9 poemas de «En la mirada del lobo» (2018), de Alessio Brandolini

 

Por Alessio Brandolini*

Texto y traducción del italiano al español por Martha L. Canfield

Crédito de la foto (izq.) Mantis Ed. /

(der.) el autor

 

 

La poesía de Alessio Brandolini está estrechamente vinculada a la naturaleza, como se ve desde sus primeros libros. En su obra emerge una particular simbiosis con elementos de la tierra, el agua y el aire, pero sobre todo con algunos animales: el lobo, en primer lugar; en él se encarna la fuerza, la soledad, la inteligencia y las dotes —no siempre reconocidas— mediante las cuales el poeta atraviesa los oscuros subterráneos de la existencia para llegar a la luz.

 

 

9 poemas de En la mirada del lobo (2018),

de Alessio Brandolini

 

 

LOS PASAJES AL SILENCIO

 

Los primeros meses fueron duros, luego la hierba cósmica

envolvió rampas y detritos, hoy semillas perforan la pulpa.

Es hora de podar mucho: subo y la vorágine encuentro

el aislamiento expandido. Dos palabras por su día: cumple

ochenta años, la tierra adormecida y al partir no basta

un abrazo. Raíces querríamos llevarnos

las fibras de nuestra especie. La oscuridad curva los olivos

absorbe los fragmentos de luz pateando en los guijarros.

 

En el refugio hecho a mordiscos, en el barro de los adioses

fiesta de la mirada arrastrada por los pasajes del silencio.

En las paredes los retratos, con gestos groseros hemos

arañado el origen poroso de nuestra especie.

El ansia es la misma: equivocarse y desgarrarse el costado.

Las ventanas abiertas nos dejan escuchar el jardín

y recordar que afuera todo es distinto. Con su pico

el ruiseñor señala un campo incendiado, manos de cortes.

El agua las flores el viento los lobos la levedad

de las hojas, de las plácidas nubes que arrancan clavos.

 

Suena el teléfono y nadie responde, solamente gruñidos

entre nosotros y quienes han vivido en la casa días cortados.

 

 

 

PEQUEÑA SINFONÍA PARA PERROS

 

Tendremos cuidado de no mostrar los caninos, lo azul

mitigado entre los brazos, el silencio desborda, le tira

la cola al lobo que se arma de valor, levanta

el cuello y el aullido avanza en el aire matutino.

¡Estrella que escrutas con un solo ojo invita

al ángel a levantarse de las espinas! De esto el gato

echado al sol sabía más que nosotros. No entrenados

sin respeto por el oído ajeno: padres maestros

amigos, nos la entonamos solos variando el ritmo

y la insomne sinfonía erige ciudades en miniatura.

He quemado ramas hierba seca los zapatos de tacos

gastados que ya no sabían adónde llevarnos.

 

Oscila la noche y en el murmullo se vuelve a ser

lo que nunca hemos sido: tranquilas barcas sabiendo

que precipitarán en el mar en tormenta. En los abismos

los peces cierran los ojos saltones en nuevos espacios

donde podrán ocultarse, divertirse. ¿Cuánto falta?

Avisa a la muerte cuando la buscas, podría ignorarte

ama las sorpresas, te alarga la vida aunque no quieras.

El padre de mi madre conserva las distancias, reafirma

con calor que el agua incendiada separa del mundo

y la silueta del pueblo no es más que un refugio para perros callejeros.

Ese viejo guerrero sacude las rejas del tiempo

sube la colina: no agrega nada más, ni se regresa.  

 

El poeta Alessio Brandolini
Crédito de la foto Alex Ortisei

 

SANGRE PÚRPURA

 

Hundo el alba en las huellas del perro

raspo con el taladro. Respiro sombra

aire del pozo, rodeado por el reflejo

de las ondas. Cáscaras en la carne

la lengua que explora los cuerpos celestes

en la jaula abierta orlada con plumas.

Verse en otro itinerario, oponerse

al odio, al envoltorio que nos contiene.

 

Me dirijo hacia el interior y miro en el sueño

el sueño es un muro y la ausencia no nutre.

