Por Diego L. García*
Crédito de la foto (izq.) ©Ale Meter –
www.poesiamexa.wordpress.com /
(der.) Ed. Pinos Alados
Falsas historias de Mexicali:
Acerca de Cuaderno de Courtney Love y otros poemas (2023),
de Antonio León**
algunas ciudades mantienen intactas las ganas de huir, canta o escribe el sujeto al inicio de este libro/ disco/ film; San Francisco, así se titula la serie, es esa ciudad-paraíso que funciona como un portal en el tiempo, como una dudosa promesa para mantener las cosas en movimiento. La belleza del pop rock que nos gusta, esos trucos avisados de antemano, esas postales sin nada nuevo, se ve corroída por un efecto impropio: el del lenguaje. Lo intacto del pop se choca de frente contra esa materia nada ingenua que hace al punto de construcción. Hay fuga, pero también una serie de principios que podríamos sintetizar así: todos pueden entrar a la fiesta, pero habrá que destruirlo todo al final.
justo como aprendimos en películas de adolescentes/ durante la década anterior/ a la anterior, canta o escribe. El tiempo es confeti en estas escenas. Cae sin gracia para arruinar los peinados de quienes bailan creyendo que están en el lugar correcto. El lector es ya-nunca-más-adolescente, es parte de una lengua muerta que nombra ídolos enterrados bajo otras capas arqueológicas (Blur, los Smiths, Foucault, Don Cangrejo, etc.). Lo aprendido sirve para cumplir una ficción que fracasa antes del primer acto. Fracasa, pero ¿no hemos sido felices en ella, acaso? Una y otra vez el deseo barre con nuestras palabras; lo que queda de nosotros es esa luz apagándose en una pantalla.
nadie nos obliga a enunciar el amor, canta y escribe. Hay en nuestra época una superposición de placas tectónicas de sedimentos retóricos, de frustraciones figurativas, de yoicas batallas de 8 bits, que engendran monstruosidades poéticas; tipos atascados en un bug del Romanticismo, moscas mutantes susurrando haikus, pistoleros barrocos litigando por los derechos del oxímoron. Digo, en esa playlist, “nadie nos obliga a enunciar el amor”. Lo decible no es parte de la poesía de Antonio León; es justamente, su contracara.
la otra vez dije ser la chica y que yo miento, respira y sueña. Desarma las identidades, tensiona lo agrupable, lo colectivo panfletario. ir a la fiesta marica no m / vuelve autoridad para escribir la novela lgbt: Des-autoriza una escritura que no pretende instaurarse por la firma (la conciencia del autor de los desechos plásticos). Es decir, las etiquetas se desprenden de la materia textual, leemos: la llave para rellenar las botellas de salsa Amor, el acceso es a otra dimensión de la palabra. A una donde su peso sacia estéticamente cualquier hueco político.
pero ya le avisaron su inutilidad si no es hermoso, canta, canta, canta. Este verso contiene una poética al desdoblar su negación irónica: lo hermoso es también lo inútil, en sentido de funcionalidad capitalista. La poesía no está exenta de estos planteos. Los disfraces están pagos por la compañía Salsas Amor, las cervezas son un canje del chico barroco de Heineken y las fianzas policiales un encargo para la mística “Courtney de Sonora” que fuera del poema trabaja como agente de bolsa: ahora se bajan de los Mitsubishi/ con la pierna erecta entaconada adiamantada.
George Bush madre contra Madame Hussein este es un ataque nuclear, escribe y desescribe. El mundo hace un cosplay barato en la fiesta equivocada. No es Halloween y el horror pasa a ser una palabra que nos desacomoda. La parodia es un giro más en el baile absurdo de la muerte. Sí, la muerte también baila sobre los parlantes mientras se mea encima.
al terminar la jornada todo es muy Kentucky Fried Chicken// (…) la psicóloga dijo que mi mente no funciona para escribir cuento / que todo lo de mi cabeza funciona a la perfección/ excepto los pollos, escribe, Escribe. Los pollos fritos son el óleo renacentista que nos engulle. Como trozos informes, con salsas picantes y sospechas de vínculos con Los Pollos Hermanos. Las cosas en “mi cabeza”, esa música que fractura el tiempo: sonríen nuestras cabezas anteriores. O cabeza de cerdo, ese sujeto inmolado a ser sólo presente. ¿Dónde más podríamos estar? El aceite hirviendo nos espera y es tarde cuando pensamos demasiado: la salida y la entrada son una misma palabra. Lo que cambia es la forma en que se sirve.
Este recorrido es una manera de presentar el nuevo libro de Antonio León, pero también, toda su brillante obra poética. Las preguntas y las canciones son las mismas, en un desarrollo que nos invita a desarmar las imágenes y las voces del videoclip. Esas voces que la cultura pop ha grabado en el walkman mental, a través de generaciones poco entrenadas para cuestionar lo masivo. Tal vez no hayamos cambiado demasiado. Pero ahí está la poesía, el desvelamiento, porque detrás de la belleza,/ siempre hay perros ateridos/ que respiran fuerte.
*(Buenos Aires-Argentina, 1983). Poeta, traductor y ensayista. Estudió en la Universidad de La Plata (Argentina). Ha publicado en poesía Esa trampa de ver (2016), Una voz hervida (2017), Una cuestión de diseño (2018), (Fotografías) (2018 y 2020), Las calles nevadas (2020), Siluetas hablando porque sí (2022) y Unos días afuera (2023); en ensayo El lento hacer. Ensayos sobre imagen y escritura (2023) y forma parte de la antología de poesía latinoamericana País imaginario: escrituras y transtextos 1980-1992 (2018).
**(Baja California-México, 1977). Poeta y cronista. Editor de poesía en la revista El Septentrión. Obtuvo el Premio Estatal de Literatura de Baja California (2016) y la beca del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA) en la categoría Creadores con Trayectoria (2018). En la actualidad, trabaja en el ámbito de la promoción de la lectura y es integrante del equipo organizador del encuentro Tiempo de Literatura (Mexicali-México). Ha publicado Busque caballos negros en otra parte (2015), :ríos (2017), Consomé de Piraña (2019), Drowner (2021) y Cuaderno de Courtney Love y otros poemas (2023).