El poemario Estancias de Emilia Tangoa (2023), de Ana Varela Tafur, que ahora presenta Vallejo & Co., le dio a su autora el Premio Nacional de Literatura mención en poesía, otorgado por el Ministerio de Cultura del Perú (2023).
Por Ana Varela Tafur*
Crédito de la foto (izq.) Lina Botero –
FILBo 2024 /
(der.) Pakarina Eds.
5 poemas de Estancias de Emilia Tangoa (2023),
de Ana Varela Tafur
A ti, Emilia Tangoa
A ti, Emilia Tangoa, que conoces ríos que llevan pasajeros
a ninguna parte. De ti son los barcos destartalados
con nombres de abandono.
A ti que buscas palabras
para designar grillos disecados
y hablas con plantas que remedian los dolores del día.
A ti en tu recorrido fluvial sobre aguas que se avecinan
hacia varaderos que se borraron con las lluvias.
A ti que respiras aires intactos con mamíferos sobrevivientes
y visitas a parientes desaparecidos en ciudades bajo el agua.
A ti que escuchas el croar de las ranas en tormentas próximas
y vives en territorios de amadas voces que persisten.
A ti, Emilia Tangoa, te hablo en fragmentos,
de relatos icarados con tabaco,
en alucinados días que esperan noticias de algún Perú.
A ti en una estancia con la mirada de los peces que brillan
tan solamente con el sol y los pescadores que se estremecen.
A ti, que has visto sumergirse los manatíes en su escape.
A ti, que anuncias las redes que capturan
Arapaima gigas en las cochas aisladas.
A ti te hablo con bramidos de venados en combate
en metáforas vibrantes que descifran pasos contra la muerte.
A ti que subes escaleras improvisadas en puertos y ciudades
y escuchas ventas al por mayor y menor en los mercados.
A ti te hablo entre silbidos de bufeos rosados
desde la copa de los tallos donde cuelgan las orquídeas.
A ti te digo en la vastedad de la floresta que no es avatar, ni El Dorado
ni paraíso, ni infierno, ni espacio vacío, ni tierra prometida.
A ti te nombro, desde la belleza diversa, Emilia Tangoa.
A ti que escuchas y vigilas los mamíferos que se extinguen,
A ti, te nombro, Emilia Tangoa, como un sol ardiendo
sobre un planeta de árboles vivos.
Búsqueda
No habita en su corteza la madre del renaco
mitad árbol / mitad espíritu /
Desde un renacal se escapa con sus ramas al aire
y parece vagabunda cubierta con tatuajes de anfibios.
En sus andanzas busca espíritus de palos tumbados,
sube por escaleras de muelles urbanos y aduanas.
Va detrás de rastros de caobas que perdieron sus raíces,
o cedros envejecidos por la edad de lluvias repentinas.
La han visto recorrer carpinterías, concesiones forestales,
iglesias, alcaldías, letrinas y oficinas del gobierno.
Un día se embarcó en el puerto del Callao y llegó a Nueva York
en búsqueda de parquet de madera fina y clandestina.
Madre en exilio, en fuga de la tala ilegal y sin corteza.
A veces la encuentran en barcos de carga y pasajeros
viajando con astillas aserradas
y cuchillas de acero.
Periferias
Cierta metamorfosis y poesía oral
se recita en voz baja,
mareación y caos en las periferias.
Se asoma la sesión del viernes.
Han traído Agua de Florida en botella de gaseosa,
han cruzado la quebrada esquivando la garúa,
han llegado a la sesión del ritual conocido.
Quieren llegar a la sanación del Yajé.
Quieren sanar a una mujer que ha bebido
líquidos contaminados.
Urge el alivio de su dolor que viaja en trópicos de cáncer.
Cuando venga sana del viaje de la planta
habremos cubierto su rostro limpiamente bello
con sangre de grado, con gritos.
El tigre ronda
Tu grito es un rumor de furia y resistencia.
Las montañas altas que alcanzas
encierran tu destino de cuerpo incandescente.
Allá en lo distante asaltas la luz de la luna
y la frondosidad impávida con tu rugido.
Yanapuma, tan nombrado y olvidado.
Todo te llama desde el autoexilio
mientras el miedo nombra tu huella
y te descubres solo sin agua y sin aliento
rodeado de luces que el viento parece borrar.
Un salto infinito es tu potencia veloz,
tu arrastrada agonía y su resonancia.
Pero estás otra vez aquí
rondando en tierras altas
cerca de tu boscaje, de tu viento,
consagrando tu obstinación.
Amazonas
Dicen que devora hombres, personajes y naves.
Que es una idea fluvial, un tema de novela.
Una fábula donde lo sagrado se expande.
Porque más allá de las islas del Mar Egeo
sus cronistas narraron extensas crónicas apuradas
que nombraban a cierta estirpe de mujeres
de cuyos senos mutilados y caderas voraces
iba a nacer una nación, una estirpe.
Dijeron incluso que llegarían en canoas
para herir a los soldados de un reino en crisis.
Para mí, es el río cotidiano a tres cuadras de mi casa
que pasa sin detenerse y no puedo beber.
*(Iquitos-Perú, 1963). Poeta, docente y activista cultural. Reside en California (EE. UU.). Pertenece al Grupo Cultural Urcututu, colectivo de escritores y artistas de Iquitos (Amazonía peruana). Doctora en Literatura Latinoamericana por la Universidad de California (EE. UU.). Obtuvo el reconocimiento como Personalidad Meritoria de la Cultura (2021), el Premio Nacional Literatura (poesía, 2023), ambos del Ministerio de Cultura de Perú, el Premio de la V Bienal de Poesía Premio Copé (1991). Ha publicado en poesía Lo que no veo en visiones (1991), Voces desde la orilla (2000) / Vocci dalla Riva (2021), Dama en el escenario (2001) y Estancias de Emilia Tangoa (2023), entre otros.