Vallejo & Co. reproduce una interesante entrevista que el poeta Hasier Larretxea realizó a la poeta reconocida Chus Pato en la que esta nos comenta de su vínculo con la lírica, el arte y su manera de vivir la poesía. Esta entrevista fue originalmente publicada en el portal web Koult (www.koult.es) bajo el título de Chus Pato: “Lo contemporáneo vive en las fronteras”, el día 23 de abril de 2013.
Nota y entrevista: Hasier Larretxea*
Crédito de la foto: www.apiario.eu
«A menudo no comprendemos un poema, eso dice la gente
‘la poesía no se entiende’ ni el arte ». Entrevista a Chus Pato
La trayectoria poética de Chus Pato (Orense, 1955), además de extensa, se caracteriza por realizar un recorrido a través de la reflexión, desde una óptica donde tensa los márgenes de lo estrictamente poético para crear universos literarios propios. Lugares donde están presentes la historiografía, lo político y social, desde un criticismo femenino que parte de la tierra para obtener una dialéctica universal.
Su poesía es la de la ruptura, la escisión, la dignidad histórica y lo existencial. Reescribe los patrones poéticos para hilvanar su universo rico en imágenes artísticas, donde su reflexión constante sobre la estética hace estallar lo convencional para alcanzar un territorio sin fronteras de ningún tipo. Donde lo cinematográfico, la filosofía, la conciencia civil, las estructuras narrativas y el hecho diferencial adquieren relevancia, para construir un discurso que se retroalimenta mientras va avanzando, y retoma en más de una ocasión las aristas que se ramifican.
La colección Transatlántica/Portbou de Amargord ediciones, nos acerca a una de las poéticas más sólidas e internacionales. A una muestra rigurosa de la poesía gallega contemporánea que, sin duda alguna, tiene nombre de mujer. Recientemente se publicaban en castellano Hordas de escritura, que obtuvo el premio nacional de la crítica, y Secesión. Es por ello que hemos invitado a Chus a realizar esta entrevista por e-mail en la que hemos mantenido su estructura y puntuación original, y que publicamos hoy con motivo de la celebración del día del libro.
Entrevista
¿Concibes el poema como la construcción de lo inexistente?
Aquello que no existe pero puede existir o pudo haber existido o jamás existirá. O bien lo que permanece en la nada (pero la nada ya es algo, una existencia de nada) y más allá de la nada.
No pretendo agotar todas las posibilidades que brinda lo inexistente.
Todas estas categorías remiten a lo vivo y a lo muerto y al tiempo y también a lo que casi no existe y vive entre ausencia y presencia.
Casi se tiene la tentación de afirmar “nada existe” y si se piensa en el tiempo como sucesión o laberinto se confirmaría casi esa inexistencia sobre el pasado sobre el futuro y un presente que es lo imposible de vivir.
Abrir aquí una línea, un laberinto que no es cíclico sino de superficie, una línea recta no infinita, más bien ilimitada y decir “el poema atraviesa o se hace cargo o se alimenta de todo ello”.
El poema dice lo que puede existir y aún no ha nacido, lo que ya es pasado y se esfuerza por su vida que ya es póstuma, imposibilidad de morir, entonces un ángel viene desde ese futuro y cruza la mirada con otro que llega desde lo que ya no es y fue y en ese cruce y durante un instante, que es el mínimo y el máximo que un pensamiento o un sensible puede soportar se vive un presente una vida precaria como toda vida y brota una palabra que reclama ese futuro y en ella vibra lo que ya no es y es entonces como un poema construye lo inexistente y lo ofrenda para ese instante que es un don y un presente en el lenguaje
Se hace cargo el poema de esa aparición que nace de la ausencia de los cuerpos que el poema nombra como una voz clama la aparición y el desierto
¿Cómo una contemplación de la propia extrañeza?
Solo lo extraño me nombra.
Lo extraño: el cuerpo los cuerpos y el lenguaje.
Lo extraño: una voz del cuerpo que aprende a articular el habla que dice el mundo que dice el yo que dice el límite en el que tratamos de descifrar los problemas que nos asedian (las diosas los dioses el pensamiento).
