Vallejo & Co. presenta una muestra bilingüe, español-italiano, de cinco poemas del libro L’ombra della salute (‘La sombra de la salud’, 2011) de Alberto Pellegatta.
Por: Alberto Pellegatta*
Traducción: Atilio Caballero
Crédito de la foto: Izq. Antonio Riccio
Der. Autor
6 poemas de La sombra de la salud,
de Alberto Pellegatta
La salud
Baja hasta el hotel Regina y mira La Salud que se diluye.
Conoce las ventajas de la muerte.
*
Comienza en un lugar de mar
o en medio de una llanura apretada por lagos,
cree que para vivir se deba esperar
al año próximo, al incierto futuro de los muertos.
Que son mohos negros en la cabeza.
Mientras la salud es un misterio impúdico, maravilloso
y, finalmente, sin futuro.
*
En medio aunque disgregada
alcanza los más altos nombres del frío.
Desciende por los mapas del cielo. Pasa
del escabel a los peces
al pasillo que colapsa.
Proyecta el final de la bufanda
y quema papel de Eritrea.
Triste en el hielo tumefacto y con vendajes
-tras escaleras humeantes o leyes naturales-
se levanta temprano en la mañana
para hacer todavía menos.
*
No hay ninguna casa. De seguir así
ni siquiera se podrían encontrar los viales en los cuadrantes
las manos los enanos los perros –las cincunvalaciones.
Este campo es el visor de las bellas intenciones.
No ha parado de llover en la calle Garigliano
entre las filtraciones y el acomodo de las piedras,
el pulverizado estiramiento del cuerpo principal…
Es fácil llegar. Pero no podría decir
si luego va hacia los muertos o al hospital
si de los barcos al tribunal es el 30 o el 29.
*
Espantosos silencios primitivos
poblados de agiles caminantes.
Como si las oquedades también absorbieran
la luz, sin embargo
transmiten información al universo.
*
Remolinos de gas en el vacío cóncavo
que nos contienen a todos. No hay ningún centro y el borde
se urde a sí mismo. El tiempo es espacio que se expande.
El tiempo es hambre y el espacio es frio. Habitaré
infraestructuras luminosas.
Estaremos más lejos, los mundos de los mundos
y hará más frio, hasta consumirse dentro de un hueco.
O se condensará hasta que vuelva a encenderse.
Pero ahora, en el instante presente, es la capital del Tiempo.
Segunda cita
a mi padre, arquitecto
Los flamencos se alinean en las salinas
entran en tus conductos.
Los hidrocarburos radiantes y gaseosos
en la gran noche perforada.
Refinería del discurso, luna hidráulica.
*
La segunda cita
nos trae de nuevo a las venas.
Las atravesadas cabezas de ciudad
elástica.
Un verde que entra en círculos,
en los lagos acrílicos, dueños del elemento.
*
Racimos y reflujos dentro
sótanos donde bailar a espasmos.
El puercoespín
convierte la luz en arena
y desde los cimientos asume
el reflejo en el mercurio.
Ve como la ciudad se derrite en corrientes.
*
Sus pensamientos son ascensores.
Desaparecen las ruedas
los resultados dependen de las distancias. Cambia
la función de la noche.
No es cosa para hombres de mediana edad,
confunde la liturgia, introduce el desorden.
*
Ni siquiera ve bien en el fondo,
en las más profundas vías del cerebro
pero está este sudor blanco en la superficie
el moco las infecciones los armarios
y la excesiva intimidad que tiene con él mismo.
a Federico
Los filamentos de luz son remos en el ondulado
croché.
En la punta, una cartera abandonada
sobre el agua. Mientras crece en filamentos
la masa abandonada del papel.
Allá arriba, donde la respiración es herrumbre.
Ahora caminas sobre las piedras
con los dedos apenas levantados
y llevas la mano a la boca
como un beso o un alma.
Curso de retórica para señoras
Tocan Bésame mucho para los turistas
solo para hacérselo chupar luego a los jardines.
Expuesto como estoy a todos estos polacos
bellísimos, busco nuestra carbonera, círculo secreto, el pretexto…
No he aceptado el programa
por defecto o fracaso.
Sobre un perfil divergente o en las formas suficientes,
desconfía de los nichos seguros
de las madrigueras consoladoras como diapositivas.
El dispositivo reclama un ministerio de la consciencia
y una retención de impuestos.
No se le puede dar crédito a los ángeles
Dios ha vuelto como señor de los ejércitos.
Kollwitplatz
Las plantas son ingenuas y sus luchas
helicópteros. Timothy deja el tiempo que encuentra
sospecha que la noche no vendrá más.
