5+1 poemas de «Ciudad huevo» (2024), de Horacio Fiebelkorn

 

Horacio Fiebelkorn*

Crédito de la foto (izq.) Ed. Volcán de agua /

(der.). archivo del autor

 

 

5+1 poemas de Ciudad huevo (2024),

de Horacio Fiebelkorn

 

 

Aún llueve

 

a Yiyo Cantoni y Eduardo Correa in memoriam

 

En la vereda todavía mojada

el reflejo de las nubes no termina

de abrirse. El viento

hace nido en el pecho,

y los relojes no funcionan.

El humo se deshace en círculos.

Aún llueve en los recuerdos que cantamos.

El vaso donde poníamos

el río agitado de aquellos corazones.

Las preguntas se apilan: cómo,

ahora, cantar, cada vez, con aquella

melodía que vuelve, y el viento aviva

y no puede apagarse.

 

Presentación del poemario «Ciudad huevo» (2024), de Horacio Fiebelkorn

 

Torcaza II

 

La torcaza que veo

por la ventana en este atardecer

permanece quieta

unos segundos

en la rama del árbol.

Prefiero verla en silencio

y no provocar su fuga

con algún ruido.

Aunque no podré evitar

que en algún momento

levante vuelo, y deje vacía la rama

y también el poema.

 

 

 

1

 

El eterno huevo de la ciudad huevo,

la curvatura de una avenida incomprensible.

No preguntar por qué el suelo a la hora del pajarito,

no preguntar por qué se corta el aire

a la misma hora de cualquier día.

Desde los tiempos en que esto

era menos que un hueco de la pampa

y no un puerto y una maldición

de trenes que no volvieron.

Ni un solo peatón saluda a su sombra

en la ciudad huevo. El mozo pregunta

qué me voy a servir, poco antes de ver

cómo me quito la cabeza y la tiro bajo el tráfico

en la principal avenida de la ciudad huevo.

 

 

5

 

Gasté décadas esperando

lo que nunca iba a suceder.

Lustré veredas de tanto caminar.

Compré miles de veces

el mismo diario, y nada, nunca.

Los barrenderos cambian

el polvo de lugar. Empiezo a odiar

las mañanas amarillas.

 

 

 

10

 

Quise llevarme algo tuyo.

Me acerqué con sigilo a tu figura.

Tus brazos temblaban al cubrir

lo que nadie podía ver.

Te dije: «Aprendé a matar, aquí

no hay inocentes”. Te dejé

dos besos que sangraron breves

antes de florecer en el vapor

de una sombra que se alejó

hasta que el viento lo hizo lluvia.

 

Horacio Fiebelkorn

 

11

 

Para que no vengas

voy a esperarte junto a un edificio

que ya no está.

Una por una contaré

las naranjas no crecidas.

Tu ausencia será espléndida.

La mía también.

 

 

 

 

 

*(La Plata-Argentina, 1958). Poeta y ensayista. Fue coeditor del tabloide de poesía La Novia de Tyson. En la actualidad, dicta talleres de poesía en forma presencial y virtual, y participa del proyecto de Pixel Editora. Ha publicado en poesía Elegías (2008), Pájaro en el palo (2012), El sueño de las antenas (2013) y Poemas contra un ventilador (2019); en ensayo Tilos secos, diagonales rotas (2021).

 

 

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