Poemas del reconocido poeta italiano
Edoardo Sanguineti
Por: Edoardo Sanguineti
Traducción y nota introductoria: Emilio Coco
Crédito de la foto: www.massimobinelli.it
Edoardo Sanguineti nació en Génova en 1930, y se licenció en Letras en la Universidad de Turín, donde empezó a enseñar Literatura italiana, para luego trasladarse a Salerno y volver otra vez a Génova. Tuvo un papel importante en el Grupo 63, del cual fue también uno de sus principales teóricos. Estudioso y crítico de literatura italiana, escribió numerosos ensayos y comentarios sobre Pascoli, Lucini, Gozzano. Escribió textos para el teatro, tradujo a Esquilo, Sófocles, Eurípides y Séneca. Como poeta es autor de muchas obras entre las cuales destacan: Laborintus (1956), Opus metricum (1960, que incluye también Erotopaegnia) Triperuno (1964, que incluye los textos anteriores y la nueva obra Purgatorio de l’Inferno), Wirrwarr (1972), Postkarten (1978), Stracciafoglio (1980), Scartabello (1981), Segnalibro, Poesie 1951-1981 (1982), Novissimum Testamentum (1986), Bisbidis (1987), Senzatitolo (1992), Maleborge 1994-1995 o del malgoverno. De Berluskaiser a Berluscaos (1995, en colaboración con Enrico Baj), Corollario (1997), Cose (1999), Il Gatto Lupesco (2002), Mikrokosmos. Poesie 1951-2004 (2004) y Varie ed eventuali (2010). Murió en Génova en 2010.
Edoardo Sanguineti es una figura puntera en el ámbito de la neovanguardia, por las decisivas implicaciones psicoanalíticas de sus textos, por su estructura en cadena, por el plurilingüismo, por el uso de un verso dúctil que se dilata en medidas muy amplias, donde la solución métrica es rigurosamente atonal y gestual.
7 poemas de Edoardo Sanguineti
nuestra sabiduría tolera todas las guerras
tolera la peste mansa de las disciplinas
tu estatura mezcla piedras sirenas pulgares orugas
oh inmóvil cárcel
de los dibujos y el útero tiempo indicativo fuente que roe y silencio
y exactamente et os clausit digito
distraído Laszo piadosamente
por amores por medio de los huesos amados
por medio de la cal viva
por medio de los conciertos para violín y orquesta
por medio de tus sábanas
por medio de la Kritik der reinen Vernunft
amores desde cualquier marco
y desde cualquier traición protestados
amores del todo principales
amores por eso esenciales promovidos por cada flor
ergo vacuas fac sedes
tuarum aurium has de asumir las piedras desesperadas oh tridente
de mis trabajos químicos aún y siempre Ellie
mi espeso estuario cultivadora de cicatrices clavadas
pedir la noticia de tus monedas inflamables de tus vacíos pórticos
por un reglamento
estableceréis su gusto
exigir el fracaso de tu edad
los fósforos con sequedad debajo de tus conejos sustraer
aferra este mercurio, esta fría encía, esta miel, esta esfera
de cristal árido; mide atentamente la cabeza de nuestro
niño y no tuerzas ahora su pie
imperceptible:
en tu pezón debes convertir
un prolongado continente de lámparas, el aliento obsesionante de los jardines
críticos, las perezosas ballenas del vientre, las ortigas
y el vino, y la náusea y la herrumbre;
porque cualquier camino de pronto
querrá correr a su encuentro, una hernia umbilical incidir
su perfil de humo, algún hipopótamo regalarle
sus dientes de caspa y de fósforo negro:
evita el viento,
los lugares atestados de gente, a los malabaristas, los insectos;
y a los seis meses podrá duplicar su peso, ver al ganso,
apretar la bata, asistir a la caída de los graves;
arráncalo, pues, de su vida de algas y de glóbulos, de pequeños nudos,
de indecisos lóbulos:
¡su gemido conquistará tus líquidas heridas
y sus ojos de oblicua mantequilla corregirán estos siglos sin nombre!
en ti dormía como un fibroma seco, como una flaca tenía, un sueño;
ora machaca el cascajo, ora sacude su propia sombra; ora chirría,
traga, orina, habiendo esperado desde siempre el gusto
de la manzanilla, la temperatura de la liebre, el ruido del granizo,
la forma del techo, el color de la paja:
sin remedio el tiempo
se ha dirigido hacia sus días; la tierra ofrece imágenes confusas;
¿sabrá reconocer a la cabra, al campesino, al cañón?
