Por Matías Ayala*
Crédito de la foto Oleo Ed.
5 poemas de Falso recuerdo (2019),
de Matías Ayala
Valle central
Si la memoria fuera un abanico
en sus pliegues oscilarían imágenes
azarosas como roqueríos y olas
o esa masa de niebla
que flota río abajo en invierno
junto a cerros y sus matorrales
como presagio nocturno:
eso podría ser Santiago también
pilas de piedras en un riachuelo
a medio secar.
En cambio acá, la distancia deshace
la madeja de la ausencia
aunque tenga la certeza de un cuerpo
–un instante entre los dedos–
o los trazos de una evidencia
imposible de comprobar.
Billete de cincuenta pesos
Pudo haber sido el billete
celeste de cincuenta pesos
que nos regalaba el abuelo
bajo apariencia pedagógica.
Su compleja trama azul y verde.
Gratuidad de filigrana en sus ondas.
El severo rostro de Arturo Prat
mira su calvicie barbada
en un espejo ovalado al plegarse.
Y en su reverso, unos barcos
sobre el mar hinchan sus velas
hacia una gloria pasajera.
Yo los gastaba más rápido
que la inflación esa
que los hizo desaparecer.
Elegía (selección)
1
Intento, entonces, dar silueta
a las astillas de la memoria
y como un niño
que trata de armar lo que desarmó,
no sabré el mecanismo
sellado por el calendario y la ausencia,
cómo presionar sus ranuras,
cuál el engranaje, por dónde empezar.
Esta es la elegía ahora
que sobrepaso en edad
al que habría sido mi padre.
Brillan los recuerdos al desaparecer
como agua que retrocede
y erosiona los granos de arena
3
¿Existiera aún la mañana e
n que mi padre me pasó
la afeitadora eléctrica?
¿Un pie fuera de la sábana?
¿Ese 404 blanco o Peugout celeste?
¿Existiera el penúltimo techo
en donde ver Los ángeles
de Charlie en un televisor
o la carrera con una ambulancia
por la calle Manquehue, el verano
en que nos hartamos de nueces?
Existieran sí como imágenes residuales
que insisten en el ritmo de un teclado,
por ejemplo, una escoba al deslizase en el cemento.
4
Nunca pude asociar los eventos
con años o fechas precisas.
Por eso me habrá costado aprender
la tabla de multiplicar del 7
y la envidia
de los que retienen
el nombre de los jugadores
de un partido del 84.
Lo que nombramos como pretérito
permanece intacto
–se suele creer–
pero el presente lo moldea
con lentitud tan persistente
que lo hace imperceptible.
5
Supe de Rocky Balboa y Lex Luthor.
Vi Juegos de guerra y Terremoto
en el cine Santa Lucía. Sentí atracción repulsiva
hacia Monga, la mujer gorila.
La primera vez que crucé
la Alameda en el Centro
fascinado y nervioso por la multitud.
Entré al circo Chino, los Harlem Globetrotters.
Enumerar recuerdos
era leer una guía de teléfonos
sentado en el baño:
extensas listas, desconocidos
que han de vivir, comer, tener
parientes hasta dormirse las piernas.
7
Recuerdo una cocina repleta de rostros
cansados, restos de whisky, mujeres
que persistían el mecanismo
absurdo de un rosario.
Recuerdo la altura de una cama
de hospital en el medio de la pieza,
un cuerpo inconsciente, enterrado
en sí mismo.
Recuerdo que había toque de queda
encerrados por una noche en esa casa,
se fumaba bajo un nogal enflaquecido.
El niño que era se había quedado
dormido. Él aún no estaba muerto
pero yo ya era otro.
9
En las fotografías
mi padre es más joven que yo
aunque aún
se ve más viejo.
En algunos años
sin embargo
tendrá la apariencia
del hijo que nunca tuve.
Esta paradoja se deshace
con los aniversarios.
La frase anterior me lo termina
de confirmar
A dos años del terremoto
Pasó lo de compartir testimonio
como moneda de asombro y horror.
Vidrios, huesos y escombros
fueron arreglados o escondidos.
Quedan grietas en el estuco
y anchos muros de adobe
arruinados en la maleza:
tierra seca en suelo.
Y en la única pared restante
brilla un grafiti de colores saturados
cuyo diseño que marca el segundero
desafía el espacio al borde de la ley.
Grafiti sobre adobe derruido
Hay algo singular en esta mezcla
de tiempo y destrucción en Talca
como una parodia del pacto social
ya que todos ganan esta vez.
La única muralla en pie de esta casa
será rematada con una máquina
antes de levantar el próximo edificio,
¿para qué pintarla, entonces,
si es sólo escombro aún en pie?
De esta forma, la juventud ensaya
la nueva estética con el beneplácito
ciudadano: si el adobe no aguantó
el terremoto del 2010, qué lástima.
Hay que atrincherarse para el futuro.