Por Antonio Bux
Crédito de la foto el autor
7 poemas de Saga familiar de un lobo estepario (inédito),
de Antonio Bux
Vistazo
Gastar lluvia, me decías
gastar lluvia como años,
como cerrando los ojos
en la nieve, como abriendo
los labios al fuego. Te hinchaste
de estas perlas, el día que te vi
frente al puerto, tirarte
contra las alturas
del azul. Y te sentías
calma, olías a desierto.
Un submarino protegía
tus palabras, los pescadores
te veían, gastar por el abismo
millones de corales. Pero el pirata
químico que vive en tu sombra,
ahora es Peter Pan, y muere
hasta que tú no vuelvas.
Las líneas del agua lo repiten,
eres Campanilla, tú eres el mismo
barco que cae en el cielo.
Cuando era niño
En los escaparates de la noche
hay un azul gritando
a solas.
Es la flor
de todas las madres,
la madre que nunca duerme
tras el tulipán somnoliento
mirando en el jardín
sus propias ruinas.
Y los padres tiran metales
contra mujeres sin espejos.
La memoria es un campo
que sangra a rosas,
la madre lo sabe,
cada mes lo olvida.
Y cuando los niños eran
chiquitos, había una pelota
que les jugaba;
la misma pelota sigue
jugándoles. Hasta que mueve
su latido un fantasma
y muere el planeta
por la derrota.
Mi tía y la mentira
Me dieron unos caballos
como primos
sin fronteras me lanzan
lejos. Y sus labios
huelen a arena
en el desierto de nuestra comida
mi tía me quiere matar,
llora hasta llenar
los platos con historias
de lluvia, construye el Arca
de un ciego Noé.
Yo escribo sobre un papel mojado
su Biblia de puñetazos
caídos.
Unos dioses menos
Los vagabundos le preguntan
al Dios de la calle
si la calle es el paraíso
en la Siberia del amor
los amantes le piden
al Dios de los besos
si el beso nocturno
es la muerte
o tan solo el frío
de la vida
o el hielo de la tumba
en la vida del sueño
así yo le pregunto
a mi Dios si es el cielo
el Dios que no mira.
Vi tres diablos arañando la puerta
Vi tres diablos arañando la puerta
del testigo, tres diablos encapuchados
brillando frente a las puertas quemadas
vi los diablos de la historia, la historia
caída entre las manos equivocadas
y los diablos eran los padres, la familia
ajena, los monstruos llegados de la tierra,
y vi a los reyes sin anillos en las cabezas
golpeando la rosa duplicada de la vida
y vi el tallo del sueño, la máscara destruida
mirándome al espejo, vi la dependencia
sin rostro, la verde memoria del abismo.
El mordisco del lobo
Me robaron la lengua para doblar
mi cuerpo
pero crecí sin lengua, crecí ciego
mirando al espejo
vi el ojo del lobo
y una vida suspendida, vi a mi hijo
el ser no querido
el hijo de mi padre, vi en su cuerpo
un lobo herido, un chiquito
lobo hambriento
comiendo las luces del alma,
las luces sobrevividas
cómo se puede por hambre
matar el amor, la naturaleza
enseña:
en cada cuerpo hay una muerte
y en cada sombra es la vida
la que brilla sin dos soles,
en el olvido de Dios, el vapor
de la vida,
el alma de un lobo
mordiendo.
Para qué ganar
Para qué ganar si todo marchita,
si en el estómago gigante
de otro mundo renace
una polilla del miedo.
Para qué ganar si todo funciona
sin nosotros si robamos
el resplandor a los bichos.
Porque ganar es la muerte,
una distancia de sombras
en la luz olvidada.
Para qué ganar, entonces,
si nuestra familia
es la derrota, si somos nosotros
el juego final.
Porque ganamos de muertos,
entre las mejillas terribles,
le ganamos al dueño
una vez más.