Por Eugenia Straccali*
Selección por María Malusardi
Crédito de la foto (izq.) Facebook de la autora /
(der.) BAP Ed.
5 poemas de Ninfas (no musas) (2017),
de Eugenia Straccali
Fedra
(Aguatinta primera)
Esta mujer tiene la libido extraviada
En el sitio exacto donde el mar se abre
vi desplomarse a Ícaro,
primero su cabeza golpeó sobre una roca
después fue una visión bajo el agua,
callada estoy
esperando
(no puedo tener templanza).
En un balcón de roca
refugiada
¿desde cuándo te aleja
apacible el entierro de la furia marítima?
Todo cambió
ya lo sé
derrumbada
en el borde del abismo
mirá mis pies
eximidos del exilio.
-Fedra ya no vuelve
me dije
-¿Qué peligro supone para vos
su letra, su nombre
y su hastío de sí misma?
Te dije.
No te olvides que pertenezco a una raza fatal
y que huyo afligida
cada vez
para no escuchar los relatos del padre.
Ya que, en efecto,
la pasión amorosa
se manifiesta en el aire superior
se condensa de tal manera
que resulta inflamable,
la combustión en el cielo
y adopta tanto el aspecto
de una ardiente llama,
como las antorchas que se mueven
y las estrellas fugaces,
que parecen escarlatas.
Fedra
(Pintura sutil)
Miro:
los huesos dispersos del monstruo
la sangre también
es del Minotauro
¿la ves?
Yo pude verla
sobrevolando el laberinto.
Ningún dios escuchó los gritos
ni evitó el rapto a plena luz del día.
Ariadna se lamenta
está pálida
puedo verla
mientras huele
los restos del animal,
y su hombre se va
sin retrato
es
una silueta leve
se oscurece la imagen
ya no se ve
no
no.
Ahora sí soy la elegida:
Fedra.
El cazador
es el asesino
estoy quieta
sombra inmóvil
¿me ven?
Fedra cincelada
(Grabado sobre metal)
Fedra
está sentada ahora
en el límite del cielo
que la cubre
(ningún dios respira sobre el mundo)
su cabeza cae sobre sus manos
teñidas de vino
de su boca entreabierta
sale una respiración sonora.
Como si durmiera despierta.
Mientras…
Hipólito está cruzando el bosque
en sus ojos
ha herido a un siervo
Artemisa y sus ninfas lo escoltan
Fedra se cubre la cara
no puedo llorar, dice
Yo tampoco te digo
si llegan pesadillas
despertame
(no cuento todo lo que sueño).
Si me quitan las imágenes
y quedo muerta
¿cómo?
¿es él?
no
no
puede desvanecerse
detrás de las lámparas
viendo mi espalda
tatuaje letal.
Ya llega
otra vez
el séquito espectral de Hécate.
No
soy yo
tampoco
la que lo persigue
mirándolo
su caballo negro
está muerto
iluminado
es una extraña visión
como este poema que ella escribe.
De todos modos
estoy abismada.
Soy Fedra.
Fedra ama a Hipólito
(Retrato sin claroscuro)
¿Me mirás?
soy yo la que habla
mi mal viene de más lejos.
Apenas me entregué al hijo de Egeo
bajo la ley del matrimonio,
porque
soy
naturalmente trágica
no hay reposo
ni felicidad,
¿sabés?
Atenas me mostró a mi enemigo;
lo conocí,
palidecí al mirarlo;
cegada
me extravié
mis ojos no veían ya,
no podía hablar
amor
el mar se heló
y la noche ardida
en relámpagos
justo ahí
reconocí a Venus y
sus llamas temibles,
sus inevitables tormentos
y después
me convertí en piedra
y entonces
cubierta de sangre
creí apartarlo
con mis votos asiduos
le edifiqué un templo y
procuré olvidarlo
cavé mi tumba
yo misma,
encendí el fuego
esperé
rodeada de víctimas a toda hora,
almas
quemé el incienso sobre las aras:
cuando mi boca imploraba su nombre,
inicié el ritual
yo
yo
yo
adoraba a Hipólito;
y viéndolo al pie de los altares,
todo lo ofrecía a ese dios
(a quien ni siquiera osaba nombrar)
lo evitaba en todas partes.
¡Qué desgracia!
