5 poemas de «9 mm» (2023), de Ángel Múñoz

 

Por Ángel Múñoz*

Crédito de la foto (izq.) archivo del autor /

(der.) Ed. La Garúa

 

 

5 poemas de 9 mm (2023),

de Ángel Múñoz

 

 

Él

 

«Cada día apilo los enseres justos

en el mínimo espacio que ofrece una mochila

 

la carretera es testigo de mi orfandad

 

toda mi vida en un puño durante ocho horas

y tantas cosas tratando de agujerearme

 

mientras

esa rutina automática

que golpea y golpea

que al mínimo error

obligará a necesitar algo fuera de la piel

o incluso peor

ser echado en falta

 

a veces

de camino

miro los cables del tendido

y encima palomas o urracas posadas

dibujan un pentagrama melancólico

que siempre marca la misma dicotomía

la dificultad en la ida

el alivio en el regreso

 

un alivio que amortigua el golpe

pero no es capaz de eliminarlo

qué pocos se ponen en mi pellejo

 

y lucho

lucho cada día contra las ganas

de abofetearme ambas mejillas

 

qué orfandad más cruel

 

de noche y con los pentagramas vacíos

el tórax vuelve cargado de silencio

y me pregunto si alguien reparó en mí como persona

 

apenas hay golpes

 

nadie ha reparado

 

reparó

 

o reparará…

 

 

así siempre

orfandad y golpeo

dos sustantivos que sujetan mi vida

 

la incomodidad de acudir a mi ventana

con más miedo que pasión»

 

 

 

LOS BOMBEROS HAN ABIERTO una vivienda. Dentro, una mujer mayor estaba caída en el suelo y pedía auxilio. Los vecinos han alertado. Se requiere nuestra presencia al no saber qué hacer con esta anciana. Que se dirija alguna patrulla a la calle Nápoles.

 

 

       tiene las manos pequeñas

       la tez blanca y llena de arrugas

 

       la casa es luminosa

       como sus ojos

       y pide al policía que la mira

       con amabilidad

       que no la deje de nuevo sola

 

       un periquito

       observa silencioso

       desde su jaula

 

       hay paños en las sillas y el sofá

 

       una amplia biblioteca

 

       medicinas apiladas en una estantería

 

       fotos color sepia donde ella sonríe feliz

       agarrada al brazo de un hombre

 

            es ingrata tanta ausencia

            a veces rascaba las paredes

            y destrozaba mis uñas

            por ver si ahí

           quedaban restos de mi marido

 

            con poco más

            he ido tirando

 

            pero ya no

 

 

       llega un punto

       donde soñar se acaba

       y el vaivén de la melancolía es un hábito

 

       esos días que permanecen sin más

       como una carta cerrada sobre la mesa

 

       nadie le ha explicado a la anciana

       qué es la soledad

       lo averiguó por su cuenta

 

       él

       tampoco se atreve a enumerar

       lo que seguirá de ahí en adelante

       solo serviría para arrinconarla

       disimula como puede

       y permite que el aire

       se mezcle con la ceniza espolvoreada

 

 

ACÉRQUENSE AL PARQUE Julián Besteiro: Urbaser está retirando bolsas y demás enseres que un indigente ha acumulado. Este señor se resiste a que le tiren las cosas y se está enfrentando a los operarios.

 

 

            no tengo más que mi tiempo

            el aire que amenaza con tormenta

            y trae un olor desdibujado

            la falta de sorpresa diaria

            empecinada en diferenciar mis días

            por la hora a la que sale el sol

            el amargo trago

            antes de dormir

            del cartón de vino

            es todo lo que me queda

            si os empeñáis en desnudarme

 

 

       la máquina de Urbaser

       se interpone

       entre los policías y el indigente

 

       acude en oleadas la compasión

 

       hay órdenes difíciles de acatar

       cuando la debilidad y la miseria

       terminan sepultadas en cualquier vertedero

 

       un perro pequeño y flaco

       mueve la cola

       echado entre cartones

 

       arranca el motor del camión

       y no hay armonía en su sonido

 

       el indigente podría irrumpir en insultos y lágrimas

       pero sigue con su circunloquio

 

 

            serví a mi país en la legión

            eso fue en otra vida

            cuando sonreír no costaba nada

 

 

       el perro no sabe

       si buscar a su amo

       o huir por miedo

 

       se hace incómodo el bullicio infantil en el parque

 

       cómo explicar a quien sonríe ajeno

       que no está bien

       desnudar al que ya está desnudo

 

       que importa poco lo que suceda

       cuando a nadie le importas

 

El poeta Ángel Múñoz

 

CONDUZCO CON LAS MANOS llenas de llagas

 

de nada sirvió arrancarme las uñas

 

esta noche regreso a casa

con la jaula de mi pecho vacía

 

ese amor incondicional

hijas mías

 

las ganas de no volver a hacer nada

y sin embargo

querer seguir sintiendo

 

¿dónde está mi vida que parecía tan feliz?

 

 

 

QUIERO DORMIR

sin que el gusano de la duda

anide

bajo mi piel

entre estas sábanas

que han sido testigo

del roce de nuestros cuerpos

ahora amputados

por la estupefacción y la podredumbre

 

el insomnio me puede

y me desguaza como hombre

 

no quiero pedir permiso para quedarme

 

 

 

 

 

*(Madrid-España, 1977). Poeta. Historiador del Arte por la Universidad Complutense de Madrid (España). Se desempeña como policía en un municipio del sur de Madrid. Fundó, junto a José Naveiras, la extinta editorial de poesía LVR [ediciones]. Ha publicado en poesía Las cosas que conoces (2015), 9 mm (2023), entre otros.