Entre las zarzas me esfuerzo, me ciego

saco el cuchillo y suplico el fin de todo.

Demoler la torre, los arcos medievales

llenarse de espigas y despertar en sitios

aislados, disfrutar el descanso: un padre evita

al hijo y un hijo atento observa al padre.

 

Isla Tiberina para un control, el dolor aflora en el agua a pesar del peso, así la muerte apresada en el acto de mentir. Desafío al mal para aferrar el bien, lo ahogo en el vino, soplo sobre cañas y los pájaros son centinelas confiables. Vives y es este el don recibido de las tortugas de la fuente abajo en el patio. No basta rendirse, es necesaria la derrota y el aplauso del olvido. Dos ladrillos las mejillas y costras en el contorno de los labios. La mirada líquida y el viento que sopla deforma los rostros. Te encuentro en la pureza del lobo, fastidiado por los ojos que escudriñan, por la mano que acaricia la espalda. Sobre tu pómulo derecho surge una gota de sangre púrpura que el sol no seca.

 

 

 

LA JAULA ABIERTA DE PAR EN PAR

 

¿Cómo amar a los monstruos que salen al descubierto?

Tarde para reflexionar, hubo condena

y no tuvo el éxito esperado: rodó en el Tíber

en el bolsillo una carta para el mago, lo inútil escurre

desde el Gianicolo y el desprendimiento se mueve a saltos.

Utilizarlo y cambiar de paso, forjar el caos

pero lo imprevisto tiene un papel decisivo

en cometer delitos. Las ganas de oscurecer

el espejo y colgarse de los balcones de la ciudad.

 

En la tormenta la casa entre las llamas: ¿el ángel

no había percibido el peligro? No es el caso

de agitarse por una tontería, más tiempo para ti

si me voy volando: ¡inventemos rampas de despegue! Los quebrantos olvidados zumban como avispas

da gusto decirlo, casi dan ganas de cometer

otros delitos para después confesarlos. La piedra arrojada

entre las olas no será nunca la isla para el arribo:

en nosotros el ogro vital, la potencia de los pies-émbolo.

 

Nunca supe qué era lo que de mí quería el destino, hice de todo para evitarlo. El ángel de las espinas exige dignidad, me corto la nariz por lo que he dicho y la sangre rezuma de tu vestido. Hablé con un hijo diciendo poco y nada: en su lugar, yo me habría escapado. ¿El desapego es siempre culpable? Arde la leña, avanza el fuego sobre el techo. Saco foto del paisaje, así inmovilizo el instante. Del cilindro extraía de todo: un reloj, un hueso de pollo. Acabó (sea dicho con todo el respeto) haciendo desaparecer a los profesores. Lo echaron pero quedó en el aire una condena que, un poco cada día, consumía las paredes de la escuela, palabras y enseñanzas. Si cierro los ojos veo nuevamente la cara lívida del mago oscilar entre los bancos y una jaula abierta de par en par llena de alumnos.

 

 

 

PALPO TUS OJOS

 

Ladrillos invocan casas, el negro del ojo.

Deberías pero no puedes, bien firme en las enredaderas

en el canto de los pájaros nocturnos: ¿verás las huellas

borrándolas?, decir te amo ¿será fácil o tendrás

que arrancártelo de la boca? Tratas de perforar el cráneo

de insertar hormigas y el mal te atrapa por el lazo

en el granizo que cae sobre los olivos, la huerta.

Deslizándome más abajo encontré el incendio

de la infancia, por eso no puedo alzarme en vuelo

entre las nubes. Las naves esperan el momento de zarpar

y los marineros juegan naipes en un bar del puerto.

 

Tenías a tu cargo el reloj de agua, el ojo

dulce de las sirenas, ahora te evades en el aliento, en el río

y en la sombra pasa la línea quebrada de los días.

Abres pasajes para descubrir dónde te ocultas.

