Por: César Moro
Selección de poemas: Mario Pera
Crédito de la foto: Xavier Villaurrutia
Bajo el oro pesado de las aguas.
7 poemas de César Moro
Llamado a los tres reinos
Hablo a los tres reinos
Al tigre ante todo
Más susceptible a escucharme
Al coque a la carboncilla
Al viento que no se ubica en ninguno de estos reinos
Para la tierra hará falta una lengua de cieno
Para el agua una lengua ventosa
Para el fuego apretar la poesía en un torno y destrozar el atroz
[cráneo de las iglesias
Hablo a los sordos de orejas tumefactas
A los mudos más imbéciles que su silencio impotente
Huyo de los ciegos porque no podrán comprenderme
Todo el drama se desenvuelve en el ojo y lejos del cerebro
Hablo de cierto encanto incomprensible
De una costumbre anónima e irreductible
De ciertas lágrimas secas
Que pululan sobre la faz del hombre
Del silencio producido por el gran grito natal
De este instinto de muerte que nos subleva
A nosotros los mejores entre los hombres
Cada mañana haciéndose tangible bajo la forma de una medusa
[sangrante en lo más alto del corazón
Hablo a mis amigos lejanos cuya imagen confusa
Detrás de un velo de estrépito de cataratas
Me es cara como esperanza inaccesible
Bajo la campana de un buzo
Simplemente en la soledad de un prado
(Traducción: Carlos Estela)
Carta de Amor
Pienso en las holoturias angustiosas
que a menudo nos rodeaban al acercarse el alba
cuando tus pies más cálidos que nidos
ardían en la noche
con una luz azul y centelleante
Pienso en tu cuerpo que hacía del lecho el cielo y las montañas
[supremas
de la única realidad
con sus valles y sus sombras
con la humedad y los mármoles y el agua negra reflejando todas las
[estrellas
en cada ojo
¿No era tu sonrisa el bosque resonante de mi infancia
no eras tú el manantial
la piedra desde siglos escogida para reclinar mi cabeza?
Pienso tu rostro
inmóvil brasa de donde parten la vía láctea
y ese pesar inmenso que me vuelve más loco que una araña
[encendida agitada sobre el mar
Intratable cuando te recuerdo la voz humana me es odiosa
siempre el rumor vegetal de tus palabras me aísla en la noche total
donde brillas con negrura más negra que la noche
Toda idea de lo negro es débil para expresar la larga ululación de
[negro sobre negro resplandeciendo ardientemente
No olvidaré nunca
Pero quién habla de olvido
en la prisión en que tu ausencia me deja
en la soledad en que este poema me abandona
en el destierro en que cada hora me encuentra
No despertaré más
No resistiré ya el asalto de las grandes olas
que vienen del paisaje dichoso que tú habitas
Afuera bajo el frío nocturno me paseo
sobre aquella tabla tan alto colocada y de donde se cae de golpe
Yerto bajo el terror de sueños sucesivos agitado en el viento
de años de ensueño
advertido de lo que termina por encontrarse muerto
en el umbral de castillos desiertos
en el sitio y a la hora convenidos pero inhallables
en las llanuras fértiles del paroxismo
y del objetivo único
pongo toda mi destreza en deletrear
aquel nombre adorado
siguiendo sus transformaciones alucinantes
Ya una espada atraviesa de lado a lado una bestia
o bien una paloma cae ensangrentada a mis pies
convertidos en roca de coral soporte de despojos
de aves carnívoras
Un grito repetido en cada teatro vacío a la hora del espectáculo
[indescriptible
Un hilo de agua danzando ante la cortina de terciopelo rojo
frente a las llamas de las candilejas
Desaparecidos los bancos de la platea
acumulo tesoros de madera muerta y de hojas vivaces de plata
[corrosiva
Ya no se contentan con aplaudir aullando
mil familias momificadas vuelven innoble el paso de una ardilla
Decoración amada donde veía equilibrarse una lluvia fina en rápida
[carrera hacia el armiño
de una pelliza abandonada en el calor de un fuego de alba
que intentaba hacer llegar al rey sus quejas
así de par en par abro la ventana sobre las nubes vacías
reclamando a las tinieblas que inunden mi rostro
que borren la tinta indeleble
