Entre el 31 de julio y el 4 de agosto de este 2019, se realizará una nueva edición de la ya conocida ANTIFIL de Lima, en su IV edición. En ella, como siempre, se presentarán y venderán libros de toda temática, habrá música y artes escénicas en vivo e, ineludiblemente, habrán recitales de poesía con la participación de poetas nacionales y extranjeros. Esta se llevará a cabo en la Asociación Guadalupana (Av. Alfonso Ugarte 1398-Breña).
Aquí, a modo, de entremés para que les pique la curiosidad de su asistencia, presentamos 1 poema de cada poeta invitado.
Pase y lea.
Selección por Franco Osorio
Crédito de la foto Antifil
Breve selección de poemas de los invitados
a la ANTIFIL 2019 (Lima-Perú)
Miguel Orozco (Jalisco-México, 1988)
Lenocinio II
(Alegoría a la adaptación de la novela
de Harper Lee, To Kill a Mockingbird)
¿Quién orbita tu rostro de negra coyuntura?
¿Quién sabe del sabor que parece obsidiana
cuando me toca caminar por tu piel
como por un páramo de flora desahuciado?
¿Quién, a horcajadas, me grita tu nombre
sin saber pronunciar el canto de la rana?
Mis calvas manos de piel
están plagadas
en el suelo de la arena.
Al hablar del río oscuro que recorre al sumiso vapor,
he comido rocas,
he comido sierpes;
he sido luna encontrando su fulgor
en el tiránico sueño de tu amada esquina.
No he nublado lo que el cactus sonrojó
más bien he tirado un rojo río por tus ausencias,
ni he embriagado con el pan estas licencias
que me permiten corroborar el hambre que siento
por congratularte a mis marismas
sin lo más incierto del viento;
sería como matar a un ruiseñor
sobrado de tinta al escribir sobre las plumas
que quisieron escribirme en tono y en torno a tu honor
cantando coyunturas
de una vuelta y un embiste.
Héctor Hernández (Santiago de Chile-Chile, 1979)
Tú de mí
Vámonos a mi casa
me dijo mi niño
y mientras cantábamos todas
las islas del archipiélago
bailaban junto a nosotros
Llegamos a su ciudad
y mi niño la
convirtió en un libro
para mí Yo por
vez primera era feliz
y quería que el
tiempo se acabase para
siempre Íbamos de la
mano y besándonos por
toda la comarca y
los imbéciles de turno
nos miraban muertos de
envidia porque nuestros nombres
estaban escritos en el
mismo cielo al que
ellos pedían perdón Pisamos
todas las calles de
la ciudad y ellas
nos pisaron a nosotros
y nos sentimos perdidos
de tan felices de
estarlo gritando Soñé Soñé
y la pasión explotaba
en nuestros oídos y
sangramos de loco amor
y nos abrazamos como
si fuéramos los mismos
brazos y nos besamos
como si fuéramos la
misma boca frente a
los estupefactos rostros del
siglo pasado Estuvimos allí
donde los locos caminan
sobre los árboles y
los árboles se ponían
azules de felicidad por
nosotros Estuve contigo y
tu ciudad se nos
ofreció para descuartizarla entera
y los miembros se
esparcieron por dentro de
nuestros cuerpos como regalo
por ser tu cumpleaños
y también el mío
porque nacimos juntos solamente
por una razón Amarnos
mientras exista la literatura
Amador Luna (Sevilla-España, 1973)
–ME SIENTO COMO UNA– LLAVE QUE OLVIDARA SU ÚNICA CERTEZA
FRENTE A LA CERRADURA
UN GLACIAR DE CALCIO SE DERRITE
SUCUMBE
ANTE EL CALOR DE LOS OBJETIVOS
DE ARCÁNGELES PODRIDOS POR
UNA FE ENDEBLE
ASÍ
COMO DE HURACÁN FINGIDO
APRIETA LA BRANQUIA SOCIAL
MECÁNICA DEL SONIDO
RUIDO DE FONDO
QUE ENGENDRA HIELO EN LOS IMPULSOS
Y DOTA DE PREJUICIOS A LA TRIBU
Valeria Sandi (Santa Cruz-Bolivia, 1991)
Arte poética
Hay silencios
tejiéndose entre mis dedos
mientras yemas
de sangre caliente
mueven en ondas
mis sueños.