Una cena entre amigos y quieres que sea diferente

ignorando lo que pasa regresa el fastidio

de sí mismos y no puedes culparlos: sostienes los muros

oscila la luz de la mañana. Emanaba ráfagas

de energía cuando venía a buscarte al trabajo.

Según dónde estamos somos lo que podemos: alejarse

de la gusanera, abrirse a las heridas, a las constelaciones.

 

El poeta Alessio Brandolini, leyendo

 

EL TERRENO BALDÍO

 

No es oportuno contar murmullos: ¿el instante

modifica la infancia? Un pico insuperable

excavo y doy con un topo, huyo de quien

no estaba o fingía no estar. Como amigos mosquitos

mariposas un perro. El pasado es la parte oculta

de la luna, el escenario es este y si quiero

que los sueños sean reales tengo que estar

de viaje, no ser el otro encerrado en un búnker.

Colgado del cerezo para fortalecer los músculos

observo el desfile de las hormigas y las arañas

que tejen sin prisa sus días sigilosos.

 

Hijos muerden padres que no saben jugar

hoy es Navidad, luego será Pascua, nadie frenó

las obscenas manos. No pude estar callado

ahora escucho las hojas, hice bien en no desaparecer

tengo el terreno baldío para explorar, amapolas estallando

en el camino. El pasado es un lugar de árboles

ahorcados, de viento sin caminos. Sólo la oscuridad

incita a la vida, quiebra los huesos en cavernas de luz.

Lo que hice no lo vuelvo a encontrar y el sol

se derrama hacia atrás. En el campo comprendí varias

cosas, ¿o es la hierba salvaje la que me ha comprendido?

 

 

 

HIPNOSIS

 

La luna llena de agosto trata de hipnotizarme

me dejo seducir sólo para arrancarle la cabeza

lo blanco cae en el profundo mar de Calabria.

Ya estuve en estos lugares y había sufrido

pero necesitaba el patíbulo para reanimarme

medir los pasos del silencio que rasca voces

ondas y escollos. ¿Sabías que habríamos tenido

a disposición otros días? El eros mutilado

y la espera del alba atada al cuerpo, a la carne:

el tiempo se enreda solo en la telaraña.

 

Escoltado a cada instante para no observar los misterios

que se mueven en los cuartos. El amor es el disparo

que despeja la mente, he vivido extrañas estaciones

una peor que la otra y soy ya viejo

el espejo muestra rostros, pasos inciertos, el vaso

vacío que observa la botella llena. Fuera

de programa como si el verano borrara al invierno

para hacerle un regalo. No aquí y tampoco en otro lugar.

Sus afirmaciones, efectivamente, son una ofensa, pero

¿cómo anteponerlas a la luna que quiere hipnotizarme?

 

 

 

LLAMO DESDE OTRO PLANETA

 

Un trueno y el alba nos despierta, una hermana exige

un armario para sus vestidos, la consuelo diciéndole

que pronto (tendría yo diez años) la voy a ayudar a ella

y a los otros hermanos. Los muertos espían, no cierran

nunca los ojos. La luz ametralla el pueblo, levanta

la cruz desmoronada en las casas, releva las huellas

de la manada: el camino ya está aquí y rasguña la piel.

Continúo masticando lo que me debes

entre espejos de inextricables enredos, entre callejuelas

alteradas por vetas rojas, por dibujos primitivos.

 

Hojas amarillas resisten ceñidas a la rama

gozan el frío, la calma. Tiene el aire dolores

de parto y el hijo que germina teme al padre

la melancolía de nuestros cuerpos convalecientes.

¿Todo está perdido? El viento trastorna los días

no por ello encerrados en casa:

salen del techo y bajo la lluvia queman

sueños para hacer otros sueños. Llamo desde otro

planeta: ¿el universo nos observa? Parecidos pero lejanos.

Un estruendo los años futuros, lo que hemos sido.

 

 

INSECTOS Y VOCES

 

¿Me odias porque me parezco a ti o por lo que digo?

Las manos no aferran las voces, ya en otros lugares:

cronometrar las fuerzas, usarlas contra el enemigo.

