Por Martín Rodríguez-Gaona*
Crédito de la foto (izq.) Ed. Pre-Textos /
(der.) Álvaro Guijarro
5 poemas de Motivos fuera del tiempo: Las ruinas (2021),
de Martín Rodríguez-Gaona
Llueve. En el café, las gotas
cobran vida
cruzando la vacía geografía
de una ventana.
No embarques tu corazón
en otro ambiguo reclamo
a los dioses del azar
y el infortunio-
Mira con cuidado tu horóscopo
y el calendario,
quizá hoy
te esté esperando
en la sorpresa que se abre
tras una puerta.
No olvides sonreír,
ofrece
siempre lo mejor que tengas
y, sobre todo,
no menciones la maldad.
El libro, aún sin concluir, enfrentando
la luz de la ventana. Otras voces
de pronto rodean tu nueva casa.
Más tarde, la música propalará, desgarrada
y tiernamente, lugares comunes
amables o electrónicos
que son los que todos queremos escuchar
ciertas noches para no sentirnos
demasiado solos.
La memoria es frágil.
Encuentro una disculpa: no hay nada de lo que dudar.
Está bien que lo recuerdes.
La frase original no ha sido pronunciada o escrita, todavía.
Un pleonasmo lo que dices
(no quiero que seas mi amigo invisible).
Tus silencios me hacen recordar que te vi reír y cantar.
Me parece que te enredas con las palabras.
La frase pensada originalmente dudó.
Dejemos la memoria a un lado.
Es melodramática y cómica pero quizá por eso
(espero que un día de estos
nos podamos tomar una caña)
cierta e incorrecta:
«Nunca dudes de lo que te dijeron
mis ojos y mis manos».
Brot und Wein
Dame la paz para perdonar
a la belleza
que nada perdona. A la inconmovible
satisfacción
de sus apetitos
ella dedica la noche: dedícale tú
el olvido
que todo nivela.
Donde sea que habite
la luz
deja que esté hoy
entre nosotros.
No
somos hermosos
y lo agradecemos
porque has hecho nuestra
la canción.
Benjamin melancólico
Buscando ese momento de peligro
en el que el pasado se revela.
I.
El ajedrez,
la poesía,
la política
y el sexo
son manifestaciones
poco ingeniosas o divertidas
para los que permanecen
exclusivamente
como espectadores.
Para jugar
se debe empezar por conocer
las reglas del juego
y luego, por supuesto,
respetarlas.
En los casos
de mayor intensidad,
en los que existe
una abolición del tiempo,
en los que se lee y se disfruta
el virtuosismo
de la danza
o incluso se llegan a desvelar
variantes creativas,
improvisaciones
rituales,
esto supone hacer de la existencia
una metáfora,
escribir con el cuerpo.
Pero luego queda
otra tarea
heroica y solitaria:
producir sentido.
II.
La visión del mundo
que he adquirido
y la que de ti
construyo
no me permite
perdonarte,
darte el placer
de la redención
y gratificarme
con tus ruinas.
Te quiero alta
aunque seas inestable,
sucia y desafiante:
de esa fortaleza
depende
continuar la partida,
escribir
la siguiente línea.
Esa fortaleza
existe
y la reconozco
porque
reproduce
inversamente
la
mía.