Otras veces
se desborda la hoja
picada en llantos
ahogada está la tinta.
Cuando hay ojos luminosos
extendidos pájaros blancos
escriben en su espalda mejores días
Y cuando
el viento resuena las hojas
se desgrana el vientre de la vida
va dejando de palpitar la tierra
hay caravanas nocturnas
me encierran en sahumerios
envolviendo mis letras
sobre alas de alquitrán.
Daniela Gaitán (Bogotá-Colombia, 1993)
C O L L A G E
De la imagen número uno, la garsa (el cielo espeso figura rectangular donde A encuentra a B y le entrega una piedra preciosa) la nostalgia, la nostalgia es el intermedio entre la felicidad y otras banalidades) siempre es posible ver a través de los agujeros negros) arrancar el camino desde una esquina y la que sigue es igual, igual) (sobretodo) (patas largas) (lo inaccesible) como pequeñas ecuaciones que alargan el orgasmo.
De la imagen número dos aquella garsa bicromática blanca blanca y negra negra apuntando a la inmensidad azulsobreazul (hoy sí que valdría la pena buscar solución a los problemas elementales ¿no? No sé, no sé (la garsa canta canciones de cancionero) el levísimo cambio on preposition of place: piernas esbeltas apuntando a la otra inmensidad) un paso atrás lejos de la orilla el agua roza sus pies. Ya es noche , ya es noche en un mes será abril y como los animales, usaré una lengua entrañable para comunicarme (mientras tanto del pico naranja al intermedio es geometría (los astros valían dos sorbos únicamente. En un mes fue abril.
De la imagen número tres los cuadros callejeros y después esta capacidad de ser parte del concurso invisible contra el tiempo.
De la imagen última con que el camino se impone (nos quedamos así, pegados)(así de pie arboles permanentes) de pie garsa incansable.
René Silva Catalán (Santiago de Chile-Chile, 1971)
EN LA VENTANA
Desnudo como el cráneo del sol
lanzo murmullos de nubarrones
y a tientas
fecundo el cuello pálido de la luz
Un bocado en ella se traga la agonía
en los charcos
imágenes cansadas
La lluvia se detiene
sumergida en el aullido
y en la tribuna de mis ojos
descubro el rosario de mi madre
En la ojera de la luna
transita
un cigarrillo
y el gorrión de barniz
picotea un orificio en la metáfora
Mientras yo
escribo para el salario de la tarde.
Daniela Prado (Cali-Colombia, 1994)
Peces tropicales
Escribo con el cerebro en mis manos
y el corazón en los ojos
Todo lo que percibo
se recubre de nostalgia
entonces, se hace cristalino y frágil
Como esos pequeños peces trasparentes
que se camuflan con mis lágrimas
cada vez que me asomo
al acuario vacío.