Ciega
otra vez el eco
mis ojos volvían a encontrarlo en los rasgos
de su padre
de mi padre
de su padre
de mi padre.
Por fin quise rebelarme contra mí misma;
animé a mi corazón a perseguirlo.
Para desterrar
a mi enemigo idolatrado
fingí los enojos
de una madrastra injusta:
apuré su destierro,
y mis eternos clamores
lo arrancaron de la patria
y de los brazos de su padre
(estoy en el aire).
Respiré,
y desde el día de su ausencia,
mis horas, menos agitadas,
transcurrieron inocentes.
(No es mi culpa si te resulto peligrosa).
Escribí ese verso,
apagué la lámpara
sin parpadear me acerqué al espejo
y otra vez
abismada
pude ver
sumisa
a mi esposo,
y ocultando mis tristezas,
cuidé a los hijos de su fatal enlace.
Pero la furia del mar es eterna
no es una sentencia
es un devenir
conducida al destierro por mi propio marido, volví a ver al enemigo
le hablé
mi herida demasiado viva
sangró inmediatamente.
Es el deseo el que me vuelve rapaz
como te gusta a vos
aunque te alejes oscuro
ya no es un ardor escondido.
No
No
es otra visión:
ahora
Venus toda,
está íntegramente
adherida a su presa.
Esta es la profecía:
¿mecreés?
he concebido un justo terror por mi crimen;
odié la vida y
me horrorizó mi pasión
muriendo quería resguardar mi honor
y ocultarla de la luz,
pasión tan negra;
no he podido resistir tus lágrimas,
tu asedio;
he confesado todo;
y no me arrepiento,
nunca
desde entonces
tengo problemas con el engaño
ante la proximidad de mi muerte
por favor
no me aflijas más
con injustos reproches,
que tu compasión deje de invocar
un resto de calor
pronto
ya extinguida
soy
trágicamente
Fedra
¿teacordás?
resplandor
los árboles están sin frutos
el cielo se cierra
¿mecomprendés?
no sé.
Fedra
(Boceto final)
Fedra
se va.
Tiene sus oídos heridos
los dioses ven y escuchan a los lejos
y ella es infiel.
¿Cómo puede una mujer no serlo?
Un fuego apagado
la alumbra
tenuemente
llega el anuncio
cansada
de alejarme de las ciénagas
cruzo el bosque.
¿Quién sabe hasta dónde me hubiera llevado ese dolor?
me acuso
quizás,
si no me faltara la voz,
la verdad se me hubiera escapado.
Y soñé lo mismo
te cuento:
Imágenes del naufragio
(poema interior).
Cuando el mar desata su tormenta más intensa, un relámpago nos cruza y
abre el cielo:
revelación en tu abrazo extendido
que nos salva del naufragio.
En ese momento se desplegaron
todas las constelaciones
y los planetas brillaron armando figuras; también las velas de tu barco
flamean espectrales.
La marea lleva un oleaje sereno
que se instala en tus ojos,
tristes los míos,
miradas que alumbran.
La estela que deja la espuma
en la orilla,
trae nuestro amor antiguo
que es calma y desasosiego.
“Suspendé el tiempo para mí”- te digo.
Entonces
en el fulgor del instante
fluimos
tan secretamente…
Y en el umbral de esa suspensión infinita
nos contemplamos
una y otra vez.
Las estrellas son:
destellos,
imágenes de mí que vuelven
a tu memoria
como rayos.
Sos navegante
de océanos aguamarina.
Te veo
y te sigo…
Epifánica
visión la nuestra
que nos empuja al deseo más verdadero
tal vez el único posible
no sé.
Fatigados los cuerpos,
somos
náufragos
ahora.
No importa,
el paisaje
se enciende
para nosotros
en plena noche,
la luna quiere
que flotemos juntos,
“puedo salvarte de tus pesadillas”- dijiste.
Yo te creo.
En la sombra iluminada
nos encontramos,
en el revés del tiempo
volvemos a amarnos.
Y ese momento es la eternidad.
Nausícaa
(Espera que Odiseo la recuerde)
Ordené a las doncellas
que se detuviesen
¿huyen por ver a un hombre desnudo?