no estas tijeras realmente esperaba, no esta lavativa,
cuando temblaba en tu saco de membranas opacas.
ahora consume en su pulgar el liguero y el armario:
su nariz es el palomo;
su pupila es el dado;
muerde ya en tu pie el carruaje y el apio:
no resiste el vidrio, no la cinta;
el cielo es su piel tierna;
pero en la dureza de sus huesos lo sorprendemos existiendo,
y vemos en sus uñas que crece nuestra muerte.
llora, llora, que te compro una larga espada azul de plástico, un frigorífico
Bosch en miniatura, una hucha de barro, un cuaderno
con trece rayas, una acción de Montecatini:
llora, llora, que te compro
una pequeña máscara antigás, un frasco de jarabe reconstituyente,
un robot, un catecismo con ilustraciones de colores, un mapa geográfico
con banderines victoriosos:
llora, llora, que te compro un gran cachalote
de gomaespuma, un árbol de Navidad, un pirata con una pierna
de palo, una navaja, una buena esquirla de una buena
granada de mano:
llora, llora, que te compro muchos timbres
de la Argelia francesa, muchos jugos de fruta, muchas cabezas de madera,
muchas cabezas de moro, muchas cabezas de muerto:
oh ríe, ríe, y te compro
un hermanito: para que lo llames por su nombre: para que lo llames
Miguel:
al funcionario aduanero en minifalda, que me ha elegido, con sus ojos de sibila
y de paloma, dentro de una cola interminable de viajeros en tránsito, le he dicho
toda la verdad, confinado en un reservado-confesionario
de contrachapado:
he dicho que tengo un hijo que estudia ruso y alemán:
que Bonjour les amis, curso de lengua francesa en 4 volúmenes, era
para mi esposa:
estaba dispuesto a conceder más: sabía que fue Rosa Luxemburg
quien lanzó la consigna «socialismo o barbarie»: y podía
sacar de ello un madrigal estrepitoso:
pero sudaba, hurgándome los bolsillos,
buscando en vano la cuenta del Operncafé: y luego, irrumpiste
tú, arrastrando también a los niños detrás de ti, maravillosos y maravillados:
(te ahuyentábamos con los mismos gestos duros, yo y mi beatriz
democrática en uniforme):
pero lo irreparable ya se había consumado, allí
en la frontera entre los dos Berlín, para mí: cuarentón seducido por un policía:
todo empezó con una estúpida historia de sobretodos cambiados
en el restaurante Rosetta: (y con tu carrera ciega, más allá de las oficinas
de Alitalia, distraída, abstraída):
¡eh, no es para tomárselo a risa, mi querida!,
me parece, entonces, allí en el bar d’Amore, si perdimos con tanta facilidad
nuestra identidad, nuestros trajes, las señas personales, los puntos
de referencia, la orientación, el sentido común:
(nos hemos extraviado otra vez
en el mundo, cada cual como puede: y no lo merece): (y si te escribo desde el
aeropuerto
de Capodichino, a punto de salir para Ámsterdam, con los vuelos AZ 424 y AZ 382,
es por pura superstición, al final: y no por otra cosa, justo, por nada):
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(versión original en italiano)
7 poesie di Edoardo Sanguineti
la nostra sapienza tollera tutte le guerre
tollera la peste mansueta delle discipline
la tua statura mescola pietre sirene pollici bruchi
oh fermo carcere
dei disegni e dell’utero tempo indicativo fontana che rode e silenzio
e propriamente et os clausit digito
distratto Laszo pietosamente
per amori per mezzo delle ossa amati
per mezzo della calce viva
per mezzo dei concerti per violino e orchestra
per mezzo delle tue lenzuola
per mezzo della Kritik der reinen Vernunft
amori da ogni cornice
e da ogni tradimento protestati
amori del tutto principali
amori ecco essenziali promossi da ogni fiore
ergo vacuas fac sedes
tuarum aurium devi assumere le pietre disperate oh tridente
delle mie fatiche chimiche ancora e sempre Ellie
mio folto estuario coltivatrice di cicatrici inchiodate
chiedere la notizia delle tue monete infiammabili dei tuoi vuoti porticati
per un regolamento
stabilirete il suo gusto
esigere il fallimento dietro la tua età
i fiammiferi con secchezza sotto i tuoi conigli sottrarre
afferra questo mercurio, questa fredda gengiva, questo miele, questa sfera
di vetro arido; misura attentamente la testa del nostro
bambino e non torcere adesso il suo piede
impercettibile:
nel tuo capezzolo devi ormai convertire
un prolungato continente di lampade, il fiato ossessivo dei giardini
critici, le pigre balene del ventre, le ortiche
e il vino, e la nausea e la ruggine;
perché ogni strada subito
vorrà corrergli incontro, un’ernia ombelicale incidere
il suo profilo di fumo, qualche ippopotamo donargli
i suoi denti di forfora e di fosforo nero:
evita il vento,
i luoghi affollati, i giocolieri, gli insetti;
e a sei mesi egli potrà raddoppiare il suo peso, vedere l’oca,
stringere la vestaglia, assistere alla caduta dei gravi;
strappalo dunque alla sua vita di alghe e di globuli, di piccoli nodi,
di indecisi lobi:
il suo gemito conquisterà le tue liquide ferite
e i suoi occhi di obliquo burro correggeranno questi secoli senza nome!