Victoria Guerrero (Lima-Perú, 1971)
La casa roja
La casa roja es un poema:
………………………………….….Tuve un esposo que se fue a la guerra
Trajo cosas de ella
Cosas antiguas de un saqueo
Entre ellas un libro de Anna
Anna Ajmátova
Todo estaba en ruso
Él sabía ruso
Era la época
Todos querían estar en la guerrilla
Escribir poemas
Hacer una película Irse a Moscú
Yo no hice ninguno
Bueno a veces escribía poemas
Pero me fui a los Estados Unidos
A Nueva Inglaterra
Con gran culpa después de todo
En las calles de mi juventud
Las paredes decían “Yankees go home”
Esa era la consigna
El inglés machacado a la fuerza
El francés fue mi lengua
El uniforme gris de escuela mi traje de batalla
Y los sueños de la Comuna mi bandera
No hice la guerra
Ni aprendí ruso ni llegué a Moscú
Pero leí a Anna Ajmátova
Hablaban francés en San Petersburgo
Ciudad de derroche y refinamiento
Allí empezó la revolución
Allí me perdí con Roxana en la estación del metro
De camino a la casa de Dostoievski
(El alfabeto cirílico me mareaba)
La familia de Anna fue perseguida
Asesinado su esposo
Se pasaba horas al pie de la cárcel
Para visitar a su hijo en Leningrado
Igual le pasó a Marina
Marina Tsvietáieva
Los hijos muertos
El esposo deportado
Yo escribo ahora después de un siglo
La poesía ha muerto
Mi esposo ha muerto
Y la casa roja está llena de cosas antiguas
Objetos de guerra
Objetos de vida & poesía
Mi inglés es absurdo
Y los dueños del mundo ya no nos temen
Rafael García Godos Salazar (Lima-Perú, 1979)
el sonido de los autos en retroceso
a Diego Pacheco
Mejor limpiemos este desorden
paremos la búsqueda
por lugares no revelados
mejor limpiemos el desorden que hicimos
con el pasado el futuro el descontrol
junto al hombre corazón mandarina
mejor escuchemos
el sonido de los autos en retroceso
como lenguas en una cinta magnetofónica en retroceso
y detengámonos ahí
cuando fuimos a buscar a las partymonsters
ahí
cuando las tomamos de la mano
ahí donde dejamos de entender
la energía de esta letra
de la tinta que limpio
para hacerle un favor al amigo lector
al que le llegue este libro
para que lo encuentre como suyo como nuevo
mejor limpiemos
antes
el desorden
antes
del sonido de los autos en retroceso.
Alejandro Susti (Lima-Perú, 1959)
UNA MUJER PELA UNA MANZANA
(Ter Borch, 1661)
a Clara y Alina
Ellas son dos niñas en el fondo de mis ojos
habitantes ambas de la casa de mis días
una pela una manzana
…………………………………………………………..la otra vive en el asombro
La madre niña es mi hija
y posa la mirada en la carne blanca que se abre
en la curva comisura del vástago de la manzana
y así la roja cáscara cae en su regazo
y lentamente descubre el velo de su cuerpo
la blanca superficie de la sábana que sacude la memoria
y el tiempo que antes reposaba en el acto
se desnuda y retorna en su pequeña hija
Ella, con sus ojos mudos y perplejos
contempla las manos de su madre
y en el cuarzo estrellado de sus ojos yo recuerdo
a su madre preguntando a diestra y siniestra
sobre mares pulpos y muñecas
………………………………………………………..….sirenas ciervos y princesas
llevando ese sombrero viejo que ahora calza la pequeña
sombrero hecho para niñas preguntonas
que no se satisfacen con saber que el mundo
es una manzana roja cuya cáscara se curva con el tiempo
hasta caer sobre el regazo de su madre
Giovanna Pollarolo (Tacna-Perú, 1952)
A VECES OCURRE
te despiertas a medianoche
enciendes la luz y la luz no se enciende
caminas a oscuras, adivinando.
O te quedas pensando
tratando de olvidar que tienes sed.
O frío
tanto, tanto frío
sabes que necesitas una frazada pero no te levantas
prefieres no levantarte
esperas que venga el sueño. Esperas, esperas.
El sueño tarda pero termina por llegar.
Y al día siguiente
sin saber por qué
aprietas el interruptor
y el foco se enciende
recuerdas el frío y ves una frazada, estaba a la mano
ahí, a un paso.
Puede ser que te preguntes
¿qué me habrá pasado?
o no te preguntes nada porque ya es de día;
dices: ya pasó la noche y no quiero pensar
pudo haber sido un sueño.
Y te lo echas a la espalda, como todos los sueños.
Violeta Barrientos (Lima-Perú, 1963)
Pasión
Sentada en un trono
Llega la noche.
Descubre su pecho,
Dos amables pezones aguardan ser tocados.
Tibia, se posa con el cuerpo de espaldas,
Separa las piernas. Unos labios oscuros hablan
De un mundo de climas y lenguas hecho carne,
De un ser vivo que abre su misterio
Para ser contemplado por única vez.
