaza abarca
nuestras esquinas.
El dolor es pasajero en la nieve que se desliza.
Jamás será inmediata una respuesta, pero reconocerás
su aparición callada en los días de solsticio invernal.
(de Días de solsticio)
Antigua costumbre de ser árbol
soportar la desnudez durante el invierno
viajar el mundo sobre su movimiento
conocer todas las proyecciones de la sombra
Lento aprendizaje
el de su muerte
*
Casas ancladas
hablan el idioma de los barcos
Habitamos en ellas
la piedra y el silencio
la cerradura
su cruz antigua
el solar donde el alma se extiende
y busca reflejos sobre el estanque
*
Ignora el navegante
que sus planos están cifrados en los naipes
que el viaje ha sido siempre circular
pero extrañamente
nunca ha podido regresar al lugar de partida
(de En el ojo de la cabra)
Esta sed
inventa el agua sobre la arena
funda la imagen sobre el desierto
Inagotable
la fuente que nos traspasa
*
Aquí
un viaje comienza
El resplandor nos mueve hacia el salar
Tocamos la hora de la incandescencia
Descubrimos lo visible
en el mediodía que nos ciega
*
Ante el umbral
la libertad del ojo
pronuncia lo que somos
*
Un cuerpo de isla nos une a la plegaria
(de Territorios)
Desconcierto
El director dio inicio al concierto, pero, a los pocos minutos, los músicos de la orquesta fueron abandonando sus instrumentos para incorporarse a dirigir.
Al final, los oyentes también dirigían. Había desaparecido la música. También el público. Sólo había directores.
*
Un grupo de psicólogos extranjeros ha determinado que el género humano adquiere la adultez una vez que aprende a conducir automóviles.
La velocidad ideal para manejar las emociones es de 160 Km/h.
El pensamiento debe ir a una velocidad máxima de 60 Km/h.
Los expertos han determinado que la velocidad ideal para el desarrollo espiritual es el retroceso.
*
Toda la comarca ejecuta a Mozart.
Dos obras diarias son recomendables para la conmemoración.
“Todo Mozart por el precio de un Salieri” es la consigna.
*
Las grabaciones musicales del siglo XI fueron destruidas por su alta peligrosidad ideológica.
Lamentablemente, no es posible darles a escuchar las interpretaciones originales de esa época. Disculpen.
(de Graffiti y otros textos)
X
Jamás aprendí a bordar
pero la tradición me ha enhebrado
a la cadeneta
Llevo los puntos de cruz
en la espalda
XI
Cuando me da por nostalgia
todos los lugares se llaman Lisboa
Entonces
amanezco en Almada
atravieso el Tejo
recorro las calles de Alfama
sus casas con azulejos y ropa en la ventana
Cuando me da por nostalgia
espero el atardecer en cualquier puerto
y busco caracoles en la playa
para escuchar las voces de Ida, Hanni,
Elizabeth y Eugenio
junto al mar
XVII
Amo los viajes en tren
su lenta retirada
la confusión inicial
qué se mueve
quién se queda
quién se va
la despedida
y el mundo pequeño
que va imponiendo
la distancia.
