Sebastián Salazar Bondy fue uno de los amigos más cercanos del poeta y artista plástico peruano Jorge Eduardo Eielson. Coetáneos, su amistad data desde su primera juventud, no siendo pocas las colaboraciones que, en lo literario, hicieron en los primeros años de la carrera literaria de ambos. Para muestra: la antología de poesía peruana que prepararon junto con otro de sus grandes amigos, el poeta y editor Javier Sologuren, titulada La poesía contemporánea del Perú, publicada en Lima, en el año 1946.
La prematura e inesperada muerte de Sebastián, debió calar muy hondo en el ánimo y corazón de Eielson, al ser uno de sus mejores amigos y alentadores de su obra. Muy pocos como Sebastián entendieron la poesía y la plástica de Eielson; y quizá a ese profundo dolor se debió que JEE publicara escribiera y publicara no al conocer la noticia sino dos años después del fallecimiento de Sebastián, un poema dedicado a su gran amigo.
Aquel poema mencionado, fue publicado por Eielson en Alpha, n° 11, en el año 1967. El mismo fue republicado en el libro nu / do: homenaje a j.e. eielson, publicado por el Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, en el año 2002; p. 559, del que lo reproducimos.
Por: Jorge Eduardo Eielson
Crédito de la foto: Izq. © Martha Canfield
Der. © Irma Lostaunau y Ximena Salazar L.
a sebastián salazar bondy
hay cosas que no comprendo
sino llorando
ríos de sangre por cierto
pero en sus manos un vaso de agua
y entre sus ojos un ruido atroz
de vidrios rotos
además caminaba ¿recuerdas?
Caminaba todavía
cuando murió
es decir que se iba
naturalmente
que aborrecía
la oscuridad
que no volvía
más nunca
que su vestido
estaba vacío
que no veía
que no escuchaba
sino tambores
que adivinaba
que dibujaba
que contemplaba
el desastre
Originalmente, Eielson incluyó este poema en el poemario Habitación en Roma (1952), bajo el título «Llanto obligado (ante una fuente de Roma)». No obstante, este título pasó luego a ser el epígrafe.