Christian Briceño (Lima-Perú, 1985)
I
Y el instinto de supervivencia hizo de mí un hombre de veinte años. Por entonces, la poesía me recordaba a la imperfección: a veces era un clavo de olor incrustado en el diente cariado; otras, una espada hundida en la parte más blanda de mis debilidades. Pero hablar de Dios corona mis escritos. «Si no crees en Dios, no lo cites», dijo alguna vez Valéry cuando estaba listo para dejar la poesía», dice Jack Spicer en sus Love Poems. Es el contrapeso de
mi razón. Sin Él, el sufrimiento se combinaría con la angustia. Sería como mezclar helio y oxígeno. El ser se extinguiría de un chispazo, aunque no sepamos qué es el ser. Digamos que lo que era ya no sería. Es decir ser, pero en pasado. En el pasado todo posee una cualidad de asimilación menos arbitraria. En el pasado nada fue simultáneo. Y, mientras convalecía de una rara enfermedad, especulaba con más turbación sobre el alcohol. Y pensé
que quizá mi actitud le era dolorosa a Dios. Señor, no he sido el mejor de tus hijos. Pero también tengo en claro que te alimentas de mis yerros. Qué sería del mundo sin pecadores. Una esfera impoluta, una landa de decrepitudes, lo estático, lo puramente conjetural. Mi ser vive gracias a ti. Y tu amor me ha hecho un ser confundido. Pues mis actos son onzas en una balanza. No es temor. No es nada. Tu silencio me invita a creer en ti. Una sensación a derrumbe me invade y toda noción de lo temporal se ha desbaratado junto a mis últimas certezas. Si nacer es un acto involuntario, entonces podría remediarse. Si la culpa es un
acto voluntario, culpemos al furor. Hay un estigma en cuanto al suicidio que promovieron los concilios y el sistema romanopost-cristo —pienso en suicidas famosos como Sansón, Saúl o el mismo Cristo—. Dante los colocó en el círculo de los violentos contra sí mismos. Pero si el perdón remedia la falta, ¿por qué no perdonarnos de antemano? Posibles epílogos para un suicida en potencia: 1. Purgatorio; 2. Infierno; 3. Lavado gástrico, masajes cardíacos, coma inducido, fracturas cervicales, suturas de más de quince puntos, transfusiones sanguíneas exitosas, estadios de limbo (si ves una luz al final del túnel, debiste haber doblado a
la izquierda en Albuquerque, doc (!!)). No tengas hijos. El éxito radica en no sembrar nada en el mundo que nos haga amar al mundo. Stultitiae, dirán mis mayores. Los labios de Natalia se han cerrado y ya no son míos. Intuyo que la molécula del amor será sintetizada por futuros farmacéuticos. Y entonces la muerte será sexy, provocativa, la admirarás con una fijación anfetamínica, evocará todo aquello que creímos que fue una vida bien vivida… Otra cosa es la felicidad.
Óscar Limache (Lima-Perú, 1958)
Vuelo de identidad
No moriré ahora. Un día entero
se desata frente a mí.
Drummond de Andrade
María Reiche
nos vio
caer volando
bajo el cielo de arena
Nasca fue nuestra muerte
Sobre
las bolsas de plástico
nuestros cuerpos
se alinearon azules
sin conocerse
el cráneo asombrado
carbonizados los muslos
sangrando la entrepierna
Los peritos
identificaron
nuestros dientes
las cavernas sin párpados
las horas digitales
nuestras líneas terrestres
Esquirlas
de aire entre los brazos
documentos atrofiados
geometría del espacio
sin ropa
sin manos
emparentados con las aves.
