Poemas por AA. VV.
Selección de poemas por Mario Pera
Crédito de la foto Ed. Cactus del viento
7 poemas de Voces de Limo: muestra de poesía peruana
en diálogo con el territorio y con la vida (2020),
Ed. Pedro Favaron
César Vallejo
(1892-1938)
Telúrica y magnética
¡Mecánica sincera y peruanísima
la del cerro colorado!
¡Suelo teórico y práctico!
¡Surcos inteligentes; ejemplo: el monolito y su cortejo!
¡Papales, cebadales, alfalfares, cosa buena!
¡Cultivos que integra una asombrosa jerarquía de útiles
y que integran con viento los mujidos,
las aguas con su sorda antigüedad!
¡Cuaternarios maíces, de opuestos natalicios,
los oigo por los pies cómo se alejan,
los huelo retomar cuando la tierra
tropieza con la técnica del cielo!
¡Molécula exabrupto! ¡Atomo terso!
¡Oh campos humanos!
¡Solar y nutricia ausencia de la mar,
y sentimiento oceánico de todo!
¡Oh climas encontrados dentro del oro, listos!
¡Oh campo intelectual de cordillera,
con religión, con campo, con patitos!
¡Paquidermos en prosa cuando pasan
y en verso cuando páranse!
¡Roedores que miran con sentimiento judicial en torno!
¡Oh patrióticos asnos de mi vida!
¡Vicuña, descendiente
nacional y graciosa de mi mono!
¡Oh luz que dista apenas un espejo de la sombra,
que es vida con el punto y, con la línea, polvo
y que por eso acato, subiendo por la idea a mi osamenta!
¡Siega en época del dilatado molle,
del farol que colgaron de la sien
y del que descolgaron de la barreta espléndida!
¡Angeles de corral,
aves por un descuido de la cresta!
¡Cuya o cuy para comerlos fritos
con el bravo rocoto de los temples!
(¿Cóndores? ¡Me friegan los cóndores!)
¡Leños cristianos en gracia
al tronco feliz y al tallo competente!
¡Familia de los líquenes,
especies en formación basáltica que yo
respeto
desde este modestísimo papel!
¡Cuatro operaciones, os sustraigo
para salvar al roble y hundirlo en buena ley!
¡Cuestas in infraganti!
¡Auquénidos llorosos, almas mías!
¡Sierra de mi Perú, Perú del mundo,
y Perú al pie del orbe; yo me adhiero!
¡Estrellas matutinas si os aromo
quemando hojas de coca en este cráneo,
y cenitales, si destapo,
de un solo sombrerazo, mis diez templos!
¡Brazo de siembra, bájate, y a pie!
¡Lluvia a base del mediodía,
bajo el techo de tejas donde muerde
la infatigable altura
y la tórtola corta en tres su trino!
¡Rotación de tardes modernas
y finas madrugadas arqueológicas!
¡Indio después del hombre y antes de él!
¡Lo entiendo todo en dos flautas
y me doy a entender en una quena!
¡Y lo demás, me las pelan!…
Gamaliel Churata
(1897-1969)
Urpillay
¡Bon!, ¡Bon!, ¡Bon!, ¡Bon!
Como hueco me ha sonado el sonkho, voy a tañer con mi Urpilla.
¿Por qué si lloro el loro llora y el Khusillu lengua de
loro toma para plañir del bombo en mico? Urpillay:
mírame como si hablaras; mírame desde el relámpago,
donde mis bombos te escondes y lloro.
Y la voz de la Urpilla vino, alada, desde el rayo alado de su beso,
Dese el ojo con alas de su vuelo.
Vino de la tierra; y era del agua.
Era tierra aquella con paloma; con palomas y olas en el ala.
Ya para mirarte no ñairas tengo; no oreja
donde tu ojo me encante;
no quien me quiera por bien quererme;
no tu gusto dame para gustarle.
Mas, el Khusillu, no asombre al Lago; y mire en él:
que ola es ahora para arrullarle mi poma aire,
de lluvias mi ojo para llorarle…Y en tanto se quejaba
mi paloma e madejas deshilando beso de ola,
al ronco son el bombo, su Khusillu, en petrales de
lasca ya su pecho, con estertor de bombo haruñaba.
¿Estrangula al Khusillu con sus trinos;
si morir en hiel vivir sin él?
¡Bon! ¡Bon! ¡Bon! ¡Bon!… ¡Bon!
Efraín Miranda
(1925-2015)
ED Pachamama
La Madretierra, esclarece a sus hijos
del linaje humano:
“Ustedes son mi movimiento, mi continuidad,
mi energía, mi inteligencia, mi cambiante materia;
son ustedes las antenas de mis sentidos,
mis órganos, mis enseres,
mi patrimonio que no lo pierdo ni lo recupero
lo mismo que los otros animales y vegetales.
Ustedes son mi desplazamiento, mis prolongaciones,
mi cerebro con mi actividad más poderosa;
ni en la abstracción total
ni en la realidad más concreta
puedo dejar de ser;
son ustedes lo visible de mi profundidad
y lo superficial de lo desconocido
en mi actual o en mi remoto estado.
