Por Juan Cristóbal Mac Lean E.*
Crédito de la foto archivo del autor /
(der.) Plural Eds.
5 poemas de Meninas ante la apertura de un carruaje (2023),
de Juan Cristóbal Mac Lean E.
Soneto
la tristeza de los leones bajo la lluvia
es propia de jardines y de estatuas
si no aflicción de la sabana ya
cruzadas las lindes del sentido
la mirada de los leones en los puentes
queda retratada en gobelinos cortesanos
o se esconde tras armarios
repletos de cuadernos y de estrofas
los leones en la baranda contemplan
algo que sucede más allá del verso
y se alejan tristes por la lluvia que no para
igual abren sus fauces los abismos
igual saltan las frases por el círculo
La calabaza. En esa mesa
bajo la ventana. Esperando
henchida en su rincón. El color
de la calabaza. El cuchillo.
La mano que la parte en la mañana,
las niñas que se acercan a mirar:
meninas
ante la apertura
de un carruaje.
Las semillas que caen. Palabras:
ahí están, rotas
bajo la calabaza
esparcidas en sílabas.
Redonda, austera:
amarilla, cortada.
La calabaza.
contra la distancia amarilla
piedra en ti:
pasado el sueño quedas
asido de algo que viste
sin verlo allá cuando
los montes azules rompían
contra la distancia amarilla
y saliste del cuarto por asistir
y salvarte salir
quién sabe qué viste
cuando las piedras a lo lejos
se inclinaban en sombras
y caminaste por el pasillo
descalzo y desvalido
acababas de despertar
afuera el viento en los molles
no terminabas de desprenderte
del sueño y sus campos alterados
cuando por la ventana la última
luz se deshizo y la madera
volvió al claroscuro de su oficio
de puerta y de gritos y susurros
de pie te pusiste a llorar
no podía ser así ese mosaico
en las gradas del desnudo piso
afuera las magnolias las achiras
estaban tan solas
la sensación al despertar
de que todos se habían ido
el mundo quedó vacío
en el sueño alguien
iba a venir pero despertaste
contra la distancia amarilla
y de dónde saliste de dónde
la última luz se hizo trizas
contra la madera
y te acercaste a la ventana
miraste la pared del fondo
esa pared de adobe
como en los campos de tu sueño
piedra a piedra en tu mano
no sabes cuándo te dormiste no había
niebla nada dijo nada
tus padres se habían ido
respiraban las macetas en la oscuridad
y el niño despertando a umbrales
afuera las magnolias las achiras
el mundo saltó de sus goznes
en ese campo lleno de amarillo
estabas en un auto se fue alguien
era terrible la pared al fondo
toda de barro
y te pusiste a llorar de pie sabiendo
que estabas despierto
piedra en ti
ninguna palabra que te acoja
ni a la que asirse como
si hubieras visto algo y lo dijeras
y respondieran el viento la ventana
afuera entrando aquí qué miedo no
hay una palabra la última luz
rompe contra la madera
cuando dejaste tu cama acabando
ya la tarde fuiste
a buscar caridad bajaste unas gradas
al entrar a la cocina la luz última volvía
así es el aire nunca sabes
lloraste sin saber por qué afuera
las magnolias el pasto las achiras
bajaste la gradas su mosaico
sin saber cuándo dónde empezó todo
quizá en el sueño eran campos de maíz
el auto azul estaba atrapado
solo hasta el terror y la luz astillándose
contra los tablones contra los párpados
la madera el mosaico la cortina
mientras qué veían los ojos nunca
irás a decirlo al despertar el aura
contenía el aire en los ojos el sueño
y al bajar las escaleras rompiste
a llorar de pie en plena
tarde agitada por los adobes
del muro al fondo vuelto
amarillo por los último rayos
del sueño en el cuarto encallado
afuera el sol dorando
la madera de una puerta
achiras verdes de hojas revueltas
en alguna parte negra del jardín
el molle agita sus oscuras ramas
rastrean la distancia en ese sueño
con auto azul y plantaciones amarillas
cuándo vas a despertar a dónde
aquí está la luz de la tarde ven sí siempre
se está cruzando se está pasando
sin origen sin orillas este es el sueño
sécate los ojos
De mi tomas lo que cabe
en la palma de tu iris
y me abandonas al cuidado
de distancias que acecharon
el cuidado del viento sin remanso
o follajes que dieron
su sombra a un día.
Nunca vuelve
a amanecer igual dices. La luz
se quiebra en olvido
y se amontonan cosas a la vera:
hatos y azadones, tejidos
remiendos ateridos.
Una araña revisita las existencias
de oscuridad y tiempo en la despensa
posible. Abres una puerta
y tropiezas con la luz.
De mi dejas algo
que quedó entre los dóndes
ahuecado por la termita
del olvido. Al polvo
vuelve.
me desplomo a lo lejos, con los ojos cerrados
desaparezco progresivamente me desgloso
a la distancia me confundo con alfares
me desparramo hacia el horizonte me siembro
en los surcos que despiertan me pierdo
por estepas que desconozco la vida es un trajín
me ausento esbozo la letanía de moradas lejanías
me distribuyo me desguazo
hasta que más allá allí llameante
a lo lejos, sin mentar sentido
en desalmada floración de lo improbable
con el escalofrío de campanas y de lámparas
llega el domingo del eclipse se escuchan
los cañones a lo lejos
*(Cochabamba-Bolivia, 1958). Poeta, ensayista, pintor y traductor. Reside en Cochabamba Bolivia). Hizo algunas exposiciones de pintura, a la que se dedica intermitentemente. Asistió por su cuenta a muchas clases y seminarios en Londres, y sobre todo París, en el marco de una formación tangencialmente filosófica. Fue director de los suplementos literarios de los periódicos La Razón y La Prensa, ambos de La Paz. Se desempeña como traductor del inglés y francés. Ha publicado en poesía Paran los clamores (1997), Por el ojo de una espina (2005), Tras el cristal (2012), Cerro (2018) y Meninas ante la apertura de un carruaje (2023), que se fueron alternando con los de prosas/ensayos Transectos (2000), Fe de errancias (2009), Cuaderno (2014) y La mano que mira (2018). El garabato y la letra, del 2020, contiene poemas, prosas ensayísticas y dibujos.