Por: Ingrid Galanín*
Selección de poemas: Román Antopolsky
Crédito de la foto: www.panoramio.com
5 poemas de Sepulcro,
de Ingrid Galanín
Las nubes
se lanzaron a imitar
a los transeúntes
y tú preguntas cuántas
veces más pasarán
mientras cambiaba el color
y las nubes no se iban
la respuesta no se oía
hasta que tú te dijiste
en voz sumisa
primero es mejor
saber qué imitan en
los transeúntes
y después preguntar.
La noche es escasa
donde por un estrépito
entro y no me encuentro
sino con mil colores
sin poder verlos.
Era mi madre doblada en mi bolsillo
lo que tocaba con los dedos y
cuando a mí me tocan me
toca abrirme como si tuviera
mi mano cerrada la abro
para chocar contra un cuerpo
que no escucho ni ahora ni ayer ni
mañana sin saber cuándo es que
encontraré mi cuerpo sin que
me aprieten la mano.
Cerré el día con llave y abrí la mente
y oí una voz con que cerraba un recuerdo
como si naciese hace tiempo y nunca
más. La voz hablaba y ya no oía. Decía:
“la hija es tiempo, es el presente”
y mi mano en mi memoria crecía en tamaño.
Hay nubes cuando en el aire
nadie llora y ceibos cuando
nadie mira.
Hay una mujer alojada en la
muerte en un rincón sólo
que todos ven.
Hay una niña que no logra
acomodarse y muere
cuando llueve sobre las flores.