5 poemas de «El perro en la puerta de la casa» (2021), de Pablo Fidalgo

 

Por Pablo Fidalgo*

Crédito de la foto Eds. Liliputienses

 

 

5 poemas de El perro en la puerta de la casa (2021),

de Pablo Fidalgo

 

 

Los primeros perros

 

Isla, no me iré de aquí

hasta que vea un cambio en el cuerpo de los otros.

Es decir, en mi propio cuerpo.

No me iré de aquí hasta ajustar todas las islas,

todas las formas de vivir rodeado.

 

Si soy un perro de la calle y la calle está vacía,

si muero de hambre y sed

¿a quién se lo anunciaré?

¿Delante de qué casa me plantaré a ladrar

para explicar a alguien que tiene el deber

de salvarme la vida?

 

Esa es la cuestión:

si recoger al perro y darle una casa

o seguirlo un poco cada día con humildad,

pensando por qué un sitio u otro,

revelándole su propia geografía

para que se acostumbre a nosotros.

 

Quizá no haya que pensar que nuestra casa

es algo tan acogedor para los otros

como para nosotros mismos.

Yo pienso que nuestra casa

es el lugar más violento

que los otros pueden imaginar.

 

Y este eres:

alguien que no quiere saber nada de su tierra

por amor a algo

que aún no tiene nombre.

 

Doy por perdida una tierra entera

y elijo una isla.

 

Los perros nos enseñan una fidelidad

que nunca deberíamos haber visto.

 

 

 

El dialecto de las islas

 

Nos habían dicho que en una isla

había una jaula pensada para nosotros.

Nadie ha visto esa jaula

pero cómo no creer

en todos los mensajes de los puertos,

en todos los expulsados.

 

La conversación sucedía en un barco,

a primera hora de la mañana,

con las islas naciendo.

Nos sentábamos en cualquier lugar,

los viajes estaban trazados,

los barcos construidos,

y en las islas se peleaban por acogernos,

pero todo era demasiado sencillo

para ser verdad.

 

Pero, ¿y si el agua está dispuesta

a decir la verdad sobre lo que ha visto,

sobre lo que ha soñado,

sobre los pájaros que se perdieron

o que se exiliaron por amor?

¿Cuánto tiempo ha pasado

desde que empecé a pensar en este poema

para vengarme de ti?

 

Si tengo palabra,

si dejé atrás aquella orilla

fue porque preferían verme jugando

que diciendo la verdad.

Ahora juego

y digo la verdad

en la misma frase.

 

Al final de este viaje

podremos hablar de las ausencias

sin entristecer a nadie.

 

 

 

La infancia en las islas

 

Un niño que extraña un verano

es solo un niño que extraña un verano.

Solo que después de un tiempo

se vuelve un viejo que extraña un verano

pero sigue teniendo la cara de un niño,

la mirada de un niño,

y una posibilidad que muere.

 

Y el niño que ya no es joven

habita un faro que quieren destruir.

No olvida que encender y apagar una luz

no es exactamente un oficio.

 

Si quieres que me acostumbre al invierno

quítame el verano de la cabeza

Es una frase de su infancia

que no debería haber sobrevivido.

 

Te preguntas cuánto puede una vida

enfriarse y replegarse

sin que nadie diga nada.

 

Te preguntas si es este

el verano que extrañabas,

y no lo puedes saber.

 

 

La Kalsa

 

Todos los que hemos bebido en un charco,

nos reunimos,

nos observamos,

nos limpiamos la boca unos a otros.

 

 

 

El perro en la puerta de casa

 

El perro en la puerta de la casa

me ve y se tira al suelo

para decir que quiere jugar ahora.

Lo acaricio con el pie y le hago cosquillas

y cuando dejo de acariciarlo se vuelve loco.

Necesita jugar porque la vida de un perro

en ningún sitio fue tan difícil como aquí.

 

Y de pronto, mientras se revuelca, veo que llora.

¿Está llorando porque está loco

o por el viento que no se para?

¿Hace el viento llorar a los perros?

¿Los enloquece hasta el llanto?

Nadie me lo explicó.

 

Este es un viaje del norte al sur

y de las personas a los perros.

Del miedo se sale con fascinación.

¿Sería suficiente para quedarme aquí

saber que podré jugar con este perro todos los días?

 

Tú no has estado nunca tan lleno de vida,

no has sabido esperar en la puerta de nadie,

no has tenido nunca un deseo de jugar

tan claro y tan urgente.

Y si lo has tenido, no lo recuerdas,

por tu bien.

 

¿Ha venido a morir a la puerta de la casa?

¿Qué significa ir a morir a un sitio

que se parezca a un lugar?

¿Qué significa arraigarse

en el último momento?

 

Todo esto lo pienso mientras jugamos,

mientras miro cómo su cuerpo salvaje

se mueve bajo mis pies.

El perro tiene memoria del miedo que me daba

y que podría despertar en cualquier momento,

pero ni él ni yo damos ya nada por hecho

ni nada por perdido.

 

No nacimos para estar en casa

sino para elegir una puerta

y esperar que alguien quiera jugar.

¿Quién eres en la puerta de mi casa,

la vida o la muerte?

 

 

 

 

 

*(España). Escritor, dramaturgo, director y comisario independiente. Ha vivido en Madrid, Lisboa, Roma, Palermo y Gijón. Fundó y dirigió durante seis años el extinto festival Escenas do cambio (Santiago de Compostela). Publicó en poesía La educación física, Mis padres: Romeo y Julieta, Esto temía, esto deseaba y El perro en la puerta de la casa (2021). Su última pieza escénica es El libro de Sicilia (2021).

 

 

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