Por Arantxa Romero*
Selección Yulino Dávila
Crédito de la foto (izq.) Ed. Amargord
9 +1 poemas de Plétora (2017),
de Arantxa Romero
hundo los poemas en la tierra los empapo de limo
para que sean origen para que hagan raíz
toco el barro y pienso con las manos
de la humedad a lo extraño
surco a surco
esqueje-crecido-metáfora
labios como ramas germinan en bosque
son caminos enteros de semillas semánticas
ocultando la lengua de ceniza que
hace sombra a la respiración
todas las flores resuenan al dictado
la raíz corresponde a la voz y sin hablar
reconozco el canto
también es tierra mi garganta
casi la palabra
de un golpe casi el deseo
aquí no puede escapárseme
entre las manos
en ese hueco estrábico que separa
cada roce bajo los pliegues
porque queríamos pan nos dieron mundo
teníamos sed sólo brotaban voces
y con ellas nada más que engordar la distancia
que a tientas distingue el fin de los labios
dejad hablar a los cuerpos supliqué
que su lengua inaudita ahogue
todos los discursos de los que no mueren
dejad que asome ese vigor opaco
que señala los rincones
donde lo sensual se amontona
permitid por fin que os atraviese la fuerza que surja de
la más remansada de vuestras arrugas
y una vez hundidos entonces
compartamos aquello que todavía resta
apenas tacto y palabra
¿pero acaso hay algo más?
¿algo entre el tacto y la palabra?
nada más que el poema
no cabe la muerte en esta hendidura
no puede pronunciar su nombre
pero al tiempo vive
al tiempo ampara
lleva consigo
el impulso que persiste
habiendo repetido su llamada
accede a este exceso de
sentido y cede
sístole sin diástole
perpetua abertura
o inacabamiento
así se colma el habla de diseminación
mientras la sangre se siente derrubiar
en la hiperestesia del jirón alquímico
bajo su garganta voz de voces
muro silencio o el cuerpo
como la palabra de más
apenas tramas tramándose
esta magia sin figura
en el pulso que comienza
para cantar cada pliegue de la desmesura
en la herida ajena se cura lo escrito
una vez abierto el hilo roto del tocar
cuando el tiempo entero se disloca
y no es la muchedumbre la que corresponde
a este temor tan apretadamente urdido
sino su pausado escondite
un manojo enmarañado de palabras
haciendo aflorar el voltaje del mundo
como suben los colores por la piel
en su desgarradura
todo ello al preguntarse dónde
se halla el corazón que bombea
tantísima sangre
un santo decir sí
un paso rotundo y claro
sobre el bastión del cuerpo ajeno
hender el plexo solar
directo a cada uno de los alveolos
y volver las arterias de neón
ya líquidos los goznes del deseo
enfermar de inmediatez
firmando la distancia
con el espesor de este lenguaje
tras él entrar de bruces
callar y
tramarse lentamente
mientras algo inmenso aflora
se escapa agazapado paladar abajo
entonces ser quien respira y al tiempo es respirado
emerger así en otro lugar
cuántos cuerpos puede un solo cuerpo
en qué apacible lugar se agotan las fuerzas
de la juntura
cómo pensar que el otro es la sanación
¿cómo es posible que quede
fuera?
entonces no más alimento que el hambre
ya en la primera palabra
el gemido seco del desborde
acto caníbal de querer ser (con)
puesta la lengua una vez más
aun sin el canto
del primer deseo
el primero de todos
repetir lo deseado
el ritmo se propaga
en la pérdida me multiplico
de-generando con la ebriedad
mientras la lengua se redistribuye
en los otros me reconozco
también es otra mi garganta
aquí todo (se) sabe
aquí todo comunica
porque vosotros sois en mí
la sabida permanencia
guarda el cuerpo un secreto
la continuidad se revela
a quien presta atención
allí en el cántico
no muere por haber vivido
esta extinción sagrada
queda su figura
el dibujo de su ausencia
trazando aquello que se junta
este bálsamo sin herida
ni desobras
¿y si hubiéramos enhebrado
al cierre?
sí ahora lo comprendo todo
yo soy la que desea y el deseo mismo
un abrir y cerrar de boca eso era
aliento que expira tras
derribar el bastión de otro cuerpo
ínfimo movimiento circular
a la izquierda del pecho
casi pude captarlo
en la pérdida lo que permanece
su resonancia encarnada
siempre en la voz ajena
y allí
oírse vivir
pero algo sigue anclado antes de la palabra
y tampoco se agota este hambre
en la pérdida lo comprendo
yo soy la que desea y el deseo mismo
no había entre los pliegues
más que alimento