El olor de la corteza de los nogales desanida la energía

de los bulbos. Los huesos tintinean, arrancan astillas

a la lengua. Clavado a un palo, un perro ladra

elogios al verdugo. Has hecho bien en arrojarme

al fondo de historias que nunca hubiera comprendido.

Caracoles siembran la meta que fermenta bajo

los pies, se alimenta de plumas la cúpula de Sant’Ivo.

 

Descubrir las causas de esta compañía zumbadora

hablamos con moscas, abejas y mosquitos, nos lanzamos

dentro de nosotros. Proyectamos fugas, incursiones:

cosas que hacer, por cierto, no faltan, ya esto es

un efecto. Se lamenta la hierba cortada reclamando

una tumba propia, el fuego la convierte en hongo

en fases de vida. No me digas que lo habrías deseado

hay que recomponer el futuro, una vía que conduzca

hacia zonas intactas. Nado entre delfines y cangrejos

los insectos tienen alas luminosas con reflejos cristalinos.

 

 

 

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(poemas en su idioma original, italiano)

 

 

 

9 poesie da Nello sguardo del lupo (2018),

d’Alessio Brandolini

 

 

I VARCHI DEL SILENZIO

 

I primi mesi sono stati pesanti, poi l’erba cosmica

ha avvolto detriti, rampe, ora semi bucano la polpa.

Tempo di potare a corto: salgo e trovo la voragine

l’isolamento espanso. Due parole per l’ottantesimo

compleanno, la terra in sonno e partendo non basta

un abbraccio. Radici vorremmo portarci dietro

le fibre della nostra specie. Il buio curva gli ulivi

assorbe i frammenti di luce tirando calci alla ghiaia.

 

Nel rifugio innalzato a morsi, nel fango degli addii

festa dello sguardo trainato dai varchi del silenzio.

Sulle pareti i ritratti, con gesti rozzi abbiamo

scalfito l’origine porosa della nostra specie.

L’ansia è la stessa: sbagliare e squarciarsi il fianco.

Le finestre aperte permettono di sentire il giardino

di ricordarsi che fuori è tutta un’altra storia. Col becco

l’usignolo indica un campo incendiato, mani di tagli.

L’acqua i fiori il vento i lupi la levità

delle foglie, delle placide nubi che strappano chiodi.

 

Squilla il telefono e nessuno risponde, solo grugniti

tra noi e chi nella casa ha vissuto i suoi divisi giorni.

 

 

 

PICCOLA SINFONIA PER CANI

 

Staremo attenti a non mostrare i canini, il blu

placato tra le braccia, il silenzio trabocca, tira

la coda al lupo che prende coraggio, solleva

il collo e l’ululato avanza nell’aria del mattino.

Stella che scruti con un occhio soltanto invita

l’angelo a sollevarsi dalle spine! Ne sapeva più

di noi il gatto stando al sole. Non addestrati

senza rispetto per l’udito altrui: padri maestri

amici, ce la fischiamo da soli variando il ritmo

e l’insonne sinfonia innalza città in miniatura.

Ho bruciato rami erba secca le scarpe dai tacchi

consumati che non sapevano più dove condurci.

 

Dondola la notte e nel fruscio si torna ad essere

ciò che non si è mai stati: barche calme in attesa

di precipitare nel mare in tempesta. Negli abissi

i pesci saldano gli occhi a palla sui nuovi spazi

dove potranno occultarsi, divertirsi. Quanto resta?

Avvisa la morte quando la cerchi potrebbe ignorarti

ama le sorprese, ti allunga la vita anche se non vuoi.

Il padre di mia madre prende le distanze, ribadisce

con foga che l’acqua in fiamme separa dal mondo

e il profilo del paese è solo un asilo per cani randagi.

Quel vecchio guerriero scuote le inferriate del tempo

risale la collina: non aggiunge altro, né torna indietro.

 

(De izq. a der.) Los poetas Jorge Boccanera y Alessio Brandolini

 

SANGUE PURPUREO

 

Immergo l’alba nella traccia del cane

scalfisco col trapano. Respiro ombra

aria dal pozzo, circondato dal riflesso

delle onde. Conchiglie nella carne

la lingua che esplora i corpi celesti

nella gabbia aperta orlata di piume.

