Por Ernesto González Barnert*
Crédito de la foto (izq.) Andesgraund Eds. /
(der.) archivo del autor
5+1 poemas de Venado tuerto (2024),
de Ernesto González Barnert
Cuando era un tigre
me gustaba mi reflejo en el manantial.
Saber qué mientras bebo
acechan otras bestias meciéndose,
como yo, al viento, entre las cañas.
Así calmar mi sed observando también
estas cicatrices y líneas del cuerpo
donde me leo felino
más viejo y vulnerable
que encuentra cada vez mejor el agua
antes de fluir, evaporarse
con el sol de la sabana.
Permíteme, señor, ser el cuervo
que atraviesa el corazón del ruiseñor
con insolencia y belleza en el vuelo.
La rapaz que pone a los pies
del pájaro cantor sus alas golpeadas
por la fría luz de la luna,
el carozo de la noche.
La avecilla que despierta oscura,
de súbito y doliente
apurada por el látigo de sol
para echarle ganas, otro poema
hacia todas las estrellas.
Adiós Calíope, soy un asteroide
deshaciéndose en llamas antes de llegar a tierra.
Una piedra que arde desde los ventanales
de un tren de juguete que atraviesa valles invernales,
picos nevados, estaciones vacías.
Una locomotora quebrando una y otra vez
la barra de detención
bajada por el guardavía de la literatura,
que sueña hace días
con una luciérnaga llamando a las demás
con su última luz, el último destello.
Me acerco a la muerte,
como si caminara por la luna,
sin gravedad.
Y fuera poco a poco dejando atrás
cada pieza del traje espacial
partiendo por el parche de la bandera,
el logo de la empresa.
Donde todo lo que tenía que decir
se pierde por una falla de comunicación
mientras desde la base espacial
a través de las cámaras
solo ven un astronauta volviéndose loco,
desnudándose, reflejando
su planeta tierra en el casco
antes de tirarlo
y fundirse con el universo.
Seguimos aquí –Anna Ajmátova–,
ebrios y perdidos
sobrevolando sillas, mesas,
la tarima del “Perro vagabundo”.
Moviéndonos como estrellas fugaces
que nadie alcanza a detener
en el cielo de su lengua.
Es difícil hacerse oír
donde todos esperan señales
y no palabras.
Por supuesto, muchos nos odian
sin razón alguna.
Quisimos tanto a estos parroquianos.
Seguro más de lo que ellos nos quisieron a nosotros
y vomitamos.
*(Temuco-Chile, 1978). Poeta, cineasta y gestor cultural. Licenciado en Cine documental de la Universidad Academia Humanismo Cristiano (Chile) y diplomado en Estética del Cine de la Escuela de Cine de Chile. Se desempeña como productor cultural del espacio estravagario de la Fundación Pablo Neruda y editor de la revista Cultura@Fundacionneruda.Org. Obtuvo el Premio Nacional Eduardo Anguita (2009), Premio Nacional de Poesía Mejor Obra Inédita (2014) y Premio Pablo Neruda de Poesía Joven (2018). Ha publicado en poesía Éramos estrellas, éramos música, éramos tiempo (2018), La reedición de playlist (2019) y Venado tuerto (2024); y la antología Ningún hombre es una isla (2019).