¿creen que es un enemigo?
es la desnudez de un náufrago
llegó desdichado
después de andar errante,
quiso salvarme y no pudo
y ahora soy yo
la que lo rescata
no sé bien de qué
y hasta me enfrenté al viento
y me dejé llevar
por la corrientes del río turbio,
encendí el hogar
te cubrí con un manto
quiero aliviarte
de los regresos al mar
de las repeticiones
que los dioses
te envían
como condena
hombre hundido
“como instrumento de tortura
y no lo deja agonizar
no le otorga un minuto de reposo”
a veces la tristeza se alarga
como las sombras en esta arena
dorada visión
apenas cursa la noche
su hendidura en mí
sin voz
recelosa cruzo la violencia del páramo
¿dónde estás?
Soy Nausícaa…
Ahora
convertida en agua salada
puedo vernos
estuve ahogada lo sé
llevaste el tiempo sobre tu cuerpo
lo siento tanto…
Nos disolvimos
fuimos polvo,
roca deshecha
amonita perdida
en los arrecifes
fuimos corales
cristales en grutas secretas
cenizas dispersas
en las mareas
sombras de la medusa
y usamos para el viaje
los pliegues de esa eternidad
después
distantes
cuando perdiste la consciencia de mí
desataste tormentas para rescatarme de la muerte
como si el océano no me hubiera tragado esa vez, gritaste
y después
saltaste
yo te vi
lanzarte en la catarata oscura
me muero con vos -dijiste
y te enterraste
entre hongos, helechos y algas
no hay duelo en los bosques -me dije
y suspiré tu muerte
y antes de resucitar nací primera
asfixiada
por eso te recuerdo antes
y vos olvidaste
que fuimos ciervos
tal vez sacrificados…no sé.
Tenés que salir al mar
perderte en el oleaje
solo
y llevar nuestra bitácora antigua
en ese relato yo no estoy muerta
¿sabés?
Nadá
entre la tinta de ese pulpo y sus tentáculos
desde siempre
devorador de marineros.
Soy Nausícaa lo sé
(tengo mi libido huidiza)
ahora solo puedo
aquietarme
permanecer,
en una oscilación
en un parpadeo
en el poema
que me nombra
el humo distante de tu barco en el horizonte
te funde en la imagen de las islas perdidas
y son tus velas
blancura encendida
en esa fúnebre canción
que te tiene cómodamente adormecido
y me trae a tu memoria
como destellos lacerantes
anestesiado
porque me vuelvo letal para tus ojos
entumecido
me volví cómodamente insensible -me dijiste
yo estoy desgarrada -te dije
quedate
no voy a morirme esta vez.
Y tenés que saber que cada ola
no es la última
es el inicio.
No vuelvas nunca a Ítaca.
Medea
(Prefiere ser en la lírica de Séneca)
Este poema está dedicado:
al argonauta que nunca salió al mar,
que tiene la bitácora más hermosa
escondida en un cajón
porque no tiene escritura posible
(ya siento compasión)
Al navegante imaginario que
ni siquiera llegó al corazón del bosque
en busca del árbol mágico y su madera
para tallar la proa que lo lleve hacia el abismo.
Convoco a los dioses conyugales
a Lucina, que guarda
el tálamo nupcial.
Él sabe bien
que puedo fácilmente
domar las iras del océano
y los nocturnos misterios silenciosos
de un oleaje feroz
con mi canto.
Lo sabe bien,
claro que lo sabe
por eso me teme.
Y yo “como una suelta hebra de seda que el viento arrastra contra un muro”
(como escribe Pound)
me deshilvano despacio
con una pena que no es habitual.
Ya no tengo talento para despertar
solo para morir en la sombra
y caer a sus pies
pero muerta
(nunca de hastío)
Jasón hizo sus juramentos y los quebró
eso no se hace…
Los secretos de amor
guardados en la espiral del tiempo
son tormenta grave
ahora el cementerio de caracoles
abre mi tumba
sonoridad densa
en los oídos del mundo
en el silencio de las diosas.
Habló de amor en el límite
y encalló su nave…
¿qué provocó?
mi herida narcisista
y el caos sombrío
que no me salva de mí
tampoco de esta noche eterna.
Escuchen los acentos
lúgubres de mi ego…
Suenan…suenan…suenan.
Necesito ya
Necesito ya
Necesito ya mismo
a las vengadoras del crimen.