Vedersi in un altro itinerario, opporsi

all’odio, all’involucro che ci contiene.

 

Mi spingo all’interno e guardo nel sogno

il sogno è un muro e l’assenza non nutre.

Tra i rovi compio ogni sforzo, mi acceco

sfilo il coltello e imploro la fine di tutto.

Demolire la torre, gli archi medievali

riempirsi di spighe e destarsi in luoghi

isolati, godere del riposo: un padre sfugge

il figlio e un figlio attento osserva il padre.

 

Isola Tiberina per un controllo, il dolore affiora nell’acqua nonostante il peso, così la morte colta nell’atto di mentire. Sfido il male per afferrare il bene, lo annego nel vino, soffio sulle canne e gli uccelli sono fidate sentinelle. Vivi ed è questo il dono ricevuto dalle tartarughe della fontana giù nel cortile. Non basta la resa, occorre la disfatta e l’applauso dell’oblio. Due mattoni le guance e croste contornano le labbra. Lo sguardo liquido e il vento che soffia deforma i volti. Ti incontro nella purezza del lupo, infastidito dagli occhi che scrutano, dalla mano che liscia le spalle. Sul tuo zigomo destro sgorga una goccia di sangue purpureo, che il sole non asciuga.

 

 

 

LA GABBIA SPALANCATA

 

Come amare i mostri usciti allo scoperto?

Tardi per riflettere, ci fu la condanna

e non ebbe l’esito sperato: rollò nel Tevere

in tasca una lettera al mago, l’inutile scola

dal Gianicolo e il distacco si sposta a sbalzi.

Servirsene e cambiare passo, foggiare il caos

ma l’imprevisto ha un ruolo decisivo

nel commettere delitti. La voglia di oscurare

lo specchio e appendersi ai balconi della città.

 

Nella tempesta la casa tra le fiamme: l’angelo

non si era accorto del pericolo? Non è il caso

di accendersi per un nonnulla, più tempo

per te se spicco il volo: creiamo rampe

di lancio! I tracolli obliati ronzano come vespe

c’è gusto a dirne, vien quasi voglia di compiere

altri delitti per poi confessarli. Il sasso scagliato

tra le onde non sarà mai l’isola per l’approdo:

in noi l’orco vitale, la potenza dei piedi-stantuffo.

 

Mai saputo quel che da me voleva il destino, facevo di tutto per sfuggirgli. L’angelo delle spine esige dignità, mi taglio il naso per ciò che ho detto e il sangue trasuda dal tuo vestito. Ho parlato con un figlio dicendo poco e nulla: al suo posto sarei già fuggito. Il distacco ha sempre torto? Arde la legna, scorre il fuoco sul tetto. Fotografo il paesaggio, così inchiodo l’istante. Dal cilindro estraeva di tutto: un orologio, un osso di pollo. Finì (sia detto col dovuto rispetto) che fece svanire i professori. Buttato fuori ma restò nell’aria una condanna che un po’ al giorno consumava le pareti della scuola, parole e insegnamenti. Se chiudo gli occhi rivedo la faccia livida del mago oscillare tra i banchi e una gabbia spalancata piena di alunni.

 

 

 

PALPO I TUOI OCCHI

 

Mattoni invocano case, il nero dell’occhio.

Dovresti ma non puoi, ben saldo tra i grovigli

nel canto degli uccelli notturni: vedrai le orme

cancellandole?, dire ti amo sarà facile o dovrai

strappartelo di bocca? Provi a forare il cranio

a inserire formiche e il male ti coglie al laccio

nella grandine che s’abbatte sugli ulivi, l’orto.

Calandomi più sotto incontrai l’incendio

dell’infanzia per questo non posso librarmi

tra le nubi. Navi attendono di salpare

e i marinai giocano a carte in un bar del porto.

 

Avevi in custodia l’orologio ad acqua, l’occhio

mite delle sirene, ora evadi nel fiato, nel fiume

e nell’ombra scorre la linea spezzata dei giorni.