el horror del sueño
a través de patios abandonados a las pálidas vegetaciones maníacas
En vano pido la sed al fuego
en vano hiero las murallas
a lo lejos caen los telones precarios del olvido
exhaustos
ante el paisaje que retuerce la tempestad
(Traducción: Emilio Adolfo Westphalen)
Discurso
Sin brillo en los labios la rama calcinada un grito estridente
Bajo el oro pesado de las aguas la aldea la cera en la risa oscura del cielo
Para evitar naufragar en el delirio de haber sido bello y desdichado
La sombra une la vida la pesadumbre ardiente a la noche
Obligadamente precaria y dura en lo azul el blanco de los ojos
[la ebriedad
Durmientes de antiguos romances los tiempos ruinosos el guante
[bañado por la luna
Sir Walter Scott encantado por la mirada de hechiceras imita
El grito del cuerno y la lombriz de tierra en los bosques la tarde
La risa gráfica de fortalezas sobre el muro del poniente
Cayendo en picada sobre la nada
Techar lo plano
Nada
Ni la ausencia de color de herrumbre
Luminosa en verano
Alta mar azul en invierno
Soñada a tientas en la noche semejante a fichas de amianto
A los polos de un abanico humeante
A las encrucijadas de una ciudad lacustre
Sobre pilotes de cuerno
Al tren que descarrila tarde en la noche en las marismas
Al litoral bajo el alud
Nada
Ni la sombra amenazante que me sigue
Ni el silencio panoramas de arena
Ni los puñales de piedra de la sed
Ni los tigres que rugen la sangre
Ni los leones despanzurrados ni los ciegos sodomitas
Ni los hitos arrancados tumbados en el musgo
Ni la casa donde rondaban antaño los fantasmas
Ni las iglesias secularizadas
Ni los cadáveres andando en pleno sol
Ni esta guerra de cien años
Con sus burdeles llenos de bejucos y de cartón piedra
Mientras arrojan sobre la noche grandes baldes de agua
Nada —te digo—
Ni ayer ni más tarde
Cuando me trepabas por el cuerpo hasta la cabeza
Triturando los huesos de últimas batallas
En el crepúsculo de nuevas mañanas
Amaestradas
Para cojear del ala izquierda
La del corazón
Arrastrada por las olas de un sueño inmortal de madrépora
De esponja glacial sobre el rostro
De embriaguez de osífrago de huérfano nefasto
De nigromante de abuso de poder
De ilogismo de carbón blanqueado
De fuga desalada en la tormenta
Hasta gritar ¡cuidado!
Hasta implorar gracia
Pero nada
Ni el olvido
Recluido doliente
Entre los dientes
Para siempre de tu ausencia
Oh techo cimerio
El juego predestinado
Dióscuros en la orilla
Entrados en alas curiosos de la ola
Desenvuelta la risa
Si libre humedece el pico
Aquel hermoso pájaro aquel pelícano de ensueño
En el cielo de bruma
Puro azul más que el aire
Entre caracolas
Para esos pianos
Cubiertos de espuma
De dedos furtivos
Partiendo del ojo con sus arpegios lentos
De hilo que oscila
A merced del mar de pescados fritos
Oh cielo de tierra oh mar ágil
Cercado de cuerpos
Oh legítima sed solada de curvas
Tímida si en la piel que brilla
Nacen deleitosas perlas
Bajo el humo vibratorio del calor de las estrellas
Invisibles
(Traducción: Américo Ferrari)
El olor y la mirada
El olor fino solitario de tus axilas
Un hacinamiento de coronas de paja y heno fresco cortado con dedos
y asfódelos y piel fresca y galopes lejanos como perlas
Tu olor de cabellera bajo el agua azul con peces negros y estrellas de
mar y estrellas de cielo bajo la nieve incalculable de tu mirada
Tu mirada de holoturia de ballena de pedernal de lluvia de diarios de
suicidas húmedos los ojos de tu mirada de pie de madrépora
Esponja diurna a medida que el mar escupe ballenas enfermas y cada
escalera rechaza a su viandante como la bestia apestada que
puebla los sueños del viajero
Y golpes centelleantes sobre las sienes y la ola que borra las centellas
para dejar sobre el tapiz la eterna cuestión de tu mirada de
objeto muerto tu mirada podrida de flor
El fuego y la poesía
En el agua dorada el sol quemante
refleja la mano del zenit
1
Amo el amor
El martes y no el miércoles
Amo el amor de los estados desunidos
