La presente nota se ha realizado con la colaboración del poeta Paul Guillén.
Por Iván Suárez Morales*
Crédito de la foto Lluvia Eds.
4 poemas de Poemas de Dios (1987) + 1,
de Iván Suárez Morales
1
He aquí, Yo abatiré tu orgullo, país el Septentrión,
he aquí vendré como ladrón en la noche, superbo noctum.
Recordaréis, entonces, que Yo mando en el universo,
y doy el poder a quien me place, Yo, el Invisible.
Nación guerrera lanzaré contra ustedes, nación del mongol
y el esclavo, nación de Atila
y de Iván IV, el terrible. Nación de tanques y blindados.
El mundo conocerá entonces, que mi voluntad se cumple,
oh demonios que adoráis a Mammón y a Baal.
Y ya no habrá más insolencia en los teletipos,
y ya no temblarán más los gobernantes del sur
ante el fuego de tu amenaza, ante el fuego de tus armas
inútiles.
Porque la Bomba será inutilizada y nadie apretará el botón
rojo.
Porque las naciones del mundo te han odiado, nación de
Beelzebú, nación de hechiceros y rameras.
Porque todos abominan tu insolencia, y nadie escuchó
tu voz de alianza, oh nación de alacranes y demonios.
Porque, Yo, Jehová, así lo he determinado.
8
¿Cuál es tu misterio, Rosa, flor en capullo que a florecer
empiezas?
Una Rosa me llamó hace mucho tiempo, cuando caminaba entre
las rosas del rosale.
Catorce veranos de gloria se extasiaron en mis ojos de asombro,
y amé a la belleza desde entonces.
Rosa de martirio azul te llamé y no me equivoqué, porque
tu espina fue el dolor del iniciado.
Porque el camino hacia la Rosa, o el camino hacia Dios,
tiene la iniciación ineluctable del dolor,
y ambos caminos tienen siempre la misma confluencia.
El dolor de la espina martirizó también al buscador de Dios.
Rosa te llamaron los gentiles, y Rosa te llaman los hebreos
en castellano.
Rosa, mujer adolescente que ríe porque florece,
y es perfecta a los ojos ya que proviene de Dios.
Rosa, chiquilla adolescente, con los ojos almendrados
llenos de universo.
Carolina, Iris, Janet, Maribel, Rocío, la niña ignota,
todas juntas formáis el rosale del Señor,
y yo caminé entre ustedes, aspirando la fragancia únicamente,
porque érais del rosale del Señor, del rosale sagrado de Dios.
14
Anoche, vi toser y escupir sangre a un muchacho en una
calle del centro,
y recordé tu verso, hermano César, y pensé que ya lo había
dicho todo, y que seguías hablando
para este tiempo del fin.
Anoche, me angutié, y no quise ya vender más bonos para
este libro,
cuando una niña bostezó de hambre en el hervidero inhumano
sin nombre que es Lima, en la tiniebla
inserena de mi neurona convaleciente.
No tenía sentido, hermano, publicar para quinientas personas,
cuando quinientas mil bocas y quinientos mil corazones en Lima,
no tenían, literalmente, patatas y consuelos de qué alimentarse.
Y, yo pensé, desesperado, que la profecía avanzaba a pasos
agigantados, mientras yo insistía,
adocenado, en mi pequeña grandeza de poeta.
¿Cuántos peruanos leen a Cardenal completo?
Ni yo, hermano, que apenas lo he leído en antologías.
¿Por qué no se regalan tus poemas entre los parias y
desocupados,
entre los niños y analfabetos, como tú querías?
¿Qué dice el Ministro de Educación, ya que el de Salud
se avergüenza?
¿Qué dice Alan García respecto al hombre universal del Perú?
Porque amabas el comunismo celestial del amor, y tu Marx tan
puro de malicia, y tu Lenin doctrinal
de la práctica,
hoy te silencian y ocultan, César Vallejo, bolchevique de
entonces y de siempre, cholo verdadero
y terrible como Dios, que te proyectas
al futuro y recuperas el infinito para
el hombre.