Spalanchi varchi per scoprire dove ti occulti.

Una cena tra amici e vuoi che sia diverso

all’oscuro di ciò che accade torna l’ingombro

di sé stessi e non puoi dargli torto: puntelli i muri

oscilla la luce del mattino. Emanava raffiche

di energia quando veniva a prenderti al lavoro.

In base a dove si sta si è quel che si può: staccarsi

dal verminaio, aprirsi alle ferite, alle costellazioni.

 

 

IL CAMPO INCOLTO

 

Non è il caso di riferire sussurri: l’attimo

modifica l’infanzia? Un picco invalicabile

scavo e m’imbatto nella talpa, fuggo da chi

non c’era o faceva finta. Per amici zanzare

farfalle un cane. Il passato è la parte celata

della luna, lo scenario è questo e se voglio

che i sogni siano reali devo essere

in viaggio, non l’altro rinchiuso nel bunker.

Appeso al ciliegio per irrobustire i muscoli

osservo il corteo delle formiche e dei ragni

che tessono senza fretta i loro felpati giorni.

 

Figli mordono padri che non sanno giocare

oggi è Natale, poi verrà Pasqua, nessuno frenò

le mani oscene. Non riuscivo a stare zitto

ora ascolto le foglie, ho fatto bene a non sparire

ho terra incolta da esplorare, papaveri esplodono

lungo il percorso. Il passato è un luogo di alberi

impiccati, d’un vento senza strade. Solo il buio

sprona alla vita, piega le ossa in caverne di luce.

Quello che ho fatto non lo ritrovo e il sole

si spalma all’indietro. Nel campo ho capito

delle cose o è l’erba incolta ad avermi compreso?

 

 

 

IPNOSI

 

La luna piena di agosto prova a ipnotizzarmi

mi lascio sedurre solo per staccarle la testa

cade il bianco nel mare profondo di Calabria.

Già ero stato in questi luoghi e avevo sofferto

ma necessitavo del patibolo per risollevarmi

misurare i passi del silenzio che raschia voci

onde e scogli. Sapevi che avremmo avuto

a disposizione altri giorni? L’eros azzoppato

e l’attesa dell’alba legata al corpo, alla carne:

il tempo s’intrappola da solo nella tela del ragno.

 

Scortato ogni istante per non osservare i misteri

che girano nelle stanze. L’amore è lo sparo

che sgombra la mente, ho vissuto strane stagioni

una peggiore dell’altra e sono vecchio ormai

mostra volti lo specchio, incerti passi, il bicchiere

vuoto che osserva la bottiglia piena. Fuori

programma come se l’estate cancellasse l’inverno

per fargli un regalo. Non qui e nemmeno altrove.

Le sue affermazioni, in effetti, sono un’offesa ma

come anteporle alla luna che vuole ipnotizzarmi?

 

 

 

CHIAMO DA UN ALTRO PIANETA

 

Un tuono e l’alba ci sveglia, una sorella esige

un armadio per i vestiti, la consolo dicendole

che presto (avrò avuto dieci anni) aiuterò lei

e gli altri fratelli. I morti spiano, non chiudono

mai gli occhi. La luce mitraglia il paese, alza

la croce franata nelle case, rileva le impronte

del branco: la via è già qui e scalfisce la pelle.

Procedo masticando quello che mi devi

tra specchi dai grovigli inestricabili, tra vicoli

alterati da rosse venature, da disegni primitivi.

 

Foglie gialle resistono affusolate al ramo

godono del freddo, della calma. Ha le doglie

l’aria e il figlio che germoglia teme il padre

la malinconia dei nostri corpi convalescenti.

Tutto è perduto? Il vento sbaraglia i giorni

non per questo rintanati in casa:

escono dal tetto e sotto la pioggia bruciano

sogni per fare altri sogni. Chiamo da un altro

pianeta: l’universo ci osserva? Simili ma distanti.

Un rimbombo gli anni futuri, ciò che siamo stati.