Lo extraño: mi circulación sanguínea la circulación sanguínea de las otras /de los otros. La palabra que sale de tu boca, la mía, tu boca, la mía. Tu espalda que miro, la mía que no puedo ver. El color de tu piel, la mía.
Solo lo extraño y su tacto sabe de mi extraño y de mi tacto.
Solo la otra nombra a las innumerables otras que me habitan, mis huéspedes mis extrañas
Digo un yo, digo el yo ausente de todas las proposiciones infinitas que con el lenguaje puedo construir.
Lo extraño: solo mediante el incorporal que es una palabra puedo decir mi cuerpo tu cuerpo el cuerpo el cielo la piel que nos cubre.
¿Qué hereda la poesía de la transmisión oral?
De alguna manera digo “el poema es aquella escritura que muestra la imposible concordancia entre la banda sonora del lenguaje y el pensamiento”.
Diría “el poema es una vida asediada por la música del lenguaje y su imposible concordancia con la idea que quiero expresar”.
Si, lo diría “el poema es la tensión máxima entre esa disyunción, una disyunción que no se sintetiza, que no puede remitirse a una tesis”.
Cuando me hablan no conozco el significado de las palabras, la madre me habla así, presupone que yo entiendo, yo aprendo su música y en la música conozco sus conflictos sus pasiones sus odios su felicidad y su desgracia su necesidad y su grandeza. Es esa música oral lo que aprendo en primer lugar, no su sentido.
El poema ama eso que es la música de un idioma o de varios idiomas.
El poema ama también la idea.
Se tensa hacia un lado y hacia otro.
Una metáfora no es la síntesis de dos opuestos, es la demostración de que algo, una frontera que es un sentido parte y reparte el cuerpo y el lenguaje, los ruidos del cuerpo y la palabra articulada, los divide y los recorre, ese sentido es sin voz sin persona sin género: cantar jugar morir comer vivir gozar sufrir escribir amar.
Ejecutas con tu poesía una reconstrucción de los desechos, cierta proyección de la devastación. Como si fuera un conjunto de ruinas (las pulsiones del idioma).
La ruina permanece, es aquello que sobrevive a la devastación y resiste. Las razones son diversas, sobrevive porque es la parte más dura, porque ha sido resguardado, debido precisamente a su fragilidad o al azar…
Tal vez porque escribo en un idioma que ha sido y es maltratado y amado hasta el delirio mi tendencia es a sentirlo como sujeto a la destrucción a la erosión y al agotamiento. Tal vez por esta razón soy sensible a la idea de que la ruina no solo es hermosa sino ética porque es aquello que sobrevive a la (s) muerte(s) .
La palabra del poema traza en la oscuridad una tiniebla que es más clara, una diminuta luz contra la desaparición, se hila y se teje y se tranza hacia un querer, hacia esa voluntad. Esa luz es producto de su propia devastación, es lo que queda, un resto que se implanta en el futuro.
Hölderlin lo dejó escrito, lo repetimos y no nos saciamos “lo que permanece es lo que fundan los poetas” y Agamben explica que el verso no debe leerse en el sentido de que la obra de los poetas es lo que perdura en el tiempo sino en aquel otro que apunta a que la palabra poética es la que adopta el papel de un resto, y por esto puede ser testimonio de la destrucción y nombra lo inolvidable.
La ruina, la palabra que se hace cargo de la devastación y resiste, es lo inolvidable. En ese sentido un poema es un conjunto de restos, de ruinas y remite a las pulsiones de un idioma
Estas pulsiones nos llevan hacia un naciente hacia una fuente hacia un brotar que a mí me gusta imaginar como el lugar del trovar, del encuentro con las palabras, un punto que de alguna manera es membrana entre la Historia y lo arcaico (lo arcaico siempre nos sonríe, como sonríe una koré, es alba y nunca cronológico, tampoco un origen) esa membrana separa y articula el ruido de los cuerpos y las palabras, al decirlas el animal se pierde y la especie se constituye en lo que más o menos aún podemos nombrar como humano. Creo que el poema de alguna forma se dirige a ese lugar que no existe, que no hay pero que nombra ese nacimiento que no cesa de nacer, en el no hablamos pero casi ya lo hacemos. Son las grandes madres de horda, las simias y las grandes bolsas de vida en las que crecemos. Me gusta imaginarlos así, como grandes balsas de nutrientes a la deriva, en la lengua en el idioma.