Lourdes Aparición (Apurímac-Perú, 1993)
Mamaqocha
Mamaqocha
que nos pariste en esta tierra bendita
nacimos de tus extrañas y doradas dunas que rodean tu rostro
donde el wayra grita que la independencia fue creada en tu vientre
porque sabemos que morir aquí es volver a nacer
desde niña correteo por este desierto
mis manos encajan con su historia
con el candelabro
cerro colorado
sus momias
los zorros jugueteando en la reserva
y todo lo que se encuentra
y se pierde
Pertenece a este pecho
Llamado Paracas
Mamaqocha
El wayra hoy a susurrado en una tarde de Marzo
que Paracas
es una bahía construida por los provincianos y provincianas residentes
de Huancavelica / Ayacucho/ Apurímac/ Puno/ Cusco
de todos esos pueblos donde cantan
somos libres, seámoslo siempre
por eso llegamos a Paracas
porque la libertad tiene nombre de lluvia
pero de arena
tiene forma de charco
pero de bahía
como un hijo que crece
y crece
y crece
y nunca deja de crecer
que se alimenta de los peces que suelen acompañar madrugas frías
y si allá en la sierra conocimos al apu
mientras sembrábamos papa y cortábamos tuna
aquí encontramos a la madre que nos faltaba
la mamaqocha
mamacocha me contó
cuando acampé allá en Yumaque
que te ha visto llorar dentro del mar
que a veces jalas las redes
como quien trenza los cabellos de tu hija
desde que convertiste este desierto en tu casa
que nos ve de noche pidiendo un deseo a una estrella fugaz
aunque a veces los fugaces somos nosotros
quienes dejan que la vida pase
como una ola en la orilla de Lagunilla
y que a veces nos ve reírnos en el Chaco
construyendo castillos de arena los domingos
como quien construye sus sueños en Santa Cruz, Las Antillas o Paracas.
Lisbeth Curay (Lima-Perú, 1993)
Luz insuficiente
Todas las superficies ásperas
me seducen,
al pintar una pared de blanco
y no tener las manos vacías
encuentro un placer primordial
en las lijas pequeñas
en los contornos de los vidrios
en todas las ventanas
dos veces fue demasiado sombra
guardo el fuerte olor de la
vainilla derramada
siento el ardor de los bosques
que se incendian
allá, muy lejos
las víboras escapan
y estás cavando una zanja
para sembrar azucenas amarillas
se pierden los muertos que
dejé olvidados
los árboles se quejan de sus frutos
la partícula se asienta (¿dónde?)
la mujer desaparece (eso fue un sueño)
llegan las lluvias, la barca se pone en marcha (lo dice la biblia)
no sé quién tocó la puerta (seguro un niño y se fue corriendo)
cada escama de pez
es un trozo de mar
lo dijo un pescador
entre sus redes
germinan algas
las tortugas vienen a comer
He permanecido inmóvil
Al borde de un abismo fulgurante
Nada se ve
no sé quién pudo dejarme
ahora que amo el día
y esta pequeña luz es
insuficiente.
Tilsa Otta (Lima-Perú, 1982)
Gore
Tengo un problema
y tomo conciencia:
mi corazón es estéril e irradia ondas sonoras.
Mis huellas digitales –tengo testigos-
se están resquebrajando desde que era pequeñita
y podía sentarme en el carrito del supermercado.
No me sale amar
(dios sabe que he intentado)
pero la piel es una necesidad,
como la sangre para un vampiro,
alimenta mi soledad y al mirarme suspiro:
por qué soy totalmente esa parte de mí que nadie puede ver?
Andrea Cabel (Lima-Perú, 1982)
[En breve cárcel]
Muera lo que deba morir; lo que me callo.
Antonio Gamoneda
Invades el camino,
De punta a punta,
Como una rueda
Y tu nombre mastica una espera
Sentada
Sobre el lomo de un erizo,
Con la mirada en la puerta,
Con tus carencias latiéndote en los ojos
Con tu esperanza en un nombre de estómago amplio
Y mi necesidad de salir del borde del suelo
Para olvidar tu abandono para acariciar por dentro
esta voluntad donde pende una línea
como una boca que se abre frente a la voz de un animal que llora.
