7 poemas de «Lengua de crianza» (2023), de Alejo González Prandi

 

Por Alejo González Prandi*

Crédito de la foto www.unico.substack.com –

Ed. El vendedor de Tierra

 

 

7 poemas de Lengua de crianza (2023),

de Alejo González Prandi

 

 

Alguien dijo que tenía un gran poder:

hacerle creer a un mendigo que era un rey

y a un rey que era un mendigo

Yo lo vi

Al sastre lo convenció de que era médico

por la forma en que había tratado su cuerpo

Al mozo del bar de que era un equilibrista

por cómo sostenía la bandeja

un hechicero

Así fue durante casi toda la vida

Con esa lengua me crió

 

 

 

Llegaba tarde con su valija negra y fibrosa

como la piel de la noche en casa

Se iba temprano, con un traje oscuro

lentísimo, escondiendo números

que se le fueron metiendo en el cuerpo

Siempre tuvo pesados zapatos barcas

y medias azules ajustadas hasta las venas

Una lluvia finísima y constante lo humedecía

lo iba tragando

Se las arreglaba para secar el moho del lado del sol

donde esculpía la piedra

Arremangado, de rodillas, remaba con los brazos

a carne viva

de otros

 

El poeta Alejo González Prandi

 

Fui de casa en casa durante un verano

mientras él iba al hospital

Me traía noticias de mamá

Eran visitas breves: oraciones, cartas, información precisa

tan ciertas como un vaso de vidrio roto en la cara

Así comenzó a crecer el silencio

Es triste ver a gente despierta esperando qué decir

Llenan los platos, cambian las sábanas

hablan en secreto

miran al hijo de la muerta

hasta que desaparece en su propia sombra

y ellos descansan

 

Prometió ser un gallo cuidando de sus pollitos

 

Ese verano se me había ido la infancia

 

 

 

Buscaba refugio en el descanso

se acostaba en la cama, el sofá

en la habitación de sus hijos

en el cuartito del fondo

exhausto

se quitaba los anteojos

giraba su enorme cuerpo

buscando la posición hasta quedarse dormido

Los párpados blancos, más blancos

que su piel diluida en la savia del aire

Una vez que se aflojaba

yo veía cómo era sin hablar

Tan hijo suyo

más hijo que la sangre

Los huesos largos, el cráneo

la expresión de estar tendido en los ojales del ocio

más aún cuando me pedía que me acostara a su lado

a ver películas de cowboys

protegido por sus brazos

y el aroma de la siesta plegado a mi piel

 

 

 

En mis hombros sentía el peso del cuartel

el césped quemado por el pis de los colimbas

la tierra mojada, escarcha

el silencio de una larga fila de camas marineras

un vigía inmóvil perdiéndose en lo celeste

Llegó su carta el día de mi cumpleaños

el menor de todos los aniversarios

sin otra pretensión que saldar esa tarde

en el espacio mínimo de una voz atómica

Abrí el sobre, desplegué el papel

puño y letra fueron cayendo sobre las sábanas

las recogí de a pedazos con la misma prolijidad de su memoria

Dijo que cumplir no es celebrar

y recordó que había pasado un Año Nuevo

con el maquinista de un tren en Inglaterra

No supe en qué estación había bajado

si alguien lo esperó

si tomó la valija

o se lo tragó la noche vestida de toro

Abrí las manos para que el maquinista y su tren desaparecieran

me dejaran solo con mi padre

el día de mi cumpleaños

 

 

Sabía antes de entrar

que la ceremonia sería la despedida

Platos y fuentes sobre la mesa humeante

Lo dispuesto en las últimas cosas

La casa yéndose de a poco

sobre nuestros pasos

Me senté a la espera

de que sirviera su reino

La herencia era un bocado de humo

y las palabras tentaban al consuelo

Miré los ojos de mi crianza

todavía claros, como lo que no se pierde

y no se olvida nunca

 

 

 

A su muerte debo un cuento

a su muy de moda muerte

a su espectacularidad

a su voz de larga distancia y más allá

Eso sí es una muerte

una muerte de veras

extranjera

mexicana

Una muerte planeada

redonda

contra entrega de llaves, auto, casa

Una muerte que llama

cierra cortinas

todo

lejana

Una muerte en la valija

secreta

explicada en el cuerpo

en el peso rengo

el azul pregunta

Una muerte después

de abrir y cerrar la puerta

Una muerte para pensar

qué habrá sido de su mirada última

a quién veía

bajo qué telón

solo

afuera

 

 

 

 

 

*(Buenos Aires-Argentina, 1974). Poeta y periodista. Codirige la editorial artesanal El Vendedor de Tierra y edita único, boletín quincenal sobre la actualidad de editoriales artesanales en la Argentina. Ha publicado en poesía Lengua de crianza (2023), El deslumbre (2018), No hay medida (2012) y El deshoje (2007).

 

 

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