Por Leydy Loayza Mendoza*
Selección por Eloy Jaúregui
Crédito de la foto la autora
5+1 poemas de Leydy Loayza Mendoza
Danza sin música para un drama venidero
El invierno arranca los cálidos colores del cielo
esparce látigos errantes en pieles descalzas
invade la sed que secretamente lo busca
cansado de soles y excesos que incendian
Aproximaciones a la locura
Desde aquí la veo, no estando su piel en ninguna piel de mujer
Ella me ha dicho que no es del todo humana
Un cuadro de Vincent Van Gogh relata su condición efímera de musa invisible
No la tengo esta noche y ninguna melodía abre sonidos en el silencio mayor que se ha alojado en mi cabeza, acorralando sus indelebles últimas palabras sobre mi patio interior
Ha sido niña cuando habitaba aquella casa que ahora la arroja
No quiero dejarla entrar, aunque la espina de sus ojos me recorra el alma, ya es tarde
Una lluvia de poemas ha inundado mi sala y una mujer de otro tiempo ha pintado las paredes que ella rayo, sus pinceles están curando las amargas distancias pero la prisa con que viajan los dolores va lacerando poco a poco todo lo que soy
Hay siete primaveras acostadas en esta nueva casa, vendrás, vendrás, vendrás…
hormigas peregrinas me advierten en presagio discreto que en aquella madrugada en que ella venga ya no estaré yo.
Ultimátum
La piel es una sábana inconclusa con pliegues que se tejen con los años
Tus ojos son un látigo que eclosiona sobre mi espalda
La oscura cavidad del tiempo negro me invade
Ya no soy tu mariposa, he regresado a ser crisálida
Enciende la luz artificial de las palabras
coge una sábana, lo mismo que una cortina, pero ya no existas
Y si te marchas, ¿Vendrás conmigo?
¿Dejarás la tierra empedrada por tu sueño?
¿Hablarás acaso de lo nuestro con tu corazón?
¿Romperás el hilo que has cocido a tu cuerpo hilvanado por la ternura?
Y si me marcho, ¿Brillarán tus ojos de la misma forma?
¿morderás la tristeza con amarga agonía?
¿Recordarás que fuimos pájaros hegemónicos en un cielo errante
y bordado de sueños, vibrando cada palabra, tejiéndonos?
Ven a mi paraíso constelado por tu recuerdo,
a poner tus suaves amapolas en mi pecho
a danzar tu cuerpo con mi cuerpo en eterna poesía,
A sembrarte con el tallo de mi vida, una nueva vida
Si vienes, no habrá momento de no hacerte mía,
Mía con la palabra, tuya con tu propia voz
Y toda tú y todo yo, ya no seriamos esta casa vacía que ahora somos
¿Vendrás?
……………¿Vendrás?
………………………¿Vendrás?
……………………………………¿Iré yo?
……………………………………………………….Donde, ¿Dónde has ido?
…………………………………El
……………………………..ave ha
……………………………..volado
…………………………lejos de ti con
……………………………..todos sus pájaros
……………………………….errantes a cuestas
………………………………….Ya no cabes
……………………………………en el sueño
……………………………………..de sus
……………………………………ojos ni
……………………………………..en el
……………………………………..mito de su
……………………………………amor
Entrenamiento en la post guerra
Mientras camino, los recuerdos brotan de mis ojos
como conejos hambrientos depredando toda yerba en el paisaje,
caminando descalza, quedo mutilada sin ozono, exiliada
Arrastrada por el hambre y confinada por el eco de cada pecado
sueño que esto va ser para siempre,
y eterna me veo apátrida en el universo de tus ojos
sigo siendo la estrella alunada de tu cielo nublado
Fin del paisaje
Cinco mil metros sobre el nivel del mar, ojo inmenso, sueño helado en hombres del más allá. Lagunas secas gritan al desierto cada noche, en ese ocaso que ha sido consumido por el gigante perlado acostado en el cielo, que desvanece el paisaje.
Cala tu nombre en la pupila flagelada por el mal tiempo, bajo cero se inmolan sueños, sobre la calzada de piedra están aún mirando sus sombras, sus cuerpos cabalgan en silencio, sangran lágrimas por adentro de sus ojos. Mira en el ojo de agua, en el Orcococha, Caraccocha, Choclococha, brota de tu rostro cuarteado: clemencia, brota y exhala por ese cielo que nunca te responde.
Vas deshojando la flor del campo y ésta no se cubre con la misma mentira de aquellos otros hombres de más allá, “no creas todo lo que oyes”, la flor intenta decirte a través de sus hojas, pero éstas caen y se entierran en el sueño.
La lluvia relata el desenlace del efímero día, sus manecitas no han tenido abrigo
el viento se ha llevado el caballo de bronce que habías preparado para la huida
al pie del follaje. Corre sangrando la miseria, corre sin cubrirte la cara, con el pan de la mañana pasada. Corre a mirar en el ojo de agua
Ojo inmenso, sueño helado en hombres del más allá, te han mentido, la flor del campo ya no está para advertirte. Lagunas secas gritan al desierto cada noche, el paisaje, tu nombre, las manos de tus hijos se desvanecen, se desvanecen, se desvanecen. Corran de prisa, vienen los pájaros de fuego humeando la tragedia, una cabeza doliente cae al suelo, machacada por el sueño de abandonar alguna vez la desgracia.
Abandonas el camino, los lobos sacuden tus bolsillos, las águilas se llevan tus zapatos de plomo, ahora puedes volar. El miedo avanza acechando a la presa, no hay animales en esta escena muerta, es el hombre por el hombre. al cuadrado de su maldad, el único animal que devora la carne, su propia carne, su propia sal
La flor no está enterrada, tiene la piel alterada, su tallo sigue vibrando blandiendo esperanza, el pétalo izquierdo ha sentido el estallido del rocío penetrando su atmósfera boreal, el rayo de tus ojos ha cubierto la escena
La flor no está enterrada, tiene la piel marcada, sus hojas han sido ultrajadas sin pausa de modo lateral, armando pequeños ríos entre los pliegues de ese cuerpo electrizado que alimenta las lagunas secas, nadan en el surco sin violencia
La flor no está callada, abre sus ojos y el palpitar de los flujos contenidos te dicta la esperanza, la flor está abierta y atrapa toda la ternura del tiempo en tu mirada, ahora: debes volar
Ceremonia de la muerte anunciada
Aletean con pánico escénico, puestas las butacas, no hay marcha atrás
Mordisquean la tragedia con patas nerviosas que rastrean el dolor
Rehúyen del ataque con gallardas ironías
El miedo no irriga la sangre,
El fluido se pasma en un segundo mortal,
Lucifer ha esparcido sus esencias y jala con los dientes los restos del día