Te encuentro entre grandes voces semejantes a la mía
Estirando los muros con latas rellenas de piedras
Cubiertas de frutas secas
dulces como el rostro de una anciana
dulces como la mordida de una tormenta
el camino bordeado de plantas de sed, de rostros muertos,
Mírame, llena de puertas cerradas
cubierta de una infancia mal curada
mírame frágil
sabiendo de mi tiempo como una habitación rota
como un colchón sumiso al tiempo
a un cuerpo solitario
nadando entre rabia
y pudor
nadando
austero
inválido.
Victoria Mallorga (Lima-Perú, 1995)
baby you thought we were giants
(but we were cacti)
cómo nos encontramos más allá de
la inconstancia y de la incertidumbre
de haber retenido en nuestros cuerpos
toda la esperanza de vida
de haber sorbido
del tiempo
toda la esencia
que necesitaban
campos enteros de flores
para sobrevivir el verano
así que ahora eres
el centro de este pastizal
y a tus pies germina la quinua
y las bayas de verano crecen donde vertiste
tus lágrimas hace unas horas
y cada cierto tiempo tienes que
escupir para que ese rosal sobreviva
y para que cada uno de tus pasos no
mate a los germinados has decidido
prescindir de cualquier tipo de calzado
así que no te preguntas por qué
cuando la primera ave hace su nido en tu cabello de ramaje
de primavera
porque al fin y al cabo
has bebido tanto de la fuente de la vida que
no puedes sino dejarte usar
por sus seres
como un hogar y
criadero a la espera de un relevo
como atlas
un atlas botánico
un atlas que sostiene un vivero sobre sus hombros
cuyo cabello son enredaderas de jazmines del cielo
azules sobre verde florido,
hasta
el relevo.
pero entonces,
cómo nos encontramos.
Virginia Benavides (Lima-Perú, 1976)
El signo que resuena en esta lengua azul, en este aleteo mudo, en esta insonoridad no es más que el descifre de resanar una lengua agrietada. Si es que resanar significa un ancla. Si es que ancla es el roce de fondos que se evaporan apenas se quedan. Así, resuena y resana son vetas del creer, un presente como filo oxidado pero dispuesto al tajo incertero, a la fijación de un instante que se deshace en alas de luciérnaga, vida. Y lengua, atravesabas la herida del sin estar, la ausencia de luz donde la cura se vuelve una procesión de ruidos, una estratagema del buzo por no salir a flote, solo en la danza del que lanza señales de hundimiento. Como una música tribal para aliviar la grieta y fertilizar la tierra nueva, semilla huera, el arte de suspenderse en pez que no ez
Julia Wong (Chepén-Perú, 1975)
Mayo
(Suspicacia, carne prieta, venganza
Organización, matrimonio, sangre y sentimiento).
Madre, hoy es el día de regado de plantas
El verde lejano que ausculta mis manos resecas.
Las voces eternas, debajo de todo este polvo caliente
Claman de manera muy ordenada, oyen también, despotrican.
Flautas, flautas, ruidos de tambores (o son niños con panzas vacías)
Notas musicales olvidadas, con el tiempo se han hecho de piedra.
Madre, hoy es el día cuando el sol hace su círculo rotativo
A través de cada mácula callada
Los agujeros lunares en las hojas rupestres
Y las jabas de fruta en medio del cochinero.
Madre, hoy es el día en que los taxistas van cantando un aleluya en medio del calor insoportable
Y tú, y tú, madre
Sacas los senos y los muestras ferviente
Y jadeas
Por más hijos
Mientras más pequeñas y pueriles tus sustitutas.
El tambor hueco donde cualquier sonido es virgen.
Verbena acicalada por perros fieros.
Madre, tu naciste para ahogarme
En tu enorme brazo protector
Que va desde el Atlántico hasta conquistar el Mediterráneo.
No me pidas que te contemple bajo el manto de la azul paciencia.
No me pidas depilaciones oportunas, ni hormonas felices.
Madre, mira mis pies tanmalbailando
Mis piernas pedaleando de cocina en cocina.
Me alejo de ti como una pluma olvidada de paloma herida
Como un birote engordado por secuestrador compasivo.
Madre, este sol se mete por las costillas y el páncreas.
