Vallejo & Co., presenta algunos poemas de la italiana Maria Borio en edición bilingüe, español italiano, en traducción de la poeta, traductora y editora italiana Chiara De Luca.
Por: Maria Borio
Traducción: Chiara De Luca
Crédito de la foto: www.ramodoroblog.wordpress.com
5 Poemas de Maria Borio
LA VOZ QUE HABLA desde la banda
te sujeta de la cabeza. Tú crees,
inconsciente, en un equilibrio.
Mi cabeza trabaja sobre los carriles y los diques
del kilómetro ciento treinta, en un vacío perfecto.
Viviría mi vida con un hombre que signifique
mil hombres como tú le pides al mar
otras imágenes porque te ayudan
a hacer que cada momento baste y, en otro
momento, quieres muchas oportunidades.
El mar es el techo de la habitación,
la banda limpia:
lo siento, momento tras momento,
voy perdiendo cada vez un poco de mí
con fantasías que regresan
y un poco menos de mí, donde bastas
a tu habitación en penumbra
que abre las imágenes como la banda
que golpea y nos detiene.
El tren me lleva hasta hacerme hablar.
TUS PALABRAS YA NO eran verdaderas.
Dos mujeres escuchan sentadas cerca
y yo, un poco como tú, un poco como ellas,
veo las uñas barnizadas sobre el bolso
y la gargantilla perfecta, la cura para el comercio.
Con tenacidad me digo,
hasta qué extremo mi cuerpo
tendrá que morir como ellas
que es más amor y más crueldad
mis pensamientos cuando todo lo vean
en una justicia intempestiva.
Tus palabras están en el medio.
El vagón en las galerías nos descubre:
su energía no me quiere
dejar lograr la paz, mientras se desplaza
sobre el tintineo de las pulseras
sobre los hilos del auricular en el pecho de un muchacho.
La energía entre estas mujeres me es familiar,
es el anonimato lo que impulsa las cosas.
No voy a dejarme confundir:
reinan efectos invisibles, corrientes de aire,
y también yo en el medio, si lo noto, para intercambiarlos entre mis dedos.
LLEGÓ EL CORREO, me miró
una mosca ciega, y me deja la duda.
Este engaño porque
hoy fueron indulgentes impresiones, vista fácil
y conducir hasta el trabajo, más veloz,
vivir con una intriga.
Tus zapatos y las ruedas son de goma ordinaria,
están firmes frente al campo,
son los corazones insondables
un movimiento lento entre las hojas,
un paso invencible desde la cancela hasta la puerta,
el encendido que el perro reconoce,
el perro que corre sobre la avenida,
la transparencia
la transparencia hace a los amigos más frágiles,
intercambiables en el vagón
que se lleva la curva y las columnas
como la hierba, la atención,
la acera con los bordes descoloridos.
Quedaron demasiado desnudos
tus ojos dentro de los míos,
y a los dos lados del vidrio
hoy hice un nudo.
SENTADOS AQUÍ en nuestras mesas
sé que podríamos ser
jóvenes toda una vida.
Necesitamos poco,
la comida del campo,
la humedad que sala y seca.
Trabajas con espléndidas palabras,
pienso que van a salir
de jaulas de madera como los palomos
en centenas, los palomos grises
que pasan velozmente en el aire
y hacen sacudir las tablas de la jaula,
uno, dos, tres, y son cien, mil
alas ya en lo alto como si el cielo
pudiera volcarse.
Un resplandor verosímil que es fragilidad para todos.
El huevo se parte lentamente,
lo sólido se rompe y la película vibra,
lo cercano parece obvio,
lo lejano crece, se clarifica.
Fueron los hoyos en la calle,
nuestros países necesarios,
era lo que era, las palabras que pasan
a través de tus ojos y hacen
un cubo sobre la pantalla, un círculo.
Lo sientes a lo largo de la grieta,
el ocaso sale de esta habitación,
los pájaros hicieron una vida y se rompen
AQUÍ ESTÁ LA NIEBLA que no te hace hablar,
es espesa sobre las casas,
sobre los cristales resbaladizos que suenan sobre el tragaluz,
sobre la barandilla de cobre,
mineral como un espejo:
es regresar muy atrás, cuando el correr
era hacer la niebla para esconderse
bajo el tobogán de las cocheras
en el punto más oscuro,
cuando éramos niños, en cuatro,
y jugábamos a quién hacía la pis más larga
en la oscuridad. Nadie te encuentra.
Me parece verte aparecer
con tus manos largas y tus rodillas sucias,
finges ser como el perro sin raza, enfermo,
que seguía las puertas de todas estas casas.
Lo siento cuando la niebla se eleva
hoy también sobre el jardín
como si siguiera los múltiples giros de la atmósfera
y nos hiciera sentir juntos allá arriba
con él que tiene el mantillo húmedo de noviembre
sobre el pelo y los ojos de estrella
mientras cuentas las veces que se ha hecho querer.
Son las ocho de la mañana: déjame bajar
todavía sobre la rampa en cono
en el túnel de las cocheras,
sé que al menos una puerta de fierro está abierta
y también hay un rincón más oscuro
entre las manchas de gasolina y de humedad.
La niebla se aclara, se evapora
la mina de los sentimientos
donde tú, en este sexo o en otro,
dices que la enfermedad no es nada diferente.
Pero te imagino feliz
al menos en aquel punto, y si eres feliz
lo eres, no imaginas a otro.
————————————————————————————————————————————————————–
(versión original en italiano)
5 Poesie di Maria Borio
LA VOCE CHE PARLA dal nastro
ti ferma la testa. Tu credi
incosciente a un equilibrio.