in te dormiva come un fibroma asciutto, come una magra tenia, un sogno;
ora pesta la ghiaia, ora scuote la propria ombra; ora stride,
deglutisce, orina, avendo atteso da sempre il gusto
della camomilla, la temperatura della lepre, il rumore della grandine,
la forma del tetto, il colore della paglia:
senza rimedio il tempo
si è rivolto verso i suoi giorni; la terra offre immagini confuse;
saprà riconoscere la capra, il contadino, il cannone?
non queste forbici veramente sperava, non questa pera,
quando tremava in quel tuo sacco di membrane opache.
ora consuma nel suo pollice il reggicalze e l’armadio:
il suo naso è il piccione;
la sua pupilla è il dado;
morde già nel tuo piede la carrozza e il sedano:
non resiste il vetro, non il nastro;
il cielo è la sua pelle tenera;
ma nella durezza delle sue ossa lo sorprendiamo esistere,
e vediamo nelle sue unghie crescere la nostra morte.
piangi piangi, che ti compero una lunga spada blu di plastica, un frigorifero
Bosch in miniatura, un salvadanaio di terra cotta, un quaderno
con tredici righe, un’azione della Montecatini:
piangi, piangi, che ti compero
una piccola maschera antigas, un flacone di sciroppo ricostituente,
un robot, un catechismo con illustrazioni a colori, una carta geografica
con bandierine vittoriose:
piangi, piangi, che ti compero un grosso capidoglio
di gomma piuma, un albero di Natale, un pirata con una gamba
di legno, un coltello a serramanico, una bella scheggia di una bella
bomba a mano:
piangi, piangi, che ti compero tanti francobolli
dell’Algeria francese, tanti succhi di frutta, tante teste di legno,
tante teste di moro, tante teste di morto:
oh ridi ridi, che ti compero
un fratellino: che così tu lo chiami per nome: che così tu lo chiami
Michele:
al funzionario doganale in minigonna, che mi ha prescelto, con i suoi occhi di sibilla
e di colomba, dentro una fila interminabile di viaggiatori in transito, ho detto
tutta la verità, confinato in un separé-confessionale di legno
compensato:
ho detto che ho un figlio che studia il russo e il tedesco:
che Bonjour les amis, corso di lingua francese in 4 volumi, era
per mia moglie:
ero pronto a concedere di più: sapevo che fu Rosa Luxemburg
a lanciare la parola d’ordine «socialismo o barbarie»: e potevo
ricavarne un madrigale strepitoso:
ma sudavo, frugandomi le tasche,
cercando invano il conto dell’Operncafé: e poi, hai fatto irruzione
tu, trascinandoti dietro anche i bambini, meravigliosi e meravigliati:
(ti scacciavamo con gli stessi gesti duri, io e quella mia beatrice
democratica in divisa):
ma l’irreparabile era già consumato, lì
alla frontiera tra le due Berlino, per me: quarantenne sedotto da un poliziotto:
tutto è incominciato con una stupida storia di soprabiti scambiati
al ristorante, da Rosetta: (e con quel tuo correre cieco, oltre gli uffici
dell’Alitalia, distratta, astratta):
eh, c’è poco da ridere, cara mia,
mi sembra, allora, lì al bar d’Amore, se perdiamo con tanta facilità
la nostra identità, i nostri vestiti, i segni caratteristici, i punti
di riferimento, l’orientamento, il buon senso:
(siamo smarriti un’altra volta
nel mondo, ognuno come può: e non merita): (e se ti scrivo dall’aeroporto
di Capodichino, in partenza per Amsterdam, con i voli AZ 424 e AZ 382,
è già per pura scaramanzia, alla fine: e non per altro, proprio, per niente):