Por Laura Giordani*
Crédito de la foto (izq.) La Garúa Eds. /
(der.) la autora
5 poemas de Manca Terra (2020),
de Laura Giordani
Sin itinerario
solo por imantación
hasta el lugar que guarda
la penumbra justa
de las gestaciones:
esa fecundidad
de lo no expuesto del todo.
hubo claridad
de ojos semiabiertos
sangre dispuesta
a lo inesperado.
[..]
Que las lágrimas hagan su trabajo
con las palabras enterradas
escribir será una súbita floración
en la rama calcinada
esa altura donde los árboles
lloran los incendios.
Quedarse allí
sustraída de la podredumbre
convenida.
Fracturar la senda de las palabras
extremar sus límites y resistencias:
no más diques púrpuras en el pulso
no más que estas manos rendidas.
Anahata
Inclinarse niña adentro [23º 17’]
Tu mano pajarito sin peso
–ese peso insoportable de lo limpio-
entre mis manos:
las ahueco hasta la inclinación
precisa
de nuestra infancia.
Mira cuánta sal en los dedos
por no haber dicho a tiempo lágrima.
Me miro en tus ojos-míos
mis ojos-tuyos:
agüita de charco recién llovido
menta arrancada del corazón.
Espacio y tiempo colapsan
en nuestro abrazo
– trapito tibio para tanta pérdida desde que dejé este patio.
Vengo desde nuestro futuro
a ahuyentar la nostalgia:
malsana arboleda floreciendo adentro
jilguero reseco que todavía canta
[Verás cómo respiran los eucaliptos del monte
sin miedo.
Niña que se quedó esperando
en un pliegue del miocardio:
no más pájaros muertos camino a la escuela
en tu garganta la extraña ave
que me des-cor-rompe
-molécula a molécula-
y agujerea con su vuelo este falso cielo.
Dame lo intacto
el barro primero
habla un lenguaje que no sea adquisición:
palabras-lepra-de-lo-vivido
ajena todavía a esta violencia
adulta de nombrar.
Canta la canción olvidada
su rosado definitivo
como cicatriz del vientre
o la marca de agua
en la fachada de la casa.
Tiempo de cerrar los ojos
tiempo de escribir con tus manos
– atorada de pájaros y pétalos –
decir:
estoy perdida
regreso con la afasia de los recién perdonados.
Ya no recuerdo cómo partir el Uno en pronombres.
En un taller de Bangladesh
una niña menstrúa por primera vez
frente a una máquina de coser.
Mírate bien en los escaparates
hasta no tener ninguna duda:
tu vestido sangra.
Mientras librábamos batallitas en el significante
ellos ingresaban en la semilla
nos hacían repetir diversidad
mientras iban eliminando escrupulosamente
las huellas dactilares
las marcas de agua
la historia
y creaban una patente
para el árbol de la infancia.
Algo no quiere morir
no todavía.
Huérfanos de árbol, de símbolos,
de casa
sin plegarias
bajo un cielo usurpado.
Decía el nombre de cada planta
equinacea lavándula artemisa
y de alguna manera se tranquilizaba.
Nombrar para no quedar desnudo
frente a un mundo sin nombres.
Habrá que inventar una antibotánica
que desdiga los herbarios
la anatomía forense de las nervaduras.
Hemos trizado el mundo con palabras.
Tiempo de escribir sin manos:
como quien pisa la tierra recién llovida
o se hunde en un cielo primero.
*(Argentina, 1964). Poeta. El lenguaje poético y la creatividad como instrumentos de resistencia del espíritu humano frente al arrase sistémico constituyen el núcleo de su labor como escritora y docente. Ha publicado en poesía Materia Oscura (2010), Noche sin Clausura” (2012), Antes de desaparecer (2014), Una lengua impropia (2014), La infancia que nos aguarda (2016), Manca terra (2020) y las plaquettes Celebración del brote (2009), Las varas del zahorí: poemas de la sed (2013) y Monte adentro [imantaciones] (2018).