Bajo la sombra del infierno. Sobre «Últimas moradas» (2021), de Isabel Matta Bazán

 

Por Miguel Ángel Lescano

Crédito de la foto (izq.) www.twitter.com /

(der.) AMC Eds.

 

 

Bajo la sombra del infierno.

Amor y guerra inter/na/ior en los versos de Últimas moradas de Isabel Matta Bazán

 

 

I.

La poeta Isabel Matta* en su libro Últimas moradas describe espacios de vida. Por un lado, rutinas de como sobrevivir en tiempos de guerra y de pandemia. Por otro lado, sutilizas de amor y muerte. Imaginería que acecha su alma procaz.

Bajo sombras del infierno nuestra sociedad socaba invisibles disparos de odio, que oscilan como tragedias en esta historia sin final. Isabel Matta, desea como roca, exterminar el mundo con ternura de pez. Con abnegadas fragancias. Con versos sutiles. Con fiebre inverosímil. Su cuerpo es un misil de amor. La poeta, con experiencia, explota en estas líneas escritas sobre papel blanco su pasión y desea simbólicamente acabar con todo. Descasar de la zozobra que al Perú se le avecina. Dolor y guerra. Inicia: “Madre muerte, madre del reposo/ Transito enamorada de la certeza del ocaso”(11). ¿Todo se acaba?

 

 

II.

Últimas moradas viaja en su devenir por relojes. La poeta sin tiempo que la obligue a marcar desacuerdos inicia una guerra nuclear. Invisible de intrigas. En estas moradas las imágenes están cargadas de fuego. Como los tambores de César Moro cuando afirma que: “debo golpear la oscuridad con un tambor de fuego”. El Perú arde. Como terciopelos rojos. Pulsa las farsas. Vuela por espacios vacíos buscando un cambio. Rompe vidrios y dispara escribiendo: “Eres el pez que se ahoga en su propio estanque/ el demonio orate el látigo el orificio la rebelión”(12).  Insisto, Isabel Matta empuña flores. Y dispara labios de guerra.

 

 

III.

La poeta egresada de la Universidad Mayor de San Marcos: ¿se convierte en diosa? O ¿se hunde en el pantano de música? Como actriz de películas va en busca del inframundo. La ciudad de Lima depredada por políticos usureros decae. Lanza luces que reposan en la aurora. Matta escribe que: “Érase una vez una diosa telúrica que se convirtió en Loto, en luz arrolladora”(13). Se enrolla en fieltro y sale buscar una combi, vehículo de ficción, que la lleve a cerros de ángeles. Enciende su computador y habla en silencio.

 

 

IV.

La poeta postrada en la nada ejerce la docencia en aulas sanmarquinas. En su interior odia su pasado. Y el presente la hace explotar de ira. Esta colmada de “escorpiones y sal”(14). ¿Matta es una bestia que pide paz? En sus poéticas describe bestiarios de anomalías. Integra y explota. En su devenir profesa sonrisas para una paz excelsa. Su parsimonia es una historia de amor. Amor en nubes. Vuela sin rencor. Escribe: “Soy el ave de la ventana/ sin nido sin huevo sin ramas”( 15). Pero su proyectil de plumas sufre invisible desdén.  Se esconde en el ruido infernal.

 

 

V.

Uno de sus mejores versos es Tierno de grass. Texto que se humaniza y canta mientras la trompeta de Chet Baker ilumina con su delicado susurro el cielo. ¿Y el infierno? El infierno es el Perú: cárcel de un paraíso de balas. Cadenas que enajenadas explotan al peruano. Es la palabra que fluye como el río Rímac en silencio y vacío de aguas. Dice el poema:

Tan humano. Con cadenas y paredes.

Paredes caen y otras se levantan

Se levantan como tierno grass o metástasis

desde los cabellos hasta los pies.

No pidas la perfección.

No pidas la fruta y la dulzura al mismo tiempo

deja que el ácido fluya por tu lengua(16).

 

La poeta derriba la pared que le impide ser feliz y en la mira del misil, otea el desierto. Y PUM… Dispara.

 

 

VI.

La poeta Isabel Matta paraliza el tiempo. ¿Verdaderamente le interesa el tiempo? El tiempo es una arquitectura rocosa que doblegar. La poeta tiene una maquinaria de verdades que pueden doblegar su lucha de amar y odiar al mundo. La línea se expande en montañas de caricaturas. El tiempo no es el tiempo.

 

La poeta Isabel Matta Bazán

 

VII.

Las hormigas de la morada donde Matta sucumbe son infinitas. Los insectos recorren sus ojos saltones y recorren su mente. Morada que explotará pronto. Los peruanos no pueden sufrir más. Los espacios se infectan por un virus invisible. Virus del siglo XXI. Vacía como la luz. No hay rocas ni máquinas espaciales. Solo hay: “Tiempo/ Paz/ Sol/ Madre/ Escribir/ Ser”(19). Jorge Luis Borges baja las escaleras. En la profunda habitación buscará la puerta de escape.

 

 

VIII.

Los espacios engañan. Como políticos. Ascienden como ángeles a cloacas. Viajan por ciudades de fuego. Las moradas son puertas colocadas al azar en los ojos de la poeta. Cual marioneta invisible del poeta Eguren. Matta el poema “Bajo la sombra del cerezo” amalgama una contradicción: “Me ahogo serenamente en el canto desesperado de las olas”(21). Nadie se puede ahogar serenamente. No se puede fallecer en el canto. De hecho las olas desesperan. Matta va y viene como el viento. Recorre territorios azules. El mar en silencio borra las arenas de su morada. La poeta sonríe y llora a vez. Prosigue con su filosofía falaz de burlar un amor muerto.

 

 

IX.

La poeta Matta transcurre su vida sucumbiendo a la aurora. Su vida oscila y depreda a la sociedad peruana. En el Perú hay guerras de mafias y de mandatarios. La poeta imperiosa explota como naranja al nadar en océanos. Océanos de sal. Trémulos. Distantes. En emergencia. Se transforma en un tornado de almas. El fuego de amor y de desamor se inicia. Alza los brazos y la guerra por reivindicar la democracia se inicia. La poeta huye a charlas por el zoom. Huye del paraíso llamado Lima Gótica. Levanta la mirada y sus ojos irradian luz. Su mirada de águila lanza un láser que destruye  todo a su paso. En la eternidad queda escrito:

Esa piel conoce la erosión, el desprendimiento, la ruptura.

Impresa con patrones distorsionados envuelve al universo

al latido,

a la sangre,

a la víscera,

al hueso carcomido(23).

 

En su libro La espalda es frontera, el poeta Carlos López Degregori escribe un final apoteósico: “Mi flor de cien pétalos es una santa y mi santidad es mi inocencia”(67).

 

 

 

 

 

*(Lima-Perú, 1971). Poeta y fotógrafa. Comunicadora social y educadora por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Perú), diplomada en Salud Pública y como profesora de español para extranjeros por la Universidad Ricardo Palma (Perú). Se desempeñó como redactora y reportera gráfica en el suplemento dominical del diario El Comercio, en la Agencia ANDINA de Noticias y en Canal N. También fue facilitadora de español y cultura en el Cuerpo de Paz de la Embajada de los EEUU. En la actualidad, enseña español como segunda lengua a personas sordas y a extranjeros y conduce el programa literario Exilio del Verbo vía Facebook. Fue miembro del Grupo poético Neón. En el 2016 presentó su exposición fotográfica “La Belleza del Perú” en Gifu (Japón). Ha publicado en poesía Soledad Nuestra (1999), Reina Moribunda (2005) y Últimas Moradas (2021).

 

 

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