Por: Víctor Manuel Pinto*
Crédito de la foto: Izq. Ed. Kavrial
Der. Francisco Delgado Bravo
7 poemas de Quieto (2014),
de Víctor Manuel Pinto
Barriada:
Las casas de bloques rojos
van tumorando la piel de piedra del cerro:
y dentro de cada casa: un cuerpo
y dentro de cada cuerpo: una voz
habitando la formación de carne
que habita el cuerpo de columnas y paredes.
– Si me pregunto:
¿Cómo me veré aquí sentado, así tan solo?
– Ya estoy solo.
Así ya no escucho, así no siento mía la voz
que aquí conmigo vive / arriba,
la voz que aquí conmigo se sienta.
Dos
Arriba: construye / Arriba: fabrica / Arriba: imita sabores:
él con la mano, ella con un dedo;
cada uno solo, tan lejos de la latitud del corazón,
tan dados a la longitud de la carne.
Arriba decide, te llama corazón, te llama espíritu.
¿A dónde estamos? Dame tu mano.
No quiero perderte en esta masa de locos:
– ¿Carne masticada por quién?
– ¿Zapatos calzados por quién?
– ¿Colchón sudado por quién?
¿A dónde estás? ¿A dónde vivo?
Arriba:
sobre los hombros,
frente a la nuca,
y detrás de los ojos.
CONTENIDO
ella me enseñó a obedecer con el brazo recto una distancia de mis amigos,
cantando un himno quieto bajo una bandera. Ella decía la verdad en
un bosque achatado en la pared, debía responderle, debía obedecer. Ella
y el policía con guantes dibujando la quietud de un hombre en el suelo.
Obedecer el azul del uniforme del policía, obedecer el azul de la camisa del
liceo; el mar tenía una quietud falsa en las esferas. Ella era la espuma
de su sal dura hundiéndonos: ser hombres que no mata la policía, ser
mujeres tapándose con vergüenza, obedientes a las flores de los hombres.
En el baño había más preguntas: la revista abierta, el uso del cuerpo
en el labial y el ruedo corto de la falda. Inexacta en sus objetivos: 1a
2b 3c y sin colores. Su punta que no conjuga: él se toca, él roba, el
amigo mata, el amigo muere, ella se toca, ellos sienten, nosotros sentimos.
¿Qué hacemos con el cuerpo nuestro? ¿Qué hacemos con el muerto de cada
día? Me desarmo y busco mi forma real. Buscar: ese verbo que odia
Objetivo 2.b
AZUL
El movimiento del agua más allá de la orilla
distinto al que va y viene
cambiando el color de la arena.
O los pensamientos de un hombre que no siente
en sus movimientos: irse y venir sobre su cuerpo
una mirada distinta..
SUS CABEZAS CAEN COMO LA FLOR SEGADA POR EL CUCHILLO
Ramón Palomares
hundidos en su belleza podrida, que acabó en fermento de alcoholes, que
abren bailes con torceduras en sus cuerpos, que acaban con sus lenguas
afuera, y acaban desnudos sobre sí mismos: su amor es una imagen y
carne agitada. Trato de volver a mí entre ellos, que mi voz sea una
resonancia visible a mi presencia. Ellos apartan sus dedos de la botella de
ron, y hasta amanece y aún les hablo de la pelea por ver al Diablo, y oler
a Dios entre heces y humos. Sólo imagino detrás de un muro con la textura
y la temperatura de mi pecho. Un pedazo de carne cruda vale más que mi
lengua. Imagino esa mi gran ayuda, todo lo digo a ellas, cada dedo tiene el
nombre de cada amigo, y los agito; aprieto y les pego sólo a ellas: mis manos.
SIN PARTIR, PUES NO SABÍA DONDE. SÓLO A LA ESPERA
Pedro Luis Hernández
he escuchado mis pasos al caminar, pude ser yo quien los guiara a su
sonido, desde mi peso y mi deseo: Lo posible de llevar por el pasillo
la hermosa estatura de 30 años. Alguien al volver de la noche, toca
con su puño la puerta deseando que adentro, alguien despierte dejándolo
entrar. Habitar por un instante esta casa habitada por muchos,
ver que sus manos y piernas han crecido, y cómo desde los ojos, la
perspectiva de las cosas sube y baja ligeramente a cada paso… si adentro
el silencio es un logro de la voluntad, disminuyen las órdenes de la
inconciencia. Escuchar sólo el toque de la sangre: los pasos del corazón.
Percepción
No quiero saber si lo que miro
es el verdadero tamaño de la piedra.
Si aún le falta crecer
con el viento
o por el viento
disminuye la dimensión de su masa.
Sólo quiero una piedra
para sentarme
a ser un hombre tranquilo.
Desunir el puño de cosas
que endurecen mis manos.
Encontrar
este momento de la piedra:
sin futuro
ni pasado.