Por Daniel Escudero*
Selección por Omar Pinedo
Crédito de la foto (izq.) Ed. Panóptico /
(der.) archivo del autor
5 poemas de El cristal que me rodea (2021),
de Daniel Escudero
Y cuando arroje a la chimenea
Esta página vacía
¿Se quemarán también mis dudas
Mis orejas y mis uñas
Rodarán hechos cenizas
Mi corazón y mis pestañas?
Jorge Eduardo Eielson
Cristal que me rodea
En la prisión donde mil océanos
acorralaron este pedazo de tierra,
he visto blandir lo por venir
indiferente, casto, afilado,
de una guillotina sin verdugo.
Unísonos, hoy y mañana
con mi presencia han pactado
esta injusta permanencia
en malévola, salvaje extenuación.
Me niegan la ausencia del respiro,
de aliento aligerado,
de fluir acometido.
Y miro entumecido
la transparente figura
conmigo anochecida
en sus cloacas,
al tenor de la hipocondría.
No con lógica se explica
esta breve inmortalidad,
y no hay razón tampoco
para no ver el cristal que me rodea.
¿Qué enfermedad es esta,
que otorga lucidez
para mirar tan desgraciada inercia?
Insensata y sin propósito:
la vida, sin razones.
Naufragio bajo lluvia
Como buen hombre,
el apetito por la tierra firme desata la zozobra
en cada manotazo de silencio.
Luego del Tiempo —o su derroche—,
reposo mis ánimos con tardía mesura,
respiro el gas mortal de la apatía,
en un desfile cada vez más lento de guarismos.
Esta isla se agota:
se retira la sangre y llega calmoso mar,
que me abraza como náufrago
y me obsequia la profundidad
de anhelos que todavía no conozco.
De repente púrpura lluvia moja mi piel,
y no tengo ya energía para bracear
en lo inestable,
pues me he abandonado al yomismo,
consciente de la miseria que he de tragar.
Llegará el momento,
estoy seguro que llegará el momento,
en que será más fácil
dormir sobre agua o arena,
pero siempre de espalda al cielo.
Lazarino y después
Con el torso de lumbre,
y solo por los brazos atado,
se quiebran por el frío las quimeras,
me estrangula una mortal distensión.
He querido tocar la cintura del mito,
mas la zozobra se planta con argumentos
frente a mí
y fluctúa entre sus persianas un murmullo:
me sé sumido en el limbo.
Heme aquí, rodeado,
con las vísceras de esta noche
y la arena de otros hombres,
estacado como cristiano negociando
con la gravedad el trato de la carne:
se desprenden los pertrechos
y cae la clarividencia
como luz hacia el cráneo.
Menudo intercambio de opiniones.
Pero las cosas no son tan fáciles
como ir por el después:
los sueños son microfilmes dónde
cometer lo cadavérico.
La Muerte no se asomaría
si esta isla fuese real.
Por ello es que jugamos a pensar
y las mentiras apestan como úlceras,
carnes descompuestas,
desprendidas, casi inertes, mordidas.
Si esta isla fuese real,
si esta isla fuese real,
alcanzaría la sal con el torso de lumbre
y las costillas como puertas abiertas.
Del yo a la observación
Soy amplio cristal que nadie rodea,
energía del aire,
reacción que desgrana color porque sí.
Veo sin ojos que la vida se consume
adentro con andanzas escogidas.
¡Cuánta resignación, cuánta rebeldía!
Ya no hay yo,
sino solo la brisa abandonada del centelleo.
Me convierto en palabras egoístas
que no flotan,
báscula del encuentro entre
el impulso observador
y la autocrítica dormida.
Mirase así la vida,
cual idea que goza del alivio
de no impartirla:
es una cumbre aislada
llena menjunjes,
recipiente que regurgita sensaciones
que caen sobre mí primero,
y luego sobre el resto,
como lluvia que se escupe
pero que sopesa la tibieza
de no estar aquí;
soy blandiéndome en las caras como sajiro,
liendre en acción,
un conocido que vocifera
desde lo ambiguo y detrás de la solapa.
He de andar por ahí,
descolorando voluntades,
llenando mi vacío con otras mudeces.
Pleamar
Este punto sobre la ola
se envanece,
crece como un gigante
y me acorrala,
pues soy parte de sus pies,
de sus extensas y profundas raíces.
Entonces lo alimento,
le entrego mi vigilia y mi sueño
para que pueda otra vez aplastarme.
Continuaré con el labrado
delante de mí,
seguiré pensando en el punto,
en el olvido:
tan solo soy un hombre
que huye de sus propios pasos.
El punto es:
dibujar en el agua,
alojarse en el momento,
en el útero de vidrio.
Soy más pequeño que mis aprensiones.
*(Lima-Perú, 1986). Poeta. Bachiller en Ingeniería Industrial por la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC). Miembro fundador/gestor de Días Circulares, grupo de difusión de poesía. Ha publicado en poesía El cristal que me rodea (2021).