5 poemas de «Una percepción binaria del color» (2018), de Jonás Gómez

 

Por Jonás Gómez*

Crédito de la foto Ed. EMR

 

 

5 poemas de Una percepción binaria del color (2018),

de Jonás Gómez

 

 

1

Antes de emprender un gran viaje

es necesario

vaciar el cuenco, limpiar la mirada y el paladar.

 

Es conveniente viajar liviano

para traer de vuelta

las enseñanzas y objetos relevantes

que se encuentran al alcance, para ser tomados

por manos decididas y veloces.

 

Una extensa caminata, eso es,

a la zona blanquinegra

con la intención

de señalar algunas imágenes, algunos cruces

casuales o forzados por la voluntad.

 

Pero, para ser precisos, el recorrido ya comenzó

mucho antes, antes de esta partida,

en la escritura y en el dibujo se manifiesta

el primero de esos encuentros

de lo oscuro

sobre la superficie clara.

 

 

 

2

Sería bueno que te descalces.

Estamos acá, en este amanecer

en el que todo es blanco, el suelo

arcilloso y blanco, con algún resto de agua

de lluvias anteriores,

y quizás, más abajo, enterrado,

el esqueleto de un animal inmenso

que podría devorarnos con facilidad.

 

Pero en el horizonte, el tono es apacible,

papel de calcar acuarelado, blanco transparentado

por la vastedad del planeta y la hora en la que transitamos

este lugar, este gran vacío de la civilización.

 

Parpadeá.

Bien, ahora parpadeá otra vez.

¿Qué hay ahí? ¿Qué es lo que ves?

El refrán dice: “Comience por vaciarse de color,

comience por vaciar sus ojos”.

 

Sería bueno que dejes atrás los zapatos,

que sientas el suelo ligeramente húmedo

mientras caminás, mientras te adentrás

en la solidificación del color blanco y sus variables

en el cielo, en el entorno, en todo

lo que alcanza a reconocer la vista.

 

Sí, eso está bien.

Blanco y más blanco

y, más allá, más blanco.

 

 

3

El tiempo deriva en cuerpos delgados

que habitan en papel delgado,

esqueletos de sardinas opacas,

flores del libro botánico de Dickinson,

el esqueleto de los antiguos egipcios,

todos impregnados en pigmento oscuro,

en un constante perfil,

en un perfil permanente, otorgado a la posteridad.

 

(Un pequeño cosmos,

un pequeño sistema

de momias, peces y flores,

todo en un simple plano de papel.)

 

Cuerpos delgados interlaminados

en el papel delgado,

radiografías, improntas por otros medios,

a partir de otros materiales.

 

 

 

4

Los griegos lo llamaron aceite de rocas.

Se referían

a las toneladas de plantas aplastadas, oscurecidas, convertidas

en un caldo espeso, aceite rica en toxinas –la bebida

de la maquinaria que impulsa nuestras economías.

 

(Algas oscuras machacadas,

transportadas en barriles de uno a otro lado del océano

o extraídas del territorio

para la superficie de la producción.)

 

Vegetación oscura y liquidificada

se deshilacha en nervaduras extendidas,

se las diagrama

sobre un pizarrón brillante, oleico.

 

El poeta Jonás Gómez

 

5

El arponero sostiene el arpón con las dos manos.

El lado fatal siempre es el más pesado,

porque hay que balancear

los movimientos de los brazos para que la punta,

en su urgencia,

no perfore la carne equivocada.

 

Puro hierro oscuro extraído

de una formación montañosa lejana

a la costa, a todo lo que sucede en el barco

en la planicie de alta mar.

 

(La acumulación de puntos negros

forma materia, forma una línea, forma el contorno

de la figura filosa.)

 

En cercanía a la presa

el arponero arroja la herramienta que surca el aire

en dirección

a la gran ballena blanca.

 

 

 

 

 

*(Buenos Aires-Argentina, 1977). Poeta y artista plástico por el Centro Educativo de Artes Visuales y Oficios de Olivos (Argentina). Publicó en poesía Equilibrio en las tablas (2010), El dios de los esquimales (2011), Planos para construir dos ciudades (2012), No hubo un mejor tiempo que este (2013), Calendario de siembra (2014), Venga a nosotros el reino de las estrellas (2015) y Economías hídricas (2016).

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