Me cocino en medio de la Bahía de Acapulco y los cien cajeros automáticos
Que financian la existencia de un Sancho abandonado
No hay caballero de ilustre figura
Ni aspa de molino y menos viento.
Así es mayo, Madre, yo pinto figuras lejanas en islas cardiacas
Algo que mantenga mi hipotálamo en ritmo de fiesta
Para no sucumbir ante el ácido y antipalaciego humor de pobre
Humor de cabaña rota, de casa amada que nunca se construyó.
La luna negra se cuela por las paredes rotas
Y pesa esa enorme carga de estar sucio, reírse de sí mismo y ser terriblemente grotesco
Quisieras enjuagarte los ojos, enmudecer. No recordar que tu cuerpo
era uno con el lirio y la espada quebrada de los ángeles.
Así es mayo, Madre, tiempo de cataclismos moleculares.
Diego Alonso Sánchez (Lima-Perú, 1981)
un estudiante de poesía
Decenas de pliegos yacen sobre el empedrado del jardín, dispersos a voluntad del viento. El cielo está tranquilo y yo sigo escribiendo con ánimo irrefrenable. Sobre mi piel persiste aún el perfume de ella, como sutil testimonio de nuestro encuentro. Decido dar un paseo para calmar mis pensamientos mientras repito estos versos:
Un destello azul
rasga la tarde
bajo nubes peregrinas.
Pasos silenciosos
entre flores de fuji
Vanna Urquía (Cajamarca-Perú, 1999)
III
mi cabello jala cigarro
me da cerveza su madre
y grito.
Lloro las sonrisas apretadas de noviembre
los senos enudados de metro
al vigilante rey David de a tres
al pellizcon aplaudido por dos penes
al bloqueo abierto de su rostro ondulado
lijo la cicatriz
ahora todos tienen su sonrisa de 1.80
los seis huecos en piel
sus guitarras me muestran su uña
tiembla su lengua codiciosa
Me vengo
Me voy
Pero pulida y vestida.
Gabriela Wiener (Lima-Perú, 1975)
foto en blanco y negro
la niña que será mi madre
coge un rifle
y me apunta con cierta sonrisa
si esa niña fuera mi amiga
le pediría su arma de fuego
y ambas dispararíamos al aire
para alejar a los curiosos
del cielo caería un ganso dorado
conociendo a mi madre
lo llevaríamos en una camilla de guerra
corriendo sobre la hierba
de los panteones
poblados de involuntarias flores
y trataríamos de convencerlo de que está vivo
esto no se verá en la foto
pero hay un momento en que yo
le arranco un ala
la empuño corriendo en dirección del viento
y le muestro a mi madre
por primera vez
(algo que piensa que ella me enseñó a mí)
la equívoca intersección del vuelo y de la pérdida
Gino Roldán (Trujillo-Perú, 1983)
Absalón (de luminosa cresta)
A este árbol han quedado prendidos tus cabellos
Y tu incipiente corona ha rodado sobre la hierba
Roble de generosas raíces, hombre de párpados abiertos
No se halló en estas tierras, figura más imponente
Absalón,
…………………….El estertor de un cuerno
Ya no ha de anunciar la victoria antes presentida
Ni tu mano alzada contra el cielo
Cual peso terrible en la sangre y ceniza dispersa en las cabezas
Oh, príncipe de un linaje venturoso
¿Qué ha sido del viento que ennoblecía tu cabellera,
De tu carroza trepidante, tu voz pródiga en resonancias?
¿Qué ha sido de tu cuerpo, yerto ya, cubierto de raíces,
Tu sombra, su tajo brillante entre la niebla?
No era tu sino el de la tragedia
Mas ahora te precipitas incesante, agitando las crines,
Absalón, implacable el viento, el vértigo, las horas,
Ahíto ya de esplendores, limpias todas las máculas
Rodando como una roca sobre la pendiente
……………………………………………………………….…..Absalón, Absalón,
No has de perderte bajo el espesor de tus párpados,
El choque de bronces, las sombras crujientes de las ramas.