El amor de unos doscientos cincuenta años
Bajo la influencia nociva del judaísmo sobre la vida monástica
De las aves de azúcar de heno de hielo de alumbre o de bolsillo
Amo el amor de faz sangrienta con dos inmensas puertas al vacío
El amor como apareció en doscientas cincuenta entregas durante
cinco años
El amor de economía quebrantada
Como el país más expansionista
Sobre millares de seres desnudos tratados como bestias
Para adoptar esas sencillas armas del amor
Donde el crimen pernocta y bebe el agua clara
De la sangre más caliente del día
2
Amo el amor de ramaje denso
Salvaje al igual de una medusa
El amor-hecatombe
Esfera diurna en que la primavera total
Se columpia derramando sangre
El amor de anillos de lluvia
De rocas transparentes
De montañas que vuelan y se esfuman
Y se convierten en minúsculos guijarros
El amor como una puñalada
Como un naufragio
La pérdida total del habla del aliento
El reino de la sombra espesa
Con los ojos salientes y asesinos
La saliva larguísima
La rabia de perderse
El frenético despertar en medio de la noche
Bajo la tempestad que nos desnuda
Y el rayo lejano transformando los árboles
En leños de cabellos que pronuncian tu nombre
Los días y las horas de desnudez eterna
3
Amo la rabia de perderte
Tu ausencia en el caballo de los días
Tu sombra y la idea de tu sombra
Que se recorta sobre un campo de agua
Tus ojos de cernícalo en las manos del tiempo
Que me deshace y te recrea
El tiempo que amanece dejándome más solo
Al salir de mi sueño que un animal antediluviano perdido en la
[sombra de los días
Como una bestia desdentada que persigue su presa
Como el milano sobre el cielo evolucionando con una precisión de
[relojería
Te veo en una selva fragorosa y yo cerniéndome sobre ti
Con una fatalidad de bomba de dinamita
Repartiéndome tus venas y bebiendo tu sangre
Luchando con el día lacerando el alba
Zafando el cuerpo de la muerte
Y al fin es mío el tiempo
Y la noche me alcanza
Y el sueño que me anula te devora
Y puedo asimilarte como un fruto maduro
Como una piedra sobre una isla que se hunde
(…)
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(versión original en francés)
Sous l’or lourd des eaux.
7 poemas de César moro.
Adresse aux trois règnes
Je parle aux trois règnes
Au tigre surtout
Plus susceptible de m’entendre
Au mâchefer à l’escarbille
Au vent qui ne se situe dans aucun des trois règnes
Pour la terre il faudrait parler un langage de boue
Pour l’eau un langage de ventouse
Pour le feu serrer la poésie dans un étau et fracasser le crâne
[atroce des églises
Je parle aux sourds aux oreilles tuméfiées
Aux muets plus imbéciles que leur silence impuissant
Je fuis les aveugles car ils ne pourront me comprendre
Tout le drame se passe dans l’oeil et loin du cerveau
Je parle d’un certain enchantement incompréhensible
D’une habitude méconnaissable et irréductible
De certaines larmes sèches
Qui pullulent sur la face de l’homme
Du silence qui résulte du grand cri de la naissance
De cet instinct de mort qui nous soulève
Nous les meilleurs parmi les hommes
Chaque matin se faisant tangible sous forme d’une méduse
[sanglante à la hauteur du coeur
Je parle à mes amis lointains dont l’image trouble
Derrière un rideau de vacarme de cataractes
M’est chère comme un espoir inaccesible
Sous la cloche d’un scaphandrier
Simplement dans la solitude d’une clairière
Lettre d’amour
Je pense aux holoturies angoissantes
qui souvent nous entouraient à l’approche de l’aube
quand tes pieds plus chauds que des nids
flambaient dans la nuit
d’une lumière bleue et pailletée
Je pense à ton corps faisant du lit le ciel et les montagnes
[suprêmes
de la seule réalité
avec ses vallons et ses ombres
avec l’humidité et les marbres et l’eau noire reflétant toutes les
[étoiles
dans chaque oeil
Ton sourire n’était-il pas le bois retentissant de mon enfance
n’étais-tu pas la source
la pierre pour des siècles choisie pour appuyer ma tête?
