Por Blanca Berjano*
Crédito de la foto (izq.) Valparaíso Eds. /
(der.) archivo de la autora
7 poemas de Rosario (2023),
de Blanca Berjano
Tía Rosario
siempre nos recibe con una escopeta
el dedo en el gatillo
(no dudaría en dispararnos)
Rosario guarda en su pecho
un secreto verde de bordes espinados
como la hoja de una encina
es de plata y se arrastra
como la guardia civil
en su pecho oscuro
una luna lorquiana
atravesada por el anzuelo
se revuelve
como un gran tumor
la vergüenza la mácula
como líquenes se expanden
hasta abarcarlo todo
hasta colmar las ramas de su vientre
¿Es tan importante?
yo he salido al lado lumpen
y esto es importante
una cuestión de alivio de buena conciencia
de tranquilidad para con la historia
no hay suciedad en el piso paterno
es importante
porque hasta parece que no tenemos familia
en el charco embarrado de la laguna de Proserpina
¿por qué sin embargo no me siento aliviada?
porque no tengo familia
y dónde están mis mujeres
y entre tanto grito
cómo querer demasiado
es importante porque así
ni siquiera he de justificarme
así mi madre se escapó de casa era insostenible
porque sí era aquella casa
la ruina
la desolladura incesantes
para qué azuzar los recuerdos
bruñirlos con halo incierto
de palabras mudas
para qué escarbar en el légamo viscoso
de esta Charca
buscando qué
buscando una identidad
¿es tan importante?
Mis muertas
which way do we face to talk to the dead?
Sharon Olds
busco a mis muertas
por el lodazal de la Charca
nadie me avisó: encontraría a mi familia en una ciénaga
haciéndose añicos bruscamente
como aquel espejo estilo Luis XVI
que desencadenó nuestro reflejo
busco a mis muertas
aunque sé que sus héroes fueron los verdugos
de la plaza de españa
bañándose grotescos
en la sangre que brota de la tierra
el barro me llega hasta la garganta
es tarde para gritar
para echarse atrás
llevo en el pelo la peineta de nácar de mi abuela
rota como un amuleto
de sanguijuelas en los tobillos
hundo los brazos en las aguas
de este pantano espeso
a tientas busco a mis muertas
Quise
aprehender el color de la piedra
sus diferentes estratos que eran mi carne
hasta llegar a la grasa
de mi cuerpo de niña
volviendo del pueblo
ni pueblo ni ciudad
era un lugar hermoso
hasta que llegaron las garras
hasta que llegó la guerra
e iluminó la iglesia de Santa María
con sus bombas
hasta que llegó
se hincó en mí
removió la grasa hasta el útero
hasta que llegaron
sentía la garra
tan dentro de mí
como el cuarzo y la caliza
en los costados del camino
de Madrid a Mérida
Huecos
ella se desnuda en el paraíso
de su memoria
ella desconoce el feroz destino
de sus visiones
Alejandra Pizarnik
mi madre me destapa los huecos
del tapete sobre la mesa camilla
las campanas de la iglesia a las cuatro
analizo las flores rugosas
migas de pan se cuelan bajo la tela
a borbotones
recorro con los dedos el bordado
un pasado a borbotones
acerco los pies hasta el brasero
hasta que huela a chamusquina
como pequeños dardos
ningún momento es bueno para desvelar lo inefable
los secretos
una palabra díscola grita dentro del pecho
sale de las paredes del intestino
de la garganta por el gaznate grita
me escapé de casa a los diecisiete
grita
¿tú ya sabes que tu abuela era franquista?
Contradicción
cómo les digo a mis hijas
que la mujer
era un trofeo de guerra
que tía Rosario era un trofeo de guerra
que el secreto se lo llevó a su tumba
(en la ermita de la Inmaculada
yace su rostro ajado)
vivió toda su vida
en el fondo de la laguna de Proserpina
para no olvidarse de su rapto
su rostro adusto
su vida austera
su mirada de odio
se la llevó a la tumba
a la cripta junto a los ancestros
tres días
cómo les digo
que tres días
la raptaron los rojos
cómo les digo que fui roja pese a todo
¿Sería lícito?
sería inútil pedir perdón en nombre de mis ancestros
y sin embargo aquí estoy
sería inútil hablar de las mujeres que quedaron solas
en el lavadero
esperando el regreso de los hombres
sin saber que aquella noche la batalla se libraría en sus vientres
sería injusto hablar del odio aferrado a sus carnes hasta el final
de los estragos de la locura que se asentó en aquella casa
como un huésped silencioso
de mi madre del abandono
sin entender tanta violencia tanta
hasta que tuvo edad para responder
hasta que tuvo edad la casa de grietas
de lluvia colándose por la ranura del hogar
empapando a mi madre la lluvia de gritos
hasta que tuvo edad la violencia
colándose por las goteras
por los resquebrajos colándose dentro de las bocas
inundándolas de musgo
hasta sumergir la casa en lo hondo del Guadiana
junto a la muralla árabe los cimientos disueltos por el agua
los cimientos convertidos en barro retornando a su origen
retornando para siempre hincándose para siempre
en el fango de la Charca
*(Madrid-España, 1987). Poeta y narradora. Reside en Boulder (EE.UU.). Cursa un doctorado en Literatura Hispánica y se desempeña como profesora de Español en la Universidad de Boulder (EE.UU.). Ha vivido y enseñado en Martinica (Caribe), Bangalore (India) y Mayotte (Canal de Mozambique). Obtuvo el Premio de Poesía Joven de la Fundación Caja Navarra. Ha escrito artículos para medios digitales y académicos, y colabora como editora de la revista digital Aullido, en la que coordina la sección de poesía escrita por mujeres “Alguien se acordará de nosotras”. Ha publicado en poesía Ratas en el alféizar (2019), La barrera más bonita del mundo (2021) y Rosario (2023).