Por Guillermo Saravia*
Crédito de la foto (izq.) Ed. Hipocampo /
(der.) el autor
5 poemas de El tiempo raspa (2023),
de Guillermo Saravia
VE
Para hacer una vida
he arrojado las horas por la ventana
deshojé los libros antiguos
el azul de los días
Entrañable perro
Ve los brotes
Velos
La sed invada las lenguas
Las miradas se incendien
Ve las manchas de vino
Déjalas son huellas
sabores de vida oreándose eternamente
Ve las cebollas doradas en aceite y
la lluvia polvo de ajos
Ve los zapatos al borde del camino
Ve la nueva vida
El chico malo
El chico malo del barrio
El que anda con la bragueta abierta
voz insolente / retadora
El loco del manicomio
El que dejó atrás las buenas palabras / los pensamientos correctos
de su refinada educación
El narrador de las bajezas / las perversiones
El suplicante para que le den pase a sus
escritos
El que entra / sale de las cárceles
detrás su mujer y su suegra
gastando fortuna por este infame encantador
Condenado una y otra vez
aun después de muerto
Porque su palabra tocaba a
hipócritas parapetados en el poder
Le cantó en su cara
a la gente de su tiempo / a los que vinieron después
Lo que era delirio y pecaminosidad
Lo que era orgiástico y depravación
Fue su presa de carne la impudicia de nosotros
Nos embaucó
Nos arrojó grandes trozos de obscenidad
para escandalizarnos
Su triunfo fue ir a contramano
hallar a los reales virtuosos / a las víctimas
de las tropelías de aquellos
que lo juzgaron / lo condenaron
Su palabra fuerte sobrevivió a la muerte
Muertos están los que lo rechazaron
Muertos olvidados
Por ser insoportable e intratable / ofensivo y deslenguado
Viva esta su palabra
Vivas las maldades y desvergüenzas humanas
Tras la puerta
Tras esa puerta flores descompuestas
historias pantanosas
Prohibido abrir las ventanas
Imposible raspar los muros para un resquicio
En ese mundo el cadáver nunca muere
A mayor adentramiento en las habitaciones
Más difícil de transponer las puertas
Hilos resecos entrecruzados como tripas aprietan
voces detrás de esas puertas
Recovecos y meandros de nuestras almas
Desgarros mudos
Balbuceos avergonzados
Atrapados en nuestras cavernas sin luces
Atados por razones inválidas
Incapacitados de intuir las salidas
Negados de correr como lo hacemos de niños
Qué oscuro es todo
Qué herméticos nuestros labios
Cuán cerradas nuestras almas
Es el dolor / el recuerdo / la indefensión / la vergüenza / la rabia
Hienas y lobos acechantes
Abro la puerta
Extraña
Hemos sido mar y arena en un beso sin descanso
sal y lengua de un mismo cuerpo
Siendo dos hemos sido uno
sin perfil ni olor que nos diferencie
Tus ojos los míos
Mis sueños los tuyos
Tocamos los mismos metales
Somos vid repartida por las laderas del mundo
Éramos
Qué fue de ese yo nuestro
Qué tan ajeno y distantes somos esos dos
indivisibles e inquebrantables
Eres una extraña con un yo que desconozco
Sábelo ya eminentísimo ser
Saborea la pérdida
El no conocer a quien sí conocías
Qué extraña es la vida
Qué extraña
Ronquidos
Los ronquidos muestran una fiera agazapada en su guarida
Oh activo cerebro reptiliano
instinto de fuego
de semillas de tiempo
La larga noche viscosa
Cada pisada una oportunidad
Cada respiro un relato de sobrevivencia
ojos de amenazas
Noche de luz lunar
mundo de sombras
cuerpos de sospecha
El ronquido protege al soñador
en la larga noche repetida
semilla de tiempo
Soñador del mundo
luz aceitosa
olor acre
antes de la existencia de algún dios
*(Lima-Perú, 1950). Poeta. Realizo estudios en Literatura por la Pontificia Universidad Católica del Perú y en Educación por la Universidad Inca Garcilaso de la Vega. Se desempeña como docente. Participó en el grupo literario La Sagrada Familia. Ha publicado en narrativa Simpathy; y, en poesía, Itinerario (2019) y El tiempo raspa (2023).