El presente texto fue originalmente publicado por su autora en la revista de arte y literatura La Casa de Cartón, N° 8, en 1987. El mismo, a su vez, ha sido rescatado por la web Copypasteilustrado y publicado el 10 de abril de 2012, en dicha web.
Por: Blanca Varela
Crédito del rescate: www.copypasteilustrado.wordpress.com
/RPPC
Crédito de la foto: Alicia Benavides/
cortesía Archivo Blanca Varela
Blanca Varela: La poesía no tiene sexo
Ser poeta en el Perú
Para mí no tiene ningún significado especial ni ser poetisa ni ser peruana. Soy o padezco ser ambas, no las puedo disociar: es mi identidad y es a través de la cual mal o bien vivo. Estoy en el mundo y me expreso.
Un túnel hecho de una mirada vacía
El túnel existe. La mirada existe. El vacío es evidente, y creo que eso nos ha tocado vivir. Pues bien, yo lo acepto y mientras tenga energías, me parece que me daré el placer y el dolor de explorar ese túnel y ese vacío hasta la saciedad. Me parece que mi destino es ser esa mirada crítica y apasionada y amar como si se tratara de la propia eternidad, que no deseo ni aceptaría que exista, la vida triste, oscura y desesperanzada que me rodea. Esa vida que asumo y que escribo.
El oficio de las palabras
Todo el tiempo lleno cuartillas, pero sólo escribo cuando algo realmente me ha tocado. Yo creo que en la inspiración, en la emoción. Me es imposible escribir un poema en frío, planificándolo. A mí el poema me sorprende, me viene, y es a partir de eso que lo trabajo y lo elaboro. La coherencia del poema se da a posteriori. Por otro lado, hay un elemento plástico en mi poesía: siento que las palabras tienen una textura, un color, un peso.
Poesía pura
Francamente creo que no existe la «poesía pura». Hay poetas más formales que otros, pero no poetas puros. Para decirlo en otros términos, creo que el poeta vive primero un enamoramiento de la palabra. Creo que eso fue lo que sentí; una enorme necesidad de decirme, de entablar un monólogo permanente. Todo esto es muy complejo y está mezclado con otras cosas.
La poesía no tiene sexo
No tengo esa obsesión que generalmente tienen los escritores hombres en relación a su obra, esa idea de hacer de la creación la totalidad de su vida. La parte doméstica, los hijos y el matrimonio, forman también parte importante de mi vida y de alguna manera definen el tipo de poesía que puedo hacer. Atención: con esto no estoy diciendo que no pueda tocar otros temas, porque soy una persona que lee, que piensa, que se interesa por lo que ocurre a su alrededor. Además, pienso que la poesía no tiene sexo. Aunque, claro, corre a través de ciertos transmisores que pueden ser un hombre o una mujer.
De lo racional y lo irracional
Creo que hay dos tipos de escritores: los que escriben desde la conciencia y los que escriben desde el otro lado, desde una zona muy próxima a la locura. Creo que soy alguien que al trabajar con esta materia tan delgada de la literatura trata de rescatar algunas cosas, algunas evidencias de ese otro lado irracional (pero no necesariamente inconsciente) desde el cual escribo.
Los surrealistas
El surrealismo me ha interesado. He leído mucha de su poesía y conocido a André Bretón, a Benjamín Peret, a muchos poetas del movimiento. Pero no siento una influencia en sentido directo: olvido mis lecturas y quedan en el inconsciente, desde donde afloran en una nueva forma. Soy freudianana en ese aspecto.
La primera vez que vi a estos surrealistas fue en la Place Blance, a donde nos llevó Octavio Paz. Como grupo me pareció debilitado, desarmado. La segunda vez que vi a Breton, en mi segunda estancia en París, lo vi muy fatigado, no tenía ya la vitalidad de antes. Hay un surrealista que he adorado y es César Moro.
Es lindo vender libros
Yo no soy editora sino librera, vendedora de libros. Todo el mundo piensa que es el trabajo que le va mejor a alguien que escribe y pienso que sí, como es lindo vender libros, aunque al fin y al cabo sea un oficio como cualquier otro. Yo le pongo mucha pasión, aunque también tiene algo de tortura, pues no puedo leer todo lo que quisiera leer.
La mujer peruana
La mujer peruana ya no es más lo que era. La vemos trabajando eficientemente en las fábricas, en la televisión, en los periódicos. Hace, igual que los hombres, arte, ciencia, negocios, política y hasta terrorismo. Nuestras compatriotas se piensan en sí mismas de otra manera y pueden llegar a ser mucho más apasionadas y heroicas en sus aventuras que sus padres, maridos y hasta hijos. Supongo que esto se debe a su inocencia, juventud y osadía con que se atreven a actuar (no importa cuál sea su edad) en esos campos de la actividad humana que les había estado vedados desde siempre, y en los cuales se muestran mucho más honestas y capaces que muchos hombres.