15
Machu Picchu; expresión infinita de la grandeza inca,
ensueño y delicia del profeta judío y quechua,
del profeta aymara y español. Bajas de pronto del cielo
y te instalas en tu reino del imperio renacido.
Porque la perfección es atributo de Dios, y tú eres
Intitata, Pachacamac, el Dios presentido. Y Amaru
te rodeó en el Wilcamayu rumoroso a tus pies.
Porque Jehová se parece a tí, oh belleza terrible.
La rueda y el infinito, en concepto y armonía,
nacieron para señalarte como virtud en Yahvé.
La niebla de ensueño que besa tus piedras eternas,
bajó del Cielo para bendecirte, oh nueva Jerusalén.
La bandera del arco iris flameará en el Wayna Picchu,
y seremos imperio inca nuevamente, porque no
ha muerto Inkarrí,
Porque su cabeza en Lima está, su cuerpo en el Cuzco
y su espíritu en tí, oh Machu Picchu de la profecía cumplida.
(de Poemas de Dios)
Sol Rojo
Wamani, Salkantay, Pachacamac, Jehová, Intiyaya,
clamores rojos de fuego del hombre peruano,
ígneos y poderosos como lava de volcán y el aymara,
que se levanta con el quechua revolucionario
de la teoría divina recogida en el azar blanco de
la nada,
y convertida en destino por el Destino, por Jehová,
por Tatito, de la fábula dorada
y el Paititi.
Más allá de la jungla del Amazonas,
más allá del océano esmeralda y turquesa de Pacífico,
más allá del cielo profundo y azul de los Andes,
aparece la mirada ceñuda y penetrante del Wamani,
de la montaña más bella del mundo: Alpamayo de
Chavín de Huántar,
del Espíritu primordial en el cóndor blanco,
pensando y desando, convirtiendo el sueño en realidad,
munayniyoq, diciendo
Y viene con ira el Inkarrí munayniyoq, diciendo,
con el espíritu dispuesto, con la novia Jerusalén
dispuesta.
Con Machu Picchu vertiginoso, que juntó su cabeza con
el cuerpo
en el Cuzco, lanzando la barreta de oro
hasta llegar a Lima, la boca del mundo.
Porque Pachacamac juntó a los indios, cholos y serranos
de todo del Perú,
invadiendo Miraflores y cercando el Palacio de Gobierno,
jajayllas, riendo, como el danzante de tijeras
como el Wamani esplendoroso, blanquitos, diciendo,
gringuitos, riendo…
Porque Wamani es Wamani, porque la antara es de Jehová
porque Atahualpa ya pagó su culpa, y renacerá el imperio
con Pachacútec II, con el cetro de oro, plata y bronce
del Munayniyoq, con las tres mujeres de oro, plata y bronce
de Inkarrí, naciendo en Lima la esperanza
de los quechuas y aymaras, de los cashibos
y peruanos y de la selva, de los proletarios y
revolucionarios de la ciudad y el campo.
Porque ya volvió Inkarrí, porque ya se juntó
su cabeza atormentada y su cuerpo flagelado,
porque resistió a las quinientas inyecciones del psiquiatra,
y a la tortura en una comisaría de Lima,
porque estuvo a punto de morir a golpes en su propia casa,
porque sufrió lo indecible por Apu Kantuta Rimak,
porque defendió al justo y al Hijo del Hombre
en las reuniones y lugares públicos,
porque no temió decir la verdad
en las calles, en la universidad, en los templos, riendo,
porque Jehová lo hizo puro y santo minuto a minuto,
y puso a la muerte cerca de su vida,
porque Dios habla con él a cada instante, a través de la
Escritura,
desde hoy y para siempre, desde el tiempo del relámpago
en el cielo de Lima.
*(Perú, 1954). Poeta. Literato por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Perú). Obtuvo el Primer Premio de la Federación de Estudiantes del Perú (1980). Ha publicado en poesía Poemas de Dios (1987) y Porque la muerte vive (1990).