5 poemas de «Jardín mecánico» (2020), de Luis Alonso Cruz

 

Por Luis Alonso Cruz*

Crédito de la foto (izq.) Ed. Primigenios /

(der.) el autor

 

 

5 poemas de Jardín mecánico (2020),

de Luis Cruz

 

 

II

 

Un fantasma

no representa al infinito.

Solo es como esos árboles

que echan raíces sobre los muertos

y regalan frutos apetitosos

como

manzanas rojas de sangre

o naranjas de ácida ira

que maduras caen como fuego

siempre buscando formas vivas

para sumergirlas en su reino.

 

 

Es el círculo de los fantasmas

el que ha triunfado

entre todos los elementos.

 

 

 

VI

 

Mi quietud

es conocer la calma de mi piel,

junto con la canción

viene la arena.

 

El cuerpo es poderoso, derrama su hiel en mí:

 

Yo seré el ocaso de los dioses

quien trae mareas nocturnas,

gigantes que son planetas

siglos que pasan en un día

y de esos dioses solo quedará

esa pobre casa abandonada,

que será incendiada.

 

De las cenizas del cuerpo vienen

los nuevos perros nocturnos.

 

Ellos

aplacarán el fuego con su saliva

mientras los dioses

serán dóciles

ante el nuevo muro de hielo

 

 

 

Me hundo

en la parte más hermética del laberinto.

Mientras deliro,

se crea un universo

grande y perfecto,

pero la ansiedad no me permite contemplarlo.

“Así es la fantasía solitaria”, pensé

tan grande e inabarcable

o más aún una rosa negra

flotando en el hedor de las alcantarillas.

El mundo despierta

y nuestros cuerpos se disuelven

en el dulce licor del veneno.

 

El Sol remata nuestras dudas

seca lo que queda del delirio.

Nos volvemos hogares extraños

donde lo raro encuentra refugio

mientras la radio esparce jazz

en un mundo líquido.

El día se acaba

en sesenta pasos sincronizados

y me espera

la madre sueño

con su cuerpo tibio.

 

 

 

IV

 

Caín

siempre escribía,

para recordar cómo eran sus dientes,

su lengua,

su sangre hirviendo.

Pero su prole,

esos sí que vagan y se dejan escuchar

en cada persona que se para de improviso

en medio de la calle

Y ve

una pared negra

a la que hay que escribirle porque es una piel

viva

e

“impedir que la palabra se duerma”

 

La angustia de la palabra

entra como arena a la boca,

a los ojos,

al último núcleo de mis células.

¿Nos sentamos a llorar el olvido

la sequía de los ríos

y los árboles talados?

la palabra ciega

es la paz perpetua

de los pobladores

en el Desierto o la Atlántida.

 

 

Por los idiomas

el amor muere

y los niños

ya no recuerdan escribir.

 

Angustia, ceguera y olvido

es el aire que respiramos.

 

El poeta Luis Cruz

 

 

La muerte tiene una forma tan suya

para decirnos que le pertenecemos.

“Este jardín es propiedad privada.

Tú eres un musgo extranjero

que arrancaré”

Nos acostamos a pesar de la advertencia

queremos el goce profundo

la melodía de las estrellas sobre uno

pero

la muerte nos arranca como flores

Hermosas

Negras

Grandes

en medio de un concierto de mariposas.

 

En este jardín,

la muerte es celosa

no habrá belleza que la opaque

ni trémulos soles que dancen

sobre el mundo

ni mujeres que vuelvan a probar / el sabor de las mariposas.

 

Reina mía, muerte soñada:

Ven aquí.

 

 

 

 

 

*(Lima-Perú, 1981). Poeta. Ingeniero industrial por la Universidad de Lima (Perú) y magíster en Gestión del conocimiento por la Universidad de León (España). Ha publicado en poesía Tetramerón (2003), Lumen. Trilogía del espíritu (2007), Radiofutura (2008), Osario de criaturas perplejas (2014), La música del hielo (2015), Hombre fractal (2018) y Jardín mecánico (2020).

 

 

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