La existencia adscrita en los versos, la hendidura que proyectas en lo venidero.
Eso es el poema, justamente lo venidero.
Lo que aún no está ahí lo que está a punto de llegar y nunca llega lo que va a llegar.
El poema ya está ahí y nosotros/as con él.
A menudo no comprendemos un poema, eso dice la gente “la poesía no se entiende” ni el arte ni la filosofía ni la ciencia, todo eso no se entiende.
Creo que muchas veces un poema se nos dirige como la madre (no adscribo esta palabra “madre” al uso más instrumental, aquel que asocia madre a una mujer. Digo madre y pronuncio: banda icónica banda sonora banda emocional banda cognitiva… común, digo madre y borro madre mía y su vientre y al borrar madre mía y su vientre madre es madre de nadie de cualquiera de quien comparte imágenes imaginaciones fantasmas fantasías ruidos y sonidos palabras canciones etc.) la madre se nos dirige para lo venidero, para que en lo venidero comprendamos las palabras.
Así muchas veces el poema.
Lo venidero.
¿No son tiempos para las elegías, y sí en cambio para los himnos?
Seria penoso y el cuento de nunca acabar si te respondiera no de memoria como haré y desde una memoria que es siempre distraída. Si te respondiera cabalmente, entonces tendría que buscar en Benjamin y en Lacoue Labarte y dado que no llevo un diario de citas podrían pasar meses antes de que encontrará el párrafo, los párrafos en los que Benjamin o Lacoue Labarthe hablan de la elegía y el himno.
La actualidad nunca se retrasa al respecto de si misma, la actualidad o la gloria o los medios de comunicación o el canto de los cardenales en Roma o en Bizancio o en Jerusalén.
Lo contemporáneo nunca es actual es intempestivo y cojea, por así decirlo, o tartamudea o balbucea, se retrasa ligeramente, un retraso casi imperceptible y es lo que le permite la reflexión y su emergencia.
La actualidad es cronológica y responde al ciclo.
Lo contemporáneo dura un instante, el instante de un brote y no se asocia a lo profundo ni a lo alto sino a la superficie y a las intensas poblaciones que lo habitan.
Lo contemporáneo vive en las fronteras.
La actualidad es más bien una cosa de los Estados.
Si eres capaz de habitar una frontera dices lo intempestivo, una fuerza contraria a lo actual, al Estado y pronto llegarán los tanques (aquí tanque es una metáfora, los tanques o la Segunda Guerra Mundial hace tiempo que ya no son necesarios para someter a los pueblos de Occidente) .
Si dices lo intempestivo dices lo contemporáneo, que puede ser algo muy antiguo o una fábula de ciencia ficción, en todo caso algo que nunca tuvo cumplimiento.
No dices gloria, no dices el pasado.
Dices la redención lo nuevo.
Me ha llamado mucho la atención el artículo de Robin Evans y su hipótesis de que la mayor parte de la población vive en campos de refugiados.
Comer, dormir bajo un techo… en Occidente ya casi lo hemos olvidado. Hemos nacido bajo un techo, tenemos comida…
La vida es siempre precaria, es su condición la necesidad de ser atendida de ser cuidada para poder continuar.
¿Quién sabe en Occidente que es necesaria la comida para vivir?, ¿Que es necesario un techo para amar?
Tan acostumbrados estamos a las imágenes de la gloria, aquellas que nos muestran la desdicha de ese afuera que son los pueblos que no tienen comida que no tienen un techo para reproducirse ni duelo para llorar. Tan acostumbrados que cuando las vemos solo pensamos que ellos no son nosotros y así nos situamos del lado de quien/quienes deciden que poblaciones son las que tienen derecho a la vida y las que solo a la infravida o a la no vida y ni siquiera al morir.