Vengan, vengan, vengan
con sus espantosas cabelleras
de serpientes enredadas.
Traigan en sus manos esangrentadas
la negra lámpara,
para cubrir esta boda
y a esta niña.
Rieguen por favor
su cuerpo con la brea
de sus bocas podridas.
Esta mujer no es frágil
que no las engañe
es mosca muerta.
Estrangulen su inocencia
con sus tentáculos filosos
solamente cuenta monedas ajenas
ni siquiera es bella
tampoco brilla su cerebro hueco
y tiene los ojos hinchados de los monos.
Quiero sentir alivio
es su nueva esposa
por eso: hieran su garganta
y aúllen para mí después.
Pero el mayor daño
debe ser para Jasón
¿que deseo pedir para mi esposo?:
que viva errante
por ciudades secretas,
mendigando,
y que nunca pueda salir al mar
sin deseo posible
desterrado,
aborrecido,
sin un hogar estable
que me añore como esposa.
¡He parido, he parido la venganza!
¡Soy madre!
¿Pierdo el tiempo
hablando y lamentándome?
¿Es que no he de atacar al enemigo?
¿Arrancaré las felicidad de sus manos
o el fuego de los cielos?
Matar a Jasón
pero dejarlo vivo.
Permite, padre Sol,
que por los aires
en el paterno carro sea llevada.
¡Entrégame las riendas;
deja en mis manos
las ardientes bridas
de los corceles ígneos, y Corinto,
abrazada por las llamas,
dejará libre el paso a los dos mares
cuyas aguas detiene!
Ya sé lo que tengo que hacer…
Mi mente está tramando
un crimen ignoto y pavoroso,
que hará temblar el cielo y la tierra.
Las heridas,
la muerte,
el muerto
el esparcir los miembros del cadáver,
serán recuerdos nimios y livianos.
esos fueron mis hechos de doncella.
mi furor es ahora más ardiente.
¡
Ahora que soy madre,
quieren mis manos crímenes mayores!
Tengo ya mi collar de calaveras
¡Corazón, monta en cólera!
¡Vístete de furor para esta ruina!
Mas ¿cómo dejo a este hombre?
Igual que lo he seguido:
callada
con el oído agudo
para escuchar sus lamentos…
No tengo que gritar mi crimen
no puedo pronunciarlo
ustedes lo conocen
La casa cuyas puertas
se abrieron por el crimen,
conviene abandonarla.
ninfas no musas
dedicado a ese ¿hombre?
que fue siempre sapo o sapito
también cerdo antes del hechizo
a pesar de la mirada de las ninfas
y murió ahogado (peor que Narciso)
en su ominosa panza blanda.
cuando una ninfa se ahoga en su propia fuente
siempre es culpa de un hombre que no entendió
que ella es un acontecimiento inaudito.
en el giro de una ninfa en el aire
vértigo letal
se origina el poema
una ninfa es nigromante
no espectral como una musa
la eternidad está en su respiración
en su poesía
una musa queda suspendida
en el revés del pliegue
en la voz de un hombre que quiere
ser dueño de su estremecimiento
la ninfa habita los pliegues y sus tiempos
tiene una vida más allá
del centro
del hombre perdido en ella
ya es un cerdo
se despeña y se ríe
sabe que su eco
no tiene por qué
escucharlo Narciso
la ninfa danza
la musa se cristaliza
la ninfa se desangra
la musa niega el vacío
la ninfa encuentra
justo allí
su plenitud.
Las ninfas no las musas matan al poeta
y escriben su mejor fábula
Ninfa del aire
(Aurae o Aurai, ‘brisas’)
De una herida,
lo que importa es la cicatriz
toda ninfa es flor de espino
ama y se defiende
estalla y llora espiralada
con su viento lento
y sus furias
que encierra
y la vuelve
aleteo
poema abierto.
Nada satisface
su deseo del todo
por eso escribe
parpadeando
como mariposa
que sabe que va morir
falena azul
por el cruce de la luz.
Egle
(‘brillo’ o ‘esplendor’)
Una manzana mordida
un espejo que no devuelve
la imagen justa
ese error que surge del engaño
es la verdad,
y para alcanzarla
se debe partir de un malentendido
ninguna ninfa es mala del todo
a veces le cuesta brillar sola
se esconde en una flor de canela.