La mia testa lavora sulle rotaie e sugli argini
al chilometro centotrenta, in un vuoto perfetto.
Vivrei la mia vita con un uomo che significa
mille uomini come tu chiedi al mare
altre immagini perché ti aiutano
a far bastare ogni momento
e in un altro momento vuole molte occasioni.
Il mare è il soffitto della stanza,
il nastro pulito:
lo sentissi, momento su momento,
perdendo un po’ di me ogni volta
con fantasie che tornano
e un po’ meno di me dove basti
alla tua stanza in penombra
che apre le immagini come il nastro
che batte e ci ferma.
Il treno mi porta fino a farmi parlare.
LE TUE PAROLE non erano più vere.
Due donne ascoltano sedute accanto
e io, un po’ come te un po’ come loro,
vedo le unghie laccate sulla borsa
e il girocollo perfetto, la cura per gli scambi.
Con tenacia, mi dico,
il mio corpo fino a quale estremo
dovrà morire come loro
che è più amore, e più crudeltà
i miei pensieri quando vedranno tutto
in un’intempestiva giustizia.
Le tue parole stanno nel mezzo.
Il vagone nelle gallerie ci scopre:
è la loro energia che non mi vuole
far fare pace, mentre si sposta
sul tintinnio dei bracciali
sui fili dell’auricolare al petto di un ragazzo.
L’energia fra queste donne a me familiari
è l’anonimato che spinge avanti le cose.
Non lasciarmi confondere:
regnano scopi invisibili, le correnti dell’aria,
e anch’io nel mezzo, se mi accorgo, a scambiarle sulle dita.
È ARRIVATO IL CORRIERE, mi ha guardato
mosca cieca, mi lascia il dubbio.
Questo inganno perché
oggi siete stati indulgenti –
impressioni, vista facile
e guidare fino al lavoro, più veloci,
vivere con un intrigo.
Le tue scarpe e le ruote hanno gomma ordinaria,
sono ferme di fronte al campo,
sono i cuori insondabili –
un moto lento tra le foglie,
un passaggio invincibile dal cancello alla portiera,
l’accensione che il cane riconosce,
il cane che corre sul viale,
la trasparenza
la trasparenza fa gli amici più fragili,
interscambiabili nel vagone
che porta via la curva e le colonne,
come l’erba, l’attenzione,
il marciapiede dai bordi slavati.
Troppo nudi sono rimasti
i tuoi occhi nei miei,
e ai due lati del vetro
oggi ho fatto un nodo.
SEDUTI QUI ai nostri tavoli
so che potremmo restare
giovani tutta una vita.
Abbiamo bisogno di poco,
il cibo preso dalla campagna,
l’umidità che sale e asciuga.
Lavori a splendide parole,
io penso, che stanno per uscire
da gabbie di legno come i colombi
a centinaia, i colombi grigi
che schizzano nell’aria
e fanno sbattere le assi della gabbia,
una, due, tre, e sono cento, mille
ali già in alto come se il cielo
potesse capovolgersi.
Uno splendore verosimile è fragilità per tutti.
L’uovo si spacca lentamente,
il solido è franto e la pellicola vibra,
il vicino sembra ovvio,
il lontano cresce, chiarifica.
Erano le buche sulla strada,
i nostri paesi necessari,
era quello che era, le parole che passano
dai tuoi occhi e fanno
un cubo sullo schermo, un cerchio.
Lo senti lungo tutta la crepa,
il tramonto esce da questa stanza,
gli uccelli hanno fatto una vita e si rompono.
ECCO LA NEBBIA che non ti fa parlare,
è fitta sopra le case,
è i cristalli scivolosi che suonano sul lucernaio,
sulla ringhiera di rame,
minerale come uno specchio:
è tornare molto indietro, quando correre
era fare la nebbia per nascondersi
sotto lo scivolo dei garage
nel punto più buio,
quando siamo stati bambini, in quattro,
e giocavamo a chi fa la pipì più lunga
nel buio. Nessuno ti trova.
Mi sembra di vederti apparire
con le lunghe mani e le ginocchia sporche,
ti fingi come il cane senza razza, malato,
che seguiva le porte di tutte queste case.
Lo sento quando la nebbia si alza
anche oggi sopra il giardino
come seguisse molti giri d’atmosfera
e ci facesse sentire insieme già lassù
con lui che ha il terriccio umido di novembre
sul pelo e gli occhi di stella
mentre conti le volte che si è fatto amare.
Sono le otto di mattina: lasciami scendere
ancora sulla rampa a cono
nel tunnel dei garage,
so che almeno una porta di ferro è aperta
e c’è anche l’angolo più buio
tra le macchie di benzina e di umido.
La nebbia schiarisce, evapora
la miniera dei sentimenti
dove tu, in questo sesso o in un altro,
dici che malattia non è niente di diverso.
Ma ti immagino felice
almeno in quel punto, e sei felice,
tu sei, non immagini altro.
Maria Borio (Perusa, Italia). Se licenció en literatura contemporánea. Ha publicado el ensayo: Satura. Da Montale alla lirica contemporanea (2013). Sus poemas han aparecido en Almanacco dello Specchio (Mondadori, 2009), en Poesía (Crocetti, 2012), y en las revistas Atelier, L’Ulisse, Italian Poetry Review, y en la web Le parole e le cose. Una selección de sus poemas va ser publicada, próximamente, en el XII Quaderno italiano di poesia contemporanea editado por Franco Buffoni. Actualmente cursa un doctorado en literatura italiana y prepara una tesis sobre la poesía italiana del último cuarto del Novecientos, y se desempeña como redactora de Nuovi Argomenti.