Solo al descuartizamiento en la arena.
Y nosotros/as desde nuestros lugares en el coliseo jaleamos al imperio para que conceda gracia a este o a aquella y muerte a la otra o al otro.
El arquitecto Robin Evans en su artículo “Figuras, puertas y pasillos” escribe sobre el fracaso de la arquitectura de la Ilustración ante el hecho de que la mayor parte de la población viva en campos de refugiados.
Está muy presente la confluencia histórica en tu construcción poética. Los hechos históricos como cimientos donde se sujetan tus poemas.
Hay una meditación que se detiene ante esa palabra “Historia” y que no logra conducirme nunca a ningún lugar concluso, que en mí se pierde y se derrama como las aguas de un río en un delta.
Una se pregunta ¿Qué es lo que sin tregua escribe Clio sobre su pergamino? ¿Qué es lo que guarda en el cofre que siempre la acompaña?
Diríase que de tanto escribir no ve más allá de los signos que traza y que eses signos trazan siempre el rostro del o de la que gana.
Otra cosa diferente es lo que los seis pronombres de persona, cada uno y todos juntos sienten cuando están frente a un rostro que en vez de un ojo muestra un parche blanco, o lo que piensan cuando al despertar constatan que un presidente de un gobierno no solo no ha dimitido sino que persevera en sus afirmaciones, o las deducciones morales que se pueden hacer de estos hechos y el desmoronamiento moral que los acompaña.
Tal vez cuando soñamos y en la noche que se abre en la noche lo que vemos es el vacío en el cofre y como las letras del pergamino no son sino motas de polvo en un rayo de luna.
Comparto la definición que Rancière da sobre el proletariado y nuevamente cito de memoria, proletariado es el sujeto de un daño irreparable.
Eso irreparable no se escribe, no lo escribe la Historia.
El polvo que levantan millones de pies caminando la Tierra.
Si, ese polvo que es el aliento y la palabra de un poema.
Me gustan los álamos.
Seguir su ejemplaridad, crecer, no derrumbarse ni siquiera el día del final, del final de los tiempos.
“El relato es autobiográfico en la medida en que las/palabras que lo componen son biografía”.
La vida y las palabras van juntas pero no son exactamente lo mismo. En la vida hablamos y hablamos y no paramos de hablar, los y las que hablamos somos los mismos y las mismas que no podemos hablar y hablamos.
A veces las palabras se interrumpen, se fugan de la vida. Es cuando sin ir más lejos nos quedamos sin palabras.
Las palabras se interrumpen por una necesidad que tienen no de silencio sino más bien de quedarse solas, de verse y de reconocerse a sí mismas; algo así como una suspensión de su propio oficio que es hablar y hablar, están de huelga para recordarse.
Entonces la vida y las palabras se separan un poquito más y las palabras sueñan que ellas también son una vida.
La vida solo podemos decirla con palabras, cuando las palabras se suspenden en su oficio y se escriben como una vida, entonces si la suerte las acompaña y es eso lo que quieren, el relato que componen es autobiográfico.
Y lo que relatan es una vida que se escribe con palabras que se han interrumpido para poder ser ellas mismas biografía.
“Un poema se inscribe allí donde es imposible su concreción”
Fuera de archivo.
El archivo lo es de un corpus que se forma con el conjunto de poemas que llamamos poesía
Un poeta/una poeta es alguien que tiene esa voluntad, de escribir un poema pero aún no lo ha escrito, en este sentido da lo mismo que haya escrito poemas o que el que va a escribir sea el primero, siempre es el primero porque de nada vale el haber escrito otros ya que es un saber que no se acumula.
El poema que se escribe es un fuera de archivo.
El poema es siempre el mismo pero el que se quiere escribir y aún no se ha escrito no está en el archivo, no pertenece aún al corpus ni a la poesía ni a la musa porque aún no se ha escrito.
Es necesario ir más allá de lo que ya se ha concretado y se sabe.
El poema no se sabe.
Solo cuando ya se ha escrito se concreta.
Pero viene llega de otro lugar.
Está en el aire.
En los vientres del aire.