Detesta sus operaciones, tiene
una inscripción en el jardín del mal.
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(versión original en italiano)
5 poesie di L’ombra della salute (2011),
da Alberto Pellegatta
La salute
Scende all’hotel Regina e guarda la Salute che si squaglia.
Conosce i vantaggi della morte.
Incomincia in un posto di mare
o in mezzo a una pianura stretta ai laghi,
crede che per vivere si debba aspettare
l’anno prossimo, l’oltre futuro dei morti.
Che sono muffe nere nella testa.
Mentre la salute è un mistero sconcio, meraviglioso
e, finalmente, senza futuro.
*
In mezzo ma sgranata
raggiunge i nomi più alti del freddo.
Scende per le mappe del cielo. Passa
dallo sgabello ai pesci
al corridoio che sprofonda.
Progetta la fine della sciarpa
e brucia carta di Eritrea.
Triste nel gelo gonfio e con le bende
– dopo scale fumose o leggi naturali –
si alza prima al mattino
per fare ancora meno.
*
Non c’è nessuna casa. Andando avanti così
non ci saranno neanche i viali nei quadranti
le mani i nani i cani – le circonvallazioni.
Questo campo è lo schermo delle belle intenzioni.
Non ha smesso di piovere su via Garigliano
tra le infiltrazioni e l’assestarsi delle pietre,
il pulviscolare sgranchirsi del corpo principale…
Facile arrivarci. Però non saprei dire
se va poi verso i morti o all’ospedale
se dai navigli al tribunale è il 30 o il 29.
*
Spaventosi silenzi primitivi
popolati da svelti passanti.
Sembrava che i buchi risucchiassero
anche la luce, invece trasmettono
informazioni all’universo.
*
Girandole di gas nel vuoto concavo
che ci contiene tutti. Non c’è nessun centro e l’orlo
si cuce su se stesso. Il tempo è spazio che si espande.
Il tempo è fame e lo spazio è freddo. Abiterò
infrastrutture luminose.
Saremo più lontani, i mondi dai mondi
e farà più freddo, fino a riassorbirsi dentro a un buco.
Oppure si riconcentrerà fino a riaccendersi.
Ma adesso, l’attimo presente, è la capitale del Tempo.
Secondo appuntamento
a mio padre, architetto
I fenicotteri si allineano nelle saline
entrano nelle tue condutture.
Gli idrocarburi radianti e gassosi
nella grande notte forata.
Raffineria del discorso, luna idraulica.
*
Il secondo appuntamento
ci ha ricondotti nelle vene.
Le teste attraversate da città
elastiche.
Un verde che entra in circolo,
nei laghi acrilici, padroni dell’elemento.
*
Grappoli e reflussi dentro
cantine dove ballare a scatti.
Il porcospino
converte la luce in sabbia
e dalle fondamenta rileva
il riflesso nel mercurio.
Vede la città squagliarsi in correnti.
*
I suoi pensieri sono ascensori.
Spariscono le rotte
i risultati dipendono dalle distanze. Cambia
la funzione della sera.
Non è cosa da uomini di mezza età,
trasloca la liturgia, introduci il disordine.
*
Non vede neanche bene fino in fondo,
nei viali più profondi del cervello
ma c’è questo sudore bianco in superficie
il muco le infezioni i ripostigli.
E l’eccessiva intimità che ha con se stesso.
a Federico
I filamenti di luce sono remi nell’onda
uncinetti.
Nell’angolo, una cartiera abbandonata
sull’acqua. Mentre cresce in filamenti
la massa abbandonata della carta.
Lassù, dove il respiro è ruggine.
Adesso cammini sui sassi
con le dita appena sollevate
e porti la mano alla bocca
come un bacio o un’anima.
Corso di retorica per signore
Suonano Besame mucho ai turisti
salvo poi farselo succhiare ai giardini.
Esposto come sono a tutti questi polacchi
bellissimi, cerco la nostra carboneria, l’allegato…
Non ho accettato il programma
per difetto o guasto.
Sul profilo divergente o nelle forme sufficienti,
diffidate delle nicchie sicure
delle tane consolatorie come diapositive.
Il dispositivo richiede un ministero della coscienza
e una ritenuta d’acconto.
Non date credito agli angeli
Dio è tornato signore degli eserciti.
Kollwitzplatz
Le piante sono ingenue e le sue lotte
elicotteri. Timothy lascia il tempo che trova
sospetta che non venga più sera.
Detesta le loro operazioni, ha
un registro sul cortile del male.