Por Juan Malebrán*
Crédito de la foto (izq.) Ed. Aparte /
(der.) archivo del autor
5+1 poemas de Trópico (2019),
de Juan Malebrán
El murmullo del pantano
similar a un estómago indispuesto por la fiebre
cautela lo que exige
el avistamiento de ciertos anfibios
apareándose fuera de temporada
tabletas carbón helicobacter
una lupa sobre aquellas zonas
que a falta de uso el tiempo quita del mapa
como ahora que avanzamos a tientas
guiados por un búho que cada tanto enmudece
cuando se trata de cruzar el lodazal
ayuda hacerlo con lo justo
reducir artículos y decibeles
concentrarse en llegar al otro borde
lo más liviano posible
tal vez haya una garza que nos mire
siempre a punto del paso en falso
ante el miedo a extraviarse
atar un pañuelo al árbol menos vistoso y
esperar en calma el aguacero
la lluvia limpia mejor que nada
el sarro acumulado en la cantimplora
la aguja imán apuntando contra el barro
como si fuese posible distinguir otro canto
ululeo/tono/fricción de muslo
incluso entre uno y otro eco intestinal
guardar silencio lo que reclama el junco
tumbarse a oír la noche
con la cabeza dispuesta al alboroto.
A medida que avanza la tormenta
De todos modos
no hay
manera de evitar el riesgo
que suponen ciertos territorios
—urticaria y necrosis—
los dominios del ciempiés o
el vello de la apasanca
(bol.-pollito, tarántula)
mañas aprendidas en terreno
prácticas imposibles
sin holgura
porque no hay manera
una vez que la boca se llena de mosquitos
quizás en eso consista hablar claro
igual que volver la vista
hacia un río tibio
pero infranqueable
y ver tan solo vaho
ante lo poco que se distingue
avanzar tras el rastro de la hierba
como único indicio:
las huellas de un galope
que el lodo cubre a mitad del sendero.
Para bosquejar a un perezoso
bastaría detenerse o
tal vez la idea
de tomarse el tiempo
ante lo poco que queda
de esta cría
ayer pirueta
en la copa del toborochi
hoy acaso pelo hueso
el gesto que aún conserva
al costado del carril
los dedos rotos
al calor del pavimento
bastaría apenas
doblar las rodillas
para oler de cerca
entre vértebra y esternón
pulsar yema contra córnea
yema contra labio
tenlo por seguro
darle un toque
ligero con la rama o
apenas empujarlo
con la punta del pie
también bastaría.
Breve anotación sobre un reptil al caer la tarde
el gecko no es más que un lagarto
que atraviesa claros y cambures
una sombra entregada al ruido
que los grillos proyectan entre la hiedra
una silueta invertida
contrariando la gravedad o
un cuerpo inmóvil frente al cálculo
previo al impulso y la embestida
parecido a la imagen
que guardamos de él siendo niños
cuando el mundo se mostraba
ajeno debajo de las piedras
un pequeño reptil
transparente en su tibieza
mínimo en su quietud
como el viraje del girasol
bajo el que ahora mismo reposa.
Candirú
No la mancha violeta del horizonte
ni el hábito — poético —de la contemplación
sino la serpiente agazapada
mandíbula al cuello
el jochi alcanzado por la ballesta y
las esporas que agitan la caída del ciervo
no la tersura del iris
ni aquello que nombra su porfía
sino la cabeza majestuosa
de una mantis carpelo abajo
y el cuerpo que luego
se desploma junto a ella
el diente hincándose en la coraza
el salto del pulgón sobre el nido
las antenas que vibran campales
en la batalla
ni siquiera
el mutismo de la cigarra
que junto al castaño cava su propia fosa
ni la torpeza de la hormiga
apartada de la colonia
estrellándose en cada paso
contra un muro imaginario
no la lengua como carnada
ni como refugio frente al charco
sino el hongo y
la veta del tajibo
las termitas al compás
de un mismo paso
o el tapir como colgajo
agitado en la maleza
ahí natura remitiéndose a lo suyo
en la destreza del colmillo y
en el tajo que chorrea sobre el pasto
la tibieza de la sangre recién aireada
Un pájaro cualquiera
Ella elige. Él se esfuerza. Ensaya. Insiste. Apenas visible —ave de poca
gracia— interrumpe la tarde. Porfía la nota de su instrumento. Traga miel
para el güergüero. Hace gárgaras. Sube el tono. Adolescente en pleno
aleteo (flirtea) desafina y así mismo envejece la cuerda que inútil tensa.
Practica, desentona. Ella elige. Él calla. Las aves lo miran a punto de
emprender el canto —oh, ilusión! oh entusiasmo!—: el sombrío trino que
la añoranza entona a dueto con la muerte.
*(Iquique-Chile, 1979). Poeta. Obtuvo la beca de creación literaria del Fondo del Libro y la Lectura (Chile, 2005, 2016, 2018, 2022) y el Premio Internacional Manuel Acuña de Poesía (México, 2019). Ha publicado en poesía Reproducción en curso (2008), Bozal (2014, 2015), Entretenciones mecánicas (2016), Trópico (2019) y Tardío (2022).