 

El poeta Alessio Brandolini

 

INSETTI E VOCI

 

Mi odi perché ti somiglio o per quello che dico?

Le mani non afferrano le voci, già in altri luoghi:

cronometrare le forze, usarle contro il nemico.

L’odore della corteccia dei noci snida l’energia

dei bulbi. Le ossa tintinnano, strappano schegge

alla lingua. Inchiodato al palo un cane abbaia

lodi al carnefice. Hai fatto bene a farmi colare

a picco in storie che non avrei mai compreso.

Lumache seminano il traguardo che lievita sotto

i piedi, s’alimenta a piume la cupola di Sant’Ivo.

 

Scoprire le cause di questa ronzante compagnia

si parla con mosche, api e zanzare, ci si spintona

dentro se stessi. Si progettano fughe, incursioni:

le cose da fare certo non mancano, già questo è

un effetto. Si lamenta l’erba recisa, reclama

una tomba tutta sua, il fuoco la converte in fungo

in fasi di vita. Non dirmi che lo avresti desiderato

c’è il futuro da ricomporre, una via da scortare

verso zone illese. Nuoto tra delfini e granchi

gli insetti hanno ali luminose dai riflessi cristallini.

 

 

 

 

 

*(Frascati-Italia, 1958). Poeta, narrador y traductor. Reside en Roma (Italia). Licenciado en Letras. Ha recibido el Premio Montale, el Premio Alfonso Gatto y el Premio Sandro Penna. Dirige, desde el 2006, la revista web Fili d’aquilone, de “imágenes, ideas y poesía”; así como fundó, en 2011, la editorial del mismo nombre.  Ha publicado en poesía L’alba a piazza Navona (1992), Divisori orientali (2002), Poesie della terra (2004), Il male inconsapevole (2005), Mappe colombiane (2007; y en español Mapas colombianos, 2015), Tevere in fiamme (2008), Il fiume nel mare (2010), Nello sguardo del lupo (2014; y en español En la mirada del lobo, 2018) e Il volto e il viaggio (con disegni di Stefano Cardinali, 2017). Publicó, además, las antologias Il futuro è un campo incolto (1992-2014) (2016) y Città in miniatura (2004-2020) (2021). Publicó en español las antologías En el ojo del lobo (Costa Rica, 2009), Desde otro planeta (Costa Rica, 2014), Llamo desde otro planeta (Colombia, 2016) y El camino de regreso (Argentina, 2019). Y en cuento Un bosco nel muro (2013).

Contacto: alexbrando@libero.it / www.alessiobrandolini.it

 

 

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*(Frascati-Italia, 1958). Poeta. Abita a Roma dove si è laureato in Lettere. Traduce dallo spagnolo e dal 2006 coordina Fili d’aquilone, rivista web di «immagini, idee e Poesia». Nel 2011 ha fondato la casa editrice Edizioni Fili d’Aquilone. Ha pubblicato in poesia: L’alba a piazza Navona (1992, Premio Montale – Inedito), Divisori orientali (2002, Premio Alfonso Gatto – Opera Prima), Poesie della terra (2004), Il male inconsapevole (2005), Mappe colombiane (2007; anche in spagnolo: Mapas colombianos, Colombia, 2015), Tevere in fiamme (2008, Premio Sandro Penna), Il fiume nel mare (2010, Finalista Premio Camaiore), Nello sguardo del lupo (2014; anche in spagnolo: En la mirada del lobo, Messico 2018) e nel 2017 Il volto e il viaggio (con disegni di Stefano Cardinali). Nel 2016 è uscita l’antologia Il futuro è un campo incolto (1992-2014) e nel 2021 l’antologia Città in miniatura (2004-2020).  In Costa Rica sono state pubblicate le antologie En el ojo del lobo (2009) e Desde otro planeta (2014), in Colombia Llamo desde otro planeta (2016) e in Argentina El camino de regreso (2019). Nel 2013 ha pubblicato il libro di racconti Un bosco nel muro.

Contatto: alexbrando@libero.it / www.alessiobrandolini.it

 

 

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