Por Juan Hermoso*
Texto por Julieta Valero
Crédito de la foto (izq.) el autor /
(der.) Ed. Eolas
Arquitectura y piel para un heraldo negro
(Un epílogo a Las Furias)
Hay en Las Furias una extendida experiencia de condena y de redención a través de lo matérico elemental, tan cálida y permeada en el léxico, claro, pero también en el tipo de luz y el olor que irradia cada poema, en la variada experiencia del tacto de las personas que los habitan… Y en la factura final del verso y su ritmo: preciso, con una amplitud semántica que le permite referir el todo que nos compone. La dimensión existencial y la cotidiana. Aquí están esas coordenadas que nos reducen a la nada contenida de la espera y está también la gloriosa materialidad del mundo, repelente y acogedora […]. Transitar por este libro es trazar la cartografía de un tramo significativo de la vida en lo que esta tiene de macroestructura, de conciencia existencial ―ahí opera su arquitectura fuerte y su rica referencialidad cultural― pero también desde su honda superficie: aunque nos esté arrebatando lo más amado, la fisicidad de la realidad es siempre más elocuente y acogedora que los conceptos o incluso las verdades que genera.
9+1 poemas de Las Furias (2019),
de Juan Hermoso
(1. De Ordalía. Fuego)
Las horas,
torrente de larvas detenido en ámbar o brea,
baba inmisericorde,
y con ellas de pronto
la premura de verte
a lo lejos,
pálida,
inmóvil,
la premura punzante de advertir
el escueto temblor de tus sábanas
o nada,
sólo verte a lo lejos
fugazmente.
(2. De Ordalía. Fuego)
Cualquier piedra bruñida,
la madera en sus vetas,
el vaho despavorido,
escondían entonces en su seno
monstruos innumerables,
ávidas alimañas
encrespadas
porque iban a devorar tu corazón;
reseca sangre ennegrecida
mientras la tuya fluía sin coagularse
una hora más, y otra
y la miraban con sus ojos sin iris
los mil rostros deformes del invierno
que apenas comenzaba.
Pero yo me encogía en ciertos lugares
como un ovillo o una pupa,
conjuraba
despacio
un rumor luminoso que venía de tus manos
como un hilo de miel en la leche caliente:
las piedras eran piedras,
madera la madera,
el vaho era sólo vaho
y regresaba
a su trémulo hogar en los cristales
al menos un instante.
(3. De Ordalía. Fuego)
Era el hilo finísimo
que enhebraba las lágrimas en la piel de tu madre
y tú habías roto
–ella regresaría para morir
a la casa sin luz de su niñez–,
el sedal silencioso que hendía el hueso,
el caudal de la arteria
que una llama invisible
había de detener.
Honrarás a tu padre,
rezaba el libro que traía tu hermano
y tu hermana,
que nunca lo había hecho,
me decía corazón:
su voz era tibia y temblorosa
como las vísceras de un pájaro.
Sería ya media tarde,
tú aguardabas inmóvil
el limpio fogonazo que cerrase la herida
o la dejara manar hasta agotarse;
atravesabas mansamente el enjambre
de nuestros ojos extraviados,
sonriendo con esfuerzo,
como acunando entre tus manos a las crías
jadeantes aún y ciegas
de nuestro desconsuelo.
Luego las puertas se cerraron
y fue la hora de esperarte.
(4. De Tormento. Ticio)
… ni un eterno dolor sufrir podría, ni ser su cuerpo pasto perdurable…
limosna:
vendrá el vencejo
y luego el estornino
y un día desearás que no regresen
……………al menos
……………………………………..a tus ojos
……………………………………………………………….exhaustos;
los arrullará el viento
en las ramas
……………………………………..cada vez más lejanas.
(Lucrecio, De la naturaleza de las cosas, III: 1360, traducción de José Marchena)
(5. De Tormento. Sísifo)
… forcejeaba con los pies y las manos e iba conduciendo la piedra hacia la cumbre de un monte…
toda la tarde
tratamos de prender aquellos leños húmedos
sin otra mies que un humo
…………..blanquecino y estéril
–los niños traían yesca
bajo sus blandas uñas,
un murgaño abandonaba
…………..despacio
su escondrijo–:
si hubiera nevado lejos de la casa
habríamos tenido que apiñarnos
………………………….bajo el vientre manso de los perros,
………………………………………palpitante como llama de sebo,
pero ni siquiera teníamos frío
y ante la noche inmóvil
se alzaban como hogueras
goznes y cerraduras
enseñando sus dientes
…………………………..en vano
a una fiera dormida.
(Homero, Odisea, XI: 593, traducción de Luis Segalà)
(6. De Tormento. Sísifo)
… desde la cumbre busca precipitada las llanuras…
despertar,
unos pasos a tientas,
lentos,
…………..torpes,
agua templada sobre la piel insomne,
un pájaro extraviado,
el aliento intranquilo de un mal sueño
que hasta la luz más tenue calmaría,
agua, pájaro, luz,
hendir la carne de las frutas con un cuchillo limpio,
que la hoja vuelva limpia,
que el día se desgaje poco a poco
y no haya sido presa,
…………..mientras dormíamos,
de la putrefacción,
pasos, piel, aliento,
carne, cuchillo, día,
calentar otra vez el pan y la leche,
amarnos,
caminar,
frutas, hoja, presa
…………..exhausta del tiempo,
pan, leche, madrugada.
(Lucrecio, De la naturaleza de las cosas, III: 1001, traducción de José Marchena)
(7. De Nana. Caléndula, rueca)
Tantos días sin lluvia,
tanta lluvia sin noche:
ahora corres a refugiarte en la tahona
porque el olor de la harina es lo contrario
…………………………………………………………del olor de la lluvia
como una rueca es lo contrario del cuerpo de un niño,
y recuerdas su voz
–la muerte no es lo contrario de la vida–
que guardas en la alacena con los platos
y los blancos manteles.
(8. De Nana. Caléndula, rueca)
Una piedra
…………..encima de otra piedra
no es una casa
pero recuerda al frío.
Aletea
………el pájaro escondido
cuando oye tus pisadas,
………………………….inscribes en la escarcha
……………………………………………………..el nombre de tus hijos
que el sol se llevará.
La noche cubre luego
la casa que no fue
y el pájaro escondido.
(9. De Nana. Caléndula, rueca, nido)
Dices nido
y clarea
…………….la mañana
………..es agua limpia que corre entre tus dedos,
dices pústula
y el plomo
……………..se vierte entre las horas
………..son agujas que hilvanan a tus párpados
…………la noche
es nido
…………….donde duerme el ave que hiere
………la mañana
es pústula
…………….ennegrecida por el frío de la noche
………cuando
dices nido
y clarea
…………….la mañana.
(10. De Nana. Caléndula, rueca, nido)
Las entrañas vacías,
el frío,
la voz acuchillada,
el temblor en las manos,
la turbiedad del aire,
todo lo feroz
…………….y lo sin rostro
…………………………..todo
era
por esto:
la piel caliente del hijo mientras duerme,
…………….su risa como el sol entre las hojas,
la miga blanquísima del día
……………………………………..que comienza en tus labios
……………………………………………………………………………y a tus labios regresa,
el vientre de las aves que se alejan
………………………………………………………………entre cirros,
poco más.