Je pense ton visage
immobile braise d’où partent la voie lactée
et ce chagrin immense qui me rend plus fou qu’un lustre de toute
[beauté balancé dans la mer
Intraitable à ton souvenir la voix humaine m’est odieuse
toujours la rumeur végetale de tes mots m’isole dans la nuit totale
où tu brilles d’une noirceur plus noire que la nuit
Toute idée de noir est faible pour exprimer le long ululement du
[noir sur noir éclatant ardemment
Je n’oublierai pas
Mais qui parle d’oubli
dans la prison où ton absence me laisse
dans la solitude où ce poème m’abandonne
dans l’exil où chaque heure me trouve
Je neme réveillerai plus
Je ne résisterai plus à l’assaut des grandes vagues
venant du paysage heureux que tu habites
Resté dehors sous le froid nocturne je me promène
sur cette planche haut placée d’où l’on tombe net
Raidi sous l’effroi de rêves successifs et agité dans le vent
d’années de songe
averti de ce qui finit par se trouver mort
au seuil des châteaux désertés
au lieu et à l’heure dits mais introuvables
aux plaines fertiles du paroxysme
et de l’unique but
ce nom naguère adoré
je mets toute mon adresse à l’épeler
suivant ses transformations hallucinatoires
Tantôt une épée traverse de part en part un fauve
ou bien une colombe ensanglantée tombe à mes pieds
devenus rocher de corail support d’épaves
d’oiseaux carnivores
Un cri répété dans chaque théâtre vide à l’heure du spectacle
[inénarrable
Un fil d’eau dansant devant le rideau de velours rouge
aux flammes de la rampe
Disparus les bancs du parterre
j’amasse des trésors de boismort et de feuilles vivaces en argent
[corrosif
On ne se contente plus d’applaudir on hurle
mille familles momifiées rendant ignoble le passage d’un écureuil
Cher décor où je voyais s’équilibrer une pluie fine se dirigeant
[rapide sur l’hermine
d’une pelisse abandonnée dans la chaleur d’un feu d’aube
voulant adresser ses doléances au roi
ainsi moi j’ouvre toute grande la fenêtre sur les nuages vides
réclamant aux ténèbres d’inonder ma face
d’en effacer l’encre indélébile
l’horreur du songe
à travers les cours abandonnées aux pâles végétations maniaques
Vainement je demande au feu la soif
vainement je blesse les murailles
au loin tombent les rideaux précaires de l’oubli
à bout de forces
devant le paysage tordu dans la tempête
Discours
Sans parure aux lèvres le rameau incinéré un cri strident
Sous l’or lourd des eaux le hameau la cire dans le rire noir du ciel
Pour ne pas sombrer dans la folie d’avoir été beau et malheureux
L’ombre lie la vie la pesanteur ardente à la nuit
Demandée précaire et dure dans le bleu le blanc des yeux
[l’ivresse
Des dormeurs d’anciens romans les temps croulants du gant
[baigné de lune
Sir Walter Scott charmé par la vue des sorcières imite
Le cri du cor et du ver de terre dans les forêts le soir
Le rire graphique des châteaux sur le mur du couchant
Tombant à pie sur le néant
coiffeur le plat
Rien
Ni l’absence couleur de rouille
Lumineuse l’été
Haute mer bleue l’hiver
Rêvée à tâtons la nuit pareille à des jetons d’amiante
Aux pôles d’un éventail fumeux
Aux carrefours d’une cité lacustre
Sur pilotis de corne
Au train qui déraille tard le soir dans le marais salants
Au littoral sous l’avalanche
Rien
Ni l’ombre menaçante qui me suit
Ni le silence panoramas de sable
Ni les poignards de pierre de la soif
Ni les tigres rugissant le sang
Ni les lions éventrés ni les aveugles sodomites
Ni les bornes arrachées couchées dans la mousse
Ni la maison hantée jadis
Ni les églises désaffectées
Ni les cadavresmarchant en plein soleil
Ni cette guerre de cent ans
Aux bordels remplis de lianes et de papiermâché
Tandis qu’on jette sur la nuit de grands seaux d’eau
Rien te dis-je
Ni hier ni plus tard
Quand tu gravissais mon corps jusqu’à ma tête
En triturant les os d’ultimes batailles
Aux crépuscules de nouveaux matins
Apprivoisés
À boitiller de l’aile gauche
Celle du coeur
Roulée aux vagues d’un songe immortel de madrépore
D’éponge glaciale sur la face
D’ivresse d’orfraie d’orphelin néfaste
De nigromant d’abus de pouvoir
D’illogisme de charbon blanchi
De fuite éperdue dans l’orage
À crier gare
À demander grâce
Mais rien
Même l’oubli
Claquemuré meurtri
Entre les dents
Pour toujours de ton absence
O cimmérien plafond
le jeu prédestiné
Dioscures au rivage
Agés d’ailes curieux du flot
Le rire dessalé
Si libre humecte le bec
Ce bel oiseau ce pélican de rêve
Au ciel de brume
Pur bleu plus que l’air
Entre les conques
Pour ces pianos
couverts d’écume
De doigts furtifs
Partant de l’oeil aux arpèges lents
De fil qui se balance
Au gré de la mer aux poissons frits
Ô ciel de terre ô mer agile
Encerclée de corps
Ô légitime soif pavée de courbes
Timide si la peau qui brille
Perle en toute délectation
Sous la fumée vibratoire de la chaleur des étoiles
Invisibles