Por Miguel Ángel Sanz Chung*
Crédito de la foto Ed. La Strada
5 poemas de Jardín Zen (2022),
de Miguel Ángel Sanz Chung
Al agua que cae del cielo hay que darle
la categoría que se merece: llamar lluvia
a ese derroche de gotas que vale su peso
en vidas, llamar nieve a ese descenso de
estrellas que santifica el bosque, llamar
granizo al rencor desatado que hace pagar
a justos por pecadores. Y así también
llamar con altura al fuego, a la tierra, al
viento. Cuando la palabra nos fue otorgada,
lo que en verdad se nos confió
fue el don de la justicia.
Los árboles tienen prohibido llamar
a las ventanas de los hogares. Si rozan
las jaulas de los canarios que cuelgan de los
dinteles, los jardineros del municipio
les arrancan los dedos como escarmiento.
El día que los árboles abandonaron el bosque
para desplegar sus melenas en medio del
concreto, pensaron que serían aplaudidos
a su paso por los edificios.
Pronto aprendieron que imitar la rigidez
del alumbrado público era la única forma
de recibir un trato civilizado.
Los árboles tienen prohibido llamar
a las ventanas de los hogares. Si rozan
las jaulas de los canarios que cuelgan de los
dinteles, los jardineros del municipio
les arrancan los dedos como escarmiento.
El día que los árboles abandonaron el bosque
para desplegar sus melenas en medio del
concreto, pensaron que serían aplaudidos
a su paso por los edificios.
Pronto aprendieron que imitar la rigidez
del alumbrado público era la única forma
de recibir un trato civilizado.
De este cuerpo que incuba enfermedades,
de este cuerpo que atrae moscas impacientes,
de este cuerpo retorcido cual pescuezo de
gallina, de este cuerpo cabizbajo como
árbol partido, de este cuerpo carcomido por
los gestos cotidianos, de este cuerpo melancólico,
de este cuerpo destazado, de este cuerpo -y no
de otro- nace la poesía.
Al invierno solo le pido nueve o diez
versos como hilos de araña recién tejidos.
Nueve o diez versos para cubrirme el
alma una vez por semana.
Al menos nueve o diez versos que me
protejan los sesos de la lluvia y el frío.
Nueve o diez versos raídos
que no teman exponer su miseria
igual que un mendigo.
*(Lima-Perú, 1979). Estudió Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Perú). Cofundó el grupo de creación y publicación literaria Sociedad Elefante. Desde el año 2004 reside en Navarra (España). Ha publicado en poesía La Voz de la Manada (2002), Quién las Hojas (2007), Paciente 164 (2009), La Casa Amarilla/Casa Abandonada (2011), Arte Rupestre (2014), Diccionario Elemental (2017), Gabriel (Poesía 2000-2020) y Jardín Zen (2022).