XXVIII
Nos acostumbramos al exilio
aunque permaneciéramos dentro
Salir
era oscurecer nuestros contornos opacados
en la frontera de nuestros nombres
XXIX
La caída de las hojas fue el primer asombro
Viajar y volverse isla de uno mismo
es la constante
desde aquel desprendimiento
XXX
Aquí las hojas
se suicidan de sequía
Es abril
Siempre es abril
cuando llegan algunas sílabas sueltas
Salgo a atraparlas
Luego las cuelgo en la cuerda de la ropa
y las sujeto con ganchos
para que el viento no se las lleve
Cuando todo está en calma
recojo las que han quedado en el piso
y en la noche
solo entonces
después de todas las labores
comienzo a armar las palabras
que la sequía me ha dejado
I
Si tuviera Facebook
me vería hoy
en una foto de “tus recuerdos”
hace treinta y cinco años
escogiendo las mejores fresas del verano
para ti
Pero esa foto no existe
ni yo tengo Facebook
Por eso
estoy condenada
a elegir mis recuerdos
II
Adelanto mi cabeza
como el avestruz
pero mi comprensión del mundo
no se anticipa
El chaleco no protege
y las cargas
parejas en ambos hombros
me recuerdan
cierta procedencia animal
que no logro trascender
IV
Los blancos de la página
nos pertenecen
como el vacío que fluye entre nuestros cuerpos
V
La inefable partitura
de los pájaros
sobre el tendido eléctrico
sin clave que descifre
el canon de la vida
X
Tragedia del paralelismo
el desencuentro
Post data
Dígale que ayer fue catorce
que Turgua ahora queda lejos
que enciendo la noche
con cocuyos
y oro con la lamparita de Eloísa
que los girasoles
se yerguen vigilantes
y esparcen sus semillas en mis ojos
Dígale
en fin
que otra vez fue catorce siempre…
(de El cuaderno de Colombina)
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[1] Entrevista Belén Ojeda: “se escribe con la tinta en la piel”. María Antonieta Flores. Revista elcautivo.net (II Etapa. Año 14. N-70. Julio 2022.
[2] Ibíd.
[3] Ibíd.
[4] Ensayo escrito por Daniel Arella y publicado en la revista LP5.cl el 16 de noviembre de 2020.
*(Venezuela, 1975). Poeta, escritora, tradutora y editora. Fue becaria de la Fundación Neruda (2003 y 2017). Participó en el Taller de creación poética con Raúl Zurita (2006). Es editora fundadora de la Revista de Literatura y Artes LP5.cl y LP5 Editora, desde 2004 y cofundadora de la Furia del Libro (Feria de editoriales independientes, Chile). Traduce del portugués al castellano, entre otros, la antología poética de Roberto Piva titulada La catedral del desorden (2017). Ha publicado en poesía El tiempo es la herida que gotea (2009), El alcohol de los estados intermedios (2009), La silenciosa desesperación del sueño (2010), La grita. Reescritura de Las Moradas, de Teresa de Ávila (2011), Inquietantes dislocaciones del pulso (2012), El cantar de los manglares (2018), Telemática. Reflexiones de una adicta digital (2021), LUCES ALTAS luces de peligro (2022) y cocreados con Inteligencia Artificial Fosforescencia tigra, Aire y Memorias de árboles (2023); ha participado en diversas revistas literarias y antologías, la más reciente Temporary Archives, Poems by women of Latin America, ed. Juana Adcock y Jèssica Pujol Duran (2022).
**(Caracas-Venezuela, 1961). Poeta y traductora. Músico y docente. Estudió Música en el Conservatorio P.I. Chaikovski de Moscú (Rusia) y realizó estudios de Dirección Coral en la cátedra de Ludmila Ermakova. Egresó de esta institución con Maestría en Artes. Desde 1987 imparte clases en el IUDEM, hoy UNEARTE. Fue miembro del Taller de Poesía del CELARG coordinado por Ida Gramcko. Fue coordinadora del Taller de Poesía del CELARG (2012-2014). Obtuvo el Premio de la Bienal Literaria “Francisco Lazo Martí”. Ha publicado en poesía Días de solsticio (1995), Territorios (2000), Graffiti y otros textos (2002) y Obra Completa. 1995-2020 (2020); y en traducción del ruso ha publicado Soy vuestra voz. Antología poética de Anna Ajmátova (1994), Somos cuatro. Antología poética. Ósip Mandelshtam, Marina Tsvietáieva, Borís Pasternak y Anna Ajmátova (1999 y 2022), Soy vuestra voz. Antología poética de Anna Ajmátova (2005), Brasas de abedul. Antología poética de S. Esenin, V. Maiakovski, O. Mandelshtam, M. Tsvietáieva, B. Pasternak y A. Ajmátova (2005) y Algo acerca de mí. Antología de Anna Ajmátova (2009).