Por George Mario Angel Quintero*
Crédito de la foto www.leyendoelturismotrespoetas.blogspot.pe
Borrón perpetuo.
5 poemas de George Mario Angel Quintero
Pendiente
II
Enmendadura
La tierra gaguea, como una lengua que se flexiona y cae.
Empezar de nuevo, ahora, sin entender el verbo siquiera.
Improvisar sobre una nube, el sucio dejado por un lápiz perdido,
Como si al caer, nuestros raspones fueran legibles para algún ojo.
Pero el reloj parpadea.
Cualquier foto, cualquier instante aislado,
Captura la sensación de estar en la catástrofe.
Un teléfono que sonó y luego no habló nadie.
La huella que deja el deseo.
Un trazo negro y un trazo marrón.
Lo que se veía del perro
En la entrada de la casa al desplomarse.
Borrón de nuevo, borrón perpetuo.
Las letras ya no se ven, se han enterrado al enunciar.
Afasia florece desde el asombro de los cadáveres cosechados.
Rebosan vocablos en terrones, pegotes de palabras,
El barro que se escurre desde las muecas.
Vocabularios, veteados por humedades, se inclinan
Pero no crecen, ya sin con qué pegarse a decir,
Se marchitan en un repetir empalagoso.
No hay extensión en tanto caer.
El horizonte tiembla, el cielo se tropieza.
Las palabras, como las ruedas dentadas del instante,
Ya acabadas, se deslizan dando vueltas
Sobre ejes de cosas ya demasiado abajo,
Cosas que sienten el apretón de encías y ya no brotarán más.
III
Asomarse
Porque es el sonido mismo el que soba membranas y sube a buscar salida,
Raja la viga más alta, pero no reverbera al recibir todo lo que le viene encima.
La mitad de todo— así son los divorcios, las partidas— flota entre firmamentos.
Si fuera rasurar sólo fachadas, pero al llevarse toda la entrada
Quedan sólo interiores, obscenamente expuestos sobre un filo, adentros
Abrazados contra el frio que sube desde algún hecho de tierra y baldosas,
Donde ver tapa y enunciar envuelve lo salido de lo humano en un gesto continuo.
La voz lanzada se desílaba, encuentra una cavidad en la monotonía de una vocal,
Su barco tenue, mientras navega los estrechos de archipiélagos, islas de pisos y techos,
Desde la fisura invisible en la casa dividida hasta el golpe de nada que se riega.
El engranaje cojea por una de las líneas de vista, extrañando la fractura escondida
En la mirada que pasa por unas gafas rayadas que se asoman desde la basura
En morros, como párrafos de palabras que murmuran sus rezos en tinta corrida.
Mientras fuma un tabaco,
en una tarde
de sol que endulza
los limones,
en un enjambre
de muchachitos,
ayudantes queriendo
meter la mano,
una anciana
remienda un muro
que la inundación
había roto.
Una anciana
con un palustre
ha tapado
el hueco, la boca abierta,
que había quedado
de antes
en el muro de su casa.
No se sabe
si este trabajo
se demoró
días o siglos.
Una anciana
ha dejado huir
su nombre
de la jaula
donde lo guardaba
para que no picoteára
sus nietos,
y ya ni alcanza ver
su aleteo
en la distancia.
Cangrejo
Agotada la paciencia,
los dedos marcan un ritmo,
una secuencia.
Los nudillos miran
desde el dorso sumergido.
La pálida palma gira.
Una manera de ver
Se expresa al correrse.
De lado no hay ayer.
La coraza de olvido
empuña y vuelve pulpa
los rasgos de lo ya vivido.
No hay como llegar
a lo de antes.
El sol sale
sin el permiso de nadie.
Se da contra las cosas,
como un niño corriendo.
La música que se puede hacer
con los pequeños huesos
que quedan regados
sobre la arena.
Veo estrellas
al raspar el cielo.
¿Cómo pagaré
haber descubierto
semejantes necedades,
haber vislumbrado
los destellos detrás
de todo?
El que-quereo
de las lagartijas.
La noche rampante
reverbera.
Visto desde la playa,
El bosque es una marimba.
El peso de algo visto,
no importa cuando, cae en
el golpe que recuerda,
vacia las manos de las vigas,
tuerce el alcance del gesto,
de desplomada en desplomada
impregna los escombros,
siembra la esquirla
en algún trozo del hueco.
Un cuerpo arrojado empuña su torso,
el suspiro se riega en alfileres,
tantos trazos los atrapa la luz,
lluvia que se extravía en brizna,
el efluvio de la refulgencia
de estos huesos, o quizás
sólo del aleteo de sus costillas
en el aire a su alrededor.