Por Marina Irkalla*
Selección por Omar Pinedo**
Crédito de la foto (izq.) www.cainabella.blogspot.com /
(der.) Ed. Sol Negro
5 poemas de Noema (2021),
de Marina Irkalla
Pulso
Entre estas paredes danzo
voy girando
como un trompo
contra las piedras subterráneas,
dibujando planetas,
criaturas que solo existen en los sueños.
En sus resquicios quisiera encontrar
una enredadera florida
a la cual asirme un instante,
o un movimiento veloz
que envolviera las superficies
más improbables de su amplitud.
Danzo como un huso
y no me entero del fuego que canta alrededor.
Danzo para encontrar en el espacio en blanco
toda la armonía que vive en el pulso de una mano.
Relampagueo
Es la hora de los coleópteros
un silbido continuo,
el tiempo pasa de prisa y
alrededor, el microcosmos de los juncos
se enciende.
Es la hora de las luciérnagas,
vomito palabras
que no comprenden los arácnidos
ni los anfibios.
Abro la mandíbula y extraigo
fango,
semillas,
un par de antenas,
adjetivos viscosos,
un hilo vegetal
que estiro y no acaba.
Oasis
Para imaginar un oasis, sin prisa avanzarás
por el acantilado de tu esternón.
A unos metros crecerán
abrevaderos y helechos
que podrían errar tu camino,
pero no bebas de ellos:
la evasión será la mejor manera
de desprender su solidez.
No los mires
porque allí quedarás adormecida,
más bien procura
soñar el agua
que huye del continente,
tejido mineral
que cabalga
o se desploma lento
intocado en sonido de campana,
y sigue el rastro de las salamandras.
Exploración
Acaricio mi vientre con la mano derecha
y mi ombligo se deshace.
Toco
con la punta de los dedos
un poco más abajo,
pero solo encuentro restos
de arena húmeda,
ahora un poco más arriba,
más arriba
por donde se cuelan los sonidos,
que no son ruidos blancos
ni magentas
y encuentro un orificio.
Es como una boca,
un conducto
con forma de caracol
que se estremece
se repliega
claro, opaco a veces.
Sé que es imposible
definirlo desde afuera,
solo presiono,
hundo más las uñas
hacia el fondo
y empiezo a voltear
del revés
mi cabellera,
el ombligo,
las extremidades tan necesarias,
los ojos que siempre he llevado por si los necesito
en este paisaje que se abre
insólito,
innumerable
hacia todas partes.
En el camino
Temprano
he visto un cactus tan blanco
como un copo de algodón.
Partido y hendido
en su mitad
me mostraba la trayectoria clara
de una cartografía.
¿Acaso era esta la ruta que debía seguir?
Sin preguntar
me fui internando entre sus brazos,
subiendo por la marea de su corazón,
abriéndome paso entre tanto pergamino
(frágiles papeles con letra irregular).
Más cuando lo abracé en silencio
sus pupilas se abrieron hondas como dos pozos,
como dos constelaciones disueltas en el alba.
¿Tan blanco como ellas estaba su corazón?
Y entonces retrocedí antes de que el sendero
de espinas se cerrara.
Y me marché sin mirar,
no volví la vista atrás.
Travesía
Lentamente desciendo por un camino
donde solo me guía el olor de la niebla,
donde la velocidad ha parido una crisálida
y se ha quedado atrapada
en una de sus ranuras.
Brego
en una cavidad
donde alguna vez habitó el agua
replegándose en sí misma
como un oleaje lento
y solo entonces te busco.
No ceso de escrutar
cada fisura de roca,
cada medida de rama,
incluso cuando la luz es una cerradura
y la oscuridad cae
como de un árbol carnoso.
Nada sino este campo pleno
de mariposas blancas
que recojo como flores abandonadas
por otros caminantes.
*(Piura-Perú, 1988). Viajera, amante de las mariposas y de las ciencias exactas como la criptozoología. Estudió Literatura peruana e hispanoamericana en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Perú). Obtuvo el Premio Nacional de Poesía Javier Heraud (2014) y una mención honrosa en el Premio Copé de Poesía (2018). Ha publicado en poesía Memorias del rayo (2016) y Noema (2021).
**(Lima-Perú, 1988). No estudió filosofía ni literatura. No ha sido traducido a 227 idiomas. No ha ganado ningún premio. No ha sido incluido en ninguna antología, ni ha fundado un movimiento literario. No es docente universitario. Escribe sobre lo que quiere, como quiere, cuando quiere. Ama a sus amigos. No tiene deudas. Los cielos le sonríen. Vive feliz.