Los inventos salen de mi naturaleza,
mi creación se proyecta por ustedes
porque son mi instrumento;
ustedes y lo que hacen ustedes en el encierro de mi materia.
Están ordenadas las instalaciones de la inteligencia,
están pre-establecidas las imitaciones
a mis formas interiores de reversión e inversión.
La eternidad me descubre,
lo infinito me oculta;
mis mantos geogénicos nacen y matan mis expresiones biológicas;
los peldaños ferrocelulares, nitrocelulares
están intactos en la escalinata;
todo he previsto y preorganizado:
los líquidos y la gravedad,
los sólidos y el magnetismo,
los gases y la repulsión y la cohesión…”
Wong Sui Yun
(1955)
El tigre shipibo
El Tigre rasgó la densidad del cielo
Y en la atmosfera silencio y trueno
Detuvieron nuestro aliento…
Los hexagramas invirtieron el orden de sus ángulos
Transformando la sequía en regocijo para los campos
De mis miembros brotaron flores y trigo
Doris Moromisato
(1962)
De un sauce pendía mi infancia
Balanceándose entre el murmullo de las hojas
clara, apacible
de un sauce pendía mi infancia.
Desde allí vigilaba como iban y volvía las desilusiones.
Detrás de una hoja divisaba los enojos
y medía la premura de la tarde con el viento.
Cada rama sostenía mis sueños
mientras más arriba, más hermosa la vida
inmensa y menos mía
imposible de tocarme con su dedo acusador.
Con brazos y piernas me aferraba a ese universo
donde el dolor no aleteaba
y las dudas detenían sus extrañas voces.
Cada amanecer husmeaba la vida desde la agitada copa.
Los hombres enrumbaban para la siembra
chacchando coca, murmurando en su extraña lengua.
Pasaba el camión llevándose el rubor de los tomates
la amargura del apio, la brillante
oscuridad de las berenjenas,
refunfuñaba padre los días que le restaban por vivir.
De un sauce pendía mi infancia
balanceándose mi cuerpo con el viento
esperando como una muerta
fría y callada
que alguien me obligaba a poner los pies sobre la tierra,
para empezar a vivir
como todas.
Pedro Favaron
(1979)
27.
Yo soy el bosque. Hundo mis raíces en la tierra y bebo el aliento geológico que remonta las eras y las sustenta, desde sus principios. En mi boca cantan las aves de mil colores; los troncos secretean sus arcanos y susurra el rocío su procedencia. Cada uno de mis árboles sabe la ciencia perfecta: acompasar sus respiros con el pulso inadvertido del planeta.
Las savias recorren mis arterias vivificándome, impregnando mis olores con perfumes vegetales de sutil entendimiento. Mis huesos se endurecen con raíces y cortezas. Los cantos prolongados y secretos me elevan a lo innombrable. La liana amarga revela los misterios o los fecunda. Despierta el resplandor de media noche. ¡Bendita luz que regenera!
El tigre negro baja de montañas indescifrables o emerge de lagos sin nombre; su garra protege mis sueños. Mi palabra es un río que todo lo traga, lo ahoga, lo arrastra y lo renueva. No es mía mi voz, ni soy yo quien se afirma; sino que a través mío se sucede la voz agreste de los renacos, y el cauce nutrido que desciende silbando y preña el mundo, haciéndolo florecer.
Yo soy el bosque. Y en mi voz cantan los sabios antiguos; y brilla el conocimiento perfecto de los médicos de antaño. ¡Vengan los humildes a alimentarse! ¡Los pobres de espíritu! ¡Acérquense todos los cansados! En las sombras aromáticas hallarán brisa y alivio. Pues no toca mi suelo el sol de los opresores. Mi poema es nocturno y responde al aliento oculto, a la luz interior. Soy el oriente del oriente, la selva invisible, la fotosíntesis que diluye los pesares.
Yo revelo la hondura del instante múltiple y lo ilimitado del segundo que se expande. Desde la unidad de mi corona dorada y mis remedios, nace una copla que adormece a las fieras… Y da vida a los agonizantes. Mis aguas generosas son manantial de vida eterna, único alivio en la impermanencia.
A través mío corre un caudal luminoso de misericordia, capaz de consolar toda tristeza, de enmendar todo camino, de reponer todo desaliento. Y cada hoja mía, cada insecto, cada piedra y tallo, cada palmo de mí, no sabe otra cosa que alabar a la raíz inmaterial de la existencia.
Aquel que me preñó de amor.
Navale Quiroz
(1980)
Mi humanidad tiene hojas
Cansada estoy de ser humano
ven arráncame la piel y hazme vegetal
que verde quiero ser
desde mañana.
De mis pies descalzos
crecerán fuertes raíces
que me harán más terrestre que tú
pero desde mañana.
Y de mis brazos largos
frescas hojas saldrán llenas de savia
desde mañana.
Mis dedos se abrirán
como flor que brota para dar fruto
pero espera mañana.
Porque aún suena en mi oído
la voz de la esperanza que me pide un tiempo
yo espero
pero sólo hasta mañana.