Por Neandro Esteves*
Crédito de la foto el autor (izq.) Vallejo & Co. /
(der.) el autor
5 poemas de Kamikaze
[canciones sobre un barco a la deriva] (2020),
de Neandro Esteves
Sacrifico lingüístico
/Primer poema, leído en este momento/.
Ancla, cuerpo mío/ falo/ halo/ bocanada
en este sacrificio, el de la carne magra.
Cuerpo sé la palabra, escrita raya a raya,
a pulso de un estómago hambriento de llagas.
Llagas, tantas mías, color claro de luna.
Pequeñas fueron en el útero de bruma.
Cuerpo, maniquí. Luz trunca. Dolor de espuma.
Kamikaze
Pinté en mi calva pálida un pentagrama,
y en mi cuerpo el conjuro de muertas ánimas
continuaba como diatriba endiablada.
Fue entonces que grité tu nombre y no estabas.
Círculo raso cierra el mío ritual,
no importa si mi sangre está derramada,
negra mi cara, negro lápiz labial,
ya no importa la lágrima caminada.
Fue entonces que me convertí en una herida,
en dolor y en esta ruda disyuntiva:
kamikaze sobre un barco a la deriva.
Muerto y eterno me asomé por las ventanas.
Grité tu nombre resuelto en alborada,
y tú, viento del sur, ya no estabas.
A Karen J. Escudero Vargas
Asir el poema
Asir el poema
con las manos/ con el alma,
y en cada verso tocado sentir el alivio,
el aliento que resucita al vencido,
al caído, al sufrido y al poeta contrito.
Asir el poema para uno mismo
como un sacrificio/
como un ejercicio/
como el camino.
Cadáver exquisito
Soy reloj de arena, hora no prescrita,
y tierra /prosaica madre de piedra/
/reflejo tornasol en la cornisa/
/brillo de amanecer en una esquina/.
Bellavista, cielo raso distrital, falto de poesía.
Diógenes de Sinope
No perdí ni una incierta ni injusta guerra,
sin embargo, preso en una carceleta
paseo muerto por calles y miseria
en comparsa con el luto de pobreza.
No dejé la lágrima para mañana,
ni un escrito mío que ilumine el alba,
sin embargo me capturó la metáfora
e hizo del mío cuerpo doctrina sacra.
No vi la sangre laxa sobre la herida
ni firmé el texto grueso de mi elegía,
la historia me nombró como poesía,
como arroyo donde florece la vida.
No perdí ni una incierta ni injusta guerra,
sin embargo aún balbuceo sobre ellas
en noches frías de sol y de quimera
